Saelices de Mayorga, historia viva a orillas del Cea

A siete kilómetros de la localidad de Mayorga, en el norte de la provincia de Valladolid, se encuentra Saelices de Mayorga, un pequeño municipio que esconde un pasado ligado a la vida monástica y al paso de las cañadas trashumantes.

Su origen se remonta al año 924, cuando los benedictinos del monasterio de Sahagún fundaron un cenobio en la zona. Bajo su amparo nació la localidad, entonces conocida como San Felices. El pueblo recibiría posteriormente privilegios reales de Fernando IV en 1306 y de Alfonso XI en 1336, prueba de su importancia en la Castilla medieval.

Hoy, Saelices de Mayorga conserva ese legado en su patrimonio. En el caso de su iglesia parroquial, San Pedro Advíncula, mezcla el románico original con sucesivas reformas realizadas a lo largo de los siglos. Del templo primitivo se conservan la portada con arquivoltas apuntadas y parte de la estructura. A comienzos del siglo XVI se modificó su orientación, integrando el antiguo ábside como parte lateral del nuevo edificio. La torre, de dos cuerpos de piedra y uno de ladrillo, se alza a los pies del templo como símbolo del paso del tiempo.

En su interior, la iglesia alberga esculturas de distintas épocas: un San Roque del siglo XVI, un Cristo articulado del XVII, y piezas barrocas como San Antón o San Pedro en cátedra.

En la sacristía destacan una Virgen del Carmen del XVIII y un Cristo del segundo cuarto del XVI, que revelan la riqueza artística acumulada durante generaciones. A las afueras, la ermita de la Virgen de Campablo, modesta en ladrillo y tapial, completa el conjunto religioso que se encontrará el visitante.

Sin embargo, uno de los elementos más queridos del municipio está en riesgo: el Puente de Mayorga, de origen medieval, cruza el río Cea dentro del trazado de la histórica Cañada Real Leonesa Occidental. Forma parte de una ruta de senderismo que conecta Saelices con Mayorga, bordeando el río, el Molino de Arriba, la Ermita de San Vicente y un valioso bosque de ribera. Desde el entorno se señala la preocupación por su deterioro progresivo, ante la falta de recursos para su restauración, lo que amenaza no solo un elemento arquitectónico, sino una parte esencial de la memoria del lugar.

Por último, cabe mencionar que las fiestas de la localidad se celebran el primer día de agosto y están dedicadas a San Pedro Advíncula. La cita suma grandes verbenas y otra serie de actividades para el disfrute general. El 16 de julio se celebran las Fiestas de la Reliquia.

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