Villagarcía de Campos, donde se atesora siglos de grandeza

Las páginas que se han escrito a lo largo de la historia sobre Villagarcía de Campos hablan de épocas gloriosas, de nobles linajes, memorables batallas y de una gran riqueza artística y arquitectónica que perdura hasta nuestros días. Este municipio, que está enclavado en un valle regado por el río Sequillo y al filo de los Montes Torozos, según muchos investigadores fue la célebre Intercatia de los Vacceos, ciudad inmersa en la vía romana número XXVII entre Astúrica y Caesar Augusta. Sea mito o certeza, lo que nadie discute es que su nombre aparece ya en documentos del siglo XI, cuando el caballero Nepociano Bermúdez fundó aquí la iglesia de San Boal y donó las tierras al monasterio de San Salvador de Sahagún.

Desde muy antiguo Villagarcía de Campos ha estado ligada a muchos grandes nombres de la historia de España. La villa pasó a manos de los Quijada en 1387, cuando el rey Juan I de Castilla entregó su señorío a Gutierre González Quijada, cuya estirpe marcaría para siempre la historia local. Un linaje con el que Cervantes también vinculó a su inmortal don Quijote en el capítulo 49 de su famosísima obra, algo que llena de orgullo a los villagarcienses.

La época dorada del municipio llegó en el siglo XVI. Aquí creció y fue educado Jeromín, el hijo bastardo del Emperador Carlos V y de la alemana Bárbara Blomberg, acogido por don Luis Méndez Quijada y doña Magdalena de Ulloa. Bajo su cuidado, Jeromín —que más tarde sería conocido como don Juan de Austria— forjaría su carácter. A los doce años, Felipe II lo reconoció como hermano y el joven Juan se convertiría en uno de los más grandes estrategas militares de su tiempo, protagonista de la victoria de Lepanto y gobernador de Flandes.

La herencia de estos largos siglos de grandeza ha quedado bien patente en los monumentos del municipio. Destaca, sobre todo, la Colegiata de San Luis, obra maestra del estilo herreriano, una de las primeras iglesias contrarreformistas de España. Fue mandada construir por doña Magdalena de Ulloa como panteón familiar, su diseño recuerda al mismísimo Monasterio de El Escorial. De hecho, muchos la conocen como 'El Escorial de Campos'. Ejerció gran influjo en España y fue tomada como modelo casi exclusivo de todas las iglesias jesuíticas que se construyeron hasta bien entrado el siglo XVII, llegando a formar escuela. Su interior alberga tesoros artísticos como el retablo mayor de alabastro, diseñado por Juan de Herrera y una colección de imágenes atribuidas a Gregorio Fernández y Sebastián Ducete.

En la colegiata no hay que perderse la visita al museo, a la Sala de los Fundadores (hoy sala de espera), a las grandes pinturas del maestro de la perspectiva Francisco Gutiérrez, a la gran colección de ornamentos sacerdotales, al Cristo de Lepanto, a los restos de una bandera turca procedente de la Batalla y a los recuerdos de la botica del Hospital de la Magdalena.

La Iglesia de San Pedro, de sobrio mudéjar, ofrece también un recorrido por la escultura religiosa de los siglos XVI y XVII, con un retablo mayor firmado por Mateo Enríquez y preciosas imágenes como la de San Blas, patrón de la villa. Por su parte, el Castillo-Palacio de los Quijada, en recuperación gracias al proyecto 'QU1554', es el gran baluarte del pasado señorial de Villagarcía. Desde su Torre del Homenaje se puede contemplar un precioso paisaje de campos de cereal a las orillas del Sequillo, unas vistas que invitan al paseo y al disfrute de su flora y fauna. Y es que, la localidad presume también de impresionantes espacios naturales como la Laguna, que en otros tiempos recogía el agua de lluvia, y que ha sido recientemente acondicionada, también la histórica Fuente de Cañicorrales, que recuerda los primeros sistemas de traída de agua del siglo XVI.

Vinculados al municipio hay otros grandes nombres, tales como el Padre Hoyos, considerado como el principal apóstol de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús en España que, con 11 años, llegó aquí como colegial y a punto de cumplir los 15, ingresó en el noviciado de la Compañía de Jesús en la localidad.

También el Padre Isla, que en 1753 encontró la tranquilidad en este pueblo para escribir la obra que le ha otorgado fama universal: la Historia del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas, alias Zotes.

Consciente de su inmenso legado, el Ayuntamiento de Villagarcía impulsa desde 2014 el proyecto 'QU1554, Juan de Austria', que pretende consolidar y poner en valor el castillo y su patrimonio. Esta iniciativa también integra la 'Ruta de Jeromín a Juan de Austria', que conecta Villagarcía de Campos con otros enclaves históricos como Wamba, Urueña, Torrelobatón y San Cebrián de Mazote o La Santa Espina.

De esta forma, Villagarcía no sólo preserva su pasado, sino que se ha propuesto mirar al futuro como destino cultural y turístico de referencia en Castilla y León.

Sin duda, el castillo, la Colegiata y el paisaje que rodea la localidad, forman parte de una oferta cultural y turística que no deja indiferente a aquel que visita esta tierra.

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