La pandemia impidió recoger al menos 80.000 kilos de ropa usada en Salamanca
La cooperativa PorSiete explica que 2020 fue «un año difícil» y que aún tienen varios trabajadores en ERTE, aunque esperan que todos vuelvan pronto
d. b. p. / word
Lunes, 4 de enero 2021, 11:35
Los tres meses de confinamiento y las limitaciones impuestas por la pandemia de coronavirus afectaron a prácticamente todos los sectores productos y económicos. La cooperativa ... de iniciativa social y centro especial de empleo PorSiete, por ejemplo, se encarga de la recogida, preparación para la reutilización y reciclaje de residuos como ropa, aceite de cocina, aparatos electrónicos, tóner o pilas. Su presidenta, Pilar Rodríguez, explica que 2020 fue «un año difícil» para ellos porque bajó el volumen de ropa y también los litros de aceite que gestionaron y porque ambos sectores son una importante fuente de ingresos para la cooperativa.
PorSiete recoge anualmente unos 700.000 kilos de ropa en Salamanca y provincia. Los meses de confinamiento, con los contenedores morados cerrados a cal y canto por precaución, supusieron dejar de recolectar «en torno a 80.000 o 90.000 kilos» de prendas y zapatos. «Aunque después la gente ha echado mucha ropa, no se ha llegado a lo habitual», añade. La cooperativa clasifica toda la ropa y la que está «en perfectas condiciones» (un 2% del total) se limpia y se vende en mercados de segunda mano. El resto se lleva a plantas especializadas capaces de separar los tejidos (algodón, lana...) y de deshacerse de forma sostenible de las prendas irrecuperables. Aunque PorSiete recibe subvenciones y está exenta de algunos pagos, como cualquier entidad sin ánimo de lucro, dejar de recoger 80.000 o 90.000 kilos, con un margen tan exiguo de aprovechamiento como un 2%, puede ser un contratiempo importante.
En cuanto al aceite, la limpian mediante un proceso de decantación y la venden a las industrias que elaboran biodiésel. «La hostelería cerró y nos afectó muchísimo, porque el sector horeca (hoteles, restaurantes y cafeterías) estaba parado y no había nada que recoger». Al menos el precio del aceite se mantuvo y los particulares sí pudieron seguir reciclando dicho producto.
Como consecuencia de estos vaivenes, la cooperativa, con una veintena de empleados, varios de ellos con algún tipo de discapacidad, tuvo que plantear un ERTE. «Hemos ido incorporando personal poco a poco y estamos a la expectativa de que el canal horeca no tenga que volver a cerrar. Nuestra idea es seguir avanzando y creando más empleos. Por eso animamos a la gente a que recicle, porque mucho aceite aún se tira. Recogemos menos de dos litros por persona y año cuando de media consumimos seis. Esos cuatro litros de diferencia se van al río».
Pasado el confinamiento volvieron a hacerse cargo de la ropa de los contenedores morados «aunque los precios han caído y los mercados están cerrados. Ha sido un año difícil, pero puedo decir que a día de hoy hemos logrado que sólo haya tres personas en ERTE y dos a media jornada en ERTE. El resto de la plantilla está trabajando. La idea es que si esto sale adelante y la hostelería no tiene que volver a cerrar, volvamos todos. Veremos qué pasa después de Navidad».
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