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Alfredo Di Stéfano (izquierda) prolongó su dilatada carrera deportiva hasta los 40 años en el Espanyol. Ladislao Kubala (derecha), con la elástica del Espanyol después de 11 temporadas en el F.C. Barcelona.
El Espanyol, destino final de dos genios
La vista atrás

El Espanyol, destino final de dos genios

Kubala y Di Stéfano colgaron las botas en el equipo blanquiazul

José Miguel Ortega

Jueves, 16 de enero 2025, 20:25

Cuando el Régimen abrió la mano a la llegada de futbolistas extranjeros a España los equipos más poderosos deportiva y económicamente –F.C. Barcelona y Real Madrid– se pusieron manos a la obra para incorporar a las dos grandes figuras que tanta influencia iban a tener en las competiciones nacionales e internacionales.

El primero en llegar fue Ladislao Kubala, nacido en Hungría pero nacionalizado checoslovaco después de arriesgada huída a través del Telón de Acero. Estuvo a punto de firmar por el conjunto italiano del Torino pero a última hora se decidió por el Barça, por suerte para él porque la totalidad de la plantilla turinesa falleció en el accidente aéreo de Superga.

Kubala llegó al Barcelona en la temporada 1950-51, pero no pudo alinearse por temas burocráticos hasta el torneo de Copa, que se jugaba a continuación de la Liga. Los catalanes ganaron la competición del K.O. gracias a una decisiva intervención de su estrella, que iba a vestir durante once temporadas la camiseta azulgrana con un apabullante balance de triunfos: 4 Ligas, 5 Copas. 2 Copas de Ferias y 1 Copa Latina. Disputó 419 partidos de Primera División en los que marcó 266 tantos.

El dominio barcelonista en aquella brillante etapa de las 5 Copas encendió las alarmas en casa de su principal enemigo, el Real Madrid de Bernabéu que se trajo al Millonarios de Bogotá a jugar en Chamartín un torneo amistoso para ver en acción a un fenómeno llamado Alfredo Di Stéfano, que iba a ser determinante en la proyección internacional del conjunto merengue.

Si el fichaje de Kubala tuvo sus complicaciones burocráticas, mucho más lo fue el de la 'Saeta Rubia', pues el Barcelona también entró en la puja e incluso tuvo en su vestuario al argentino antes de que después de rocambolescas decisiones federativas y gubernamentales, por fin se llegó al acuerdo de que jugase un año en cada equipo, decisión salomónica que el Real Madrid zanjó pagando el dinero que había adelantado el Barça para hacerse en exclusiva con los derechos del fenómeno argentino.

Si Kubala asombró con su técnica y dominio del balón al público español, Di Stéfano deslumbró a Europa y convirtió al Real Madrid en el mejor equipo del mundo, conquistando en sus once años con la camiseta blanca un balance insuperable: 5 Copas de Europa consecutivas, 11 campeonatos de Liga, 1 Copa del Generalísimo, 1 Copa Intercontinental y 2 Copas Latinas, jugando 456 partidos oficiales en los que marcó 322 goles.

Ambos fueron las indiscutibles estrellas extranjeras de nuestro futbol en la década de los cincuenta, determinantes para sus respectivos equipos aunque el estilo de juego de uno y otro fuese muy diferente. Kubala no era muy rápido pero tenía un tren inferior poderoso y una gran habilidad para el remate y la ejecución de las faltas, imprimiendo al balón un efecto diabólico que hacía casi imposible la intervención de los porteros.

Di Stéfano, en cambio, era un futbolista total, una especie de pivote en torno al cual giraba todo el equipo. Regateaba, centraba y goleaba aportando además al espectáculo sus inverosímiles goles de tacón.

Con el paso del tiempo los dos se convirtieron en leyendas de ambos clubs y parecía lo más lógico que colgasen las botas en el Barça y Madrid, respectivamente. Pero no. Inesperadamente y con no poca controversia, los dos dijeron adiós al fútbol como jugadores en el conjunto que hoy será rival del Real Valladolid, el R.C.D. Espanyol.

Kubala, nacido en Budapest en 1927, aceptó la oferta de su club para colgar las botas y convertirse en entrenador del Barça en 1962, pero las cosas no rodaron como ambas partes habían previsto y tras ser cesado, fue protagonista de un bombazo que removió los cimientos del fútbol barcelonés: fichar por el Espanyol… como jugador.

El muñidor de aquella insólita operación fue el directivo blanquiazul, Juan Vilá Reyes, un empresario de éxito que se hizo tristemente famoso en los años sesenta como responsable de uno de los escándalos mayores del tardofranquismo: el caso Matesa.

El fichaje de Kubala, que ya tenía 38 años cuando se comprometió con los pericos, desató una guerra entre los dos clubes más representativos de la Ciudad Condal y en el bando azulgrana pronosticaban un fracaso total de aquella operación, aunque en honor a la verdad su rendimiento fue bastante bueno, interviniendo en 35 partidos oficiales en los quemarcó 8 goles y la directiva españolista le ofreció después el puesto de entrenador de una plantilla que tenía otro bombazo: el fichaje de Di Stéfano, que había dejado el Real Madrid con 38 años y que, también convencido por Vilá Reyes, recaló en Sarriá.

En la primera temporada con Kubala en el banquillo, Di Stéfano jugó 27 partidos y marcó 9 goles, mientras que en la siguiente, con Argila de entrenador, la aportación de la saeta rubia fue de 5 tantos en 33 partidos oficiales.

Poco después de aquellos dos fichajes que tuvieron más ruido que nueces, Juan Vilá Reyes fue presidente del Espanyol y empresario modelo de la España del desarrollo, hasta que el 'escándalo Matesa' dio con sus huesos en la cárcel por espacio de siete años aunque la condena fue de 223.

Nacionalizados ambos, Kubala jugó 19 partidos con la selección española y Di Stéfano, 31, si bien su carrera como entrenadores fue un tanto desigual. Kubala dirigió durante 11 años a la selección española pero no consiguió ningún título y su paso por clubes como el Murcia, Málaga y Elche fue muy discreto. Di Stéfano dirigió a bastantes equipos –incluido el Real Madrid–, pero su mejor labor como técnico la desarrolló en el Valencia: 1 Liga, 1 Recopa de Europa y un ascenso a Primera División.

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