Un gol a falta de dos minutos permite al Viveros Herol Nava salir de los puestos de descenso

«Tal vez lo que te hace grande no entienda de cómo y por qué, tal vez lo que te hace grande, no sea difícil de ver, tal vez cada guiño esconda la llave que intentas tener ( ...) No hay colisión ni ley, ni gravedad que te pueda hacer caer, aunque tiren a dar...». A veces una canción, de esas que se convierten en formidables radiografías de un sentimiento, sirve mejor que cualquier otra narración de lo que ocurre en una cancha cuando entran en acción todos los condicionantes que rodean, que explican, que definen y que integran un club como el Balonmano Nava. Da igual que ganen o pierdan, porque siempre son ejemplares, dentro y fuera de la cancha, y en el juego dan más que lo tienen (que es mucho) y para sacarles de una pista tienen que golpearles muchas veces en la cabeza.

El Nava es ejemplar por su firmeza, por su filosofía y por su forma de entender y relacionarse con un deporte que cuando lleguen a crispear el ADN de los naveros, seguro encuentran trazas de buen balomnano.

El partido de ayer, siendo uno más, supone un buen ejemplo de lo que es este club y este equipo. Desde el homenaje que dieron a sus lesionados y a los chavales que vienen en las categorías inferiores llevando el nombre de Nava por toda la comunidad, pasando por la puesta en escena, con un calentamiento coreografiado, que se jalea como una danza tribal, pasando por las conjuras, exhortaciones y arengas del grupo, dirigidos por los veteranos del grupo, sobre los que emerge desde el vestuario la figura imponente de Carlos Villagrán. Mucho más que un capi, el 14 ayer zarandeó de nuevo a los suyos cuando peor estaba el grupo, liderando una reacción en los últimos minutos de la primera mitad gracias a su disposición omnipresente atrás y adelante.

Cuando Nava parecía perdido, sin soluciones, se erigió como lanzador de un grupo que hasta ese momento no encontraba sensaciones en la cancha. Enfrente había un Covadonga fornido, que pisaba fuerte en ataque y combinaba con frescura. Senovilla había apostado por una sexteto muy físico, que trataba de anticipar y asfixiar al rival, sin que salieran las cuentas y los lanzadores gijones se encontraron media docena de veces delante de Miranda primero y de David después, sin que nada pudieran hacer.

Los visitantes se encontraban cómodos, muy cómodos. y abrieron distancias hasta doblar en el marcador a los locales (5-10) pasado el ecuador del primer tiempo. Pero llegó el momento pliegue del partido y ahí colaboraron los árbitros, que estuvieron muy desafortunados durante todo el encuentro y fijaron la atención en los pequeños detalles (esos que desconciertan más a los jugadores...) dentro de un encuentro duro, que los visitantes quisieron llevar un poco más allá.

Fue entonces cuando apareció Villagrán para levantar la mano. Dos robos en defensa que lanzaron sendas contras, otras dos asistencias en ataque que Darío Ajo y Dani Simón sólo tuvieron que fusilar ante Jorge y por último anotar él mismo un tanto más en medio del ensordecedor ambiente que se había creado en el pabellón navero.

Agarrotamiento

Acababa la primera mitad con un partido que parecía bien encarrilado y sin noticias del meta rival, para muchos un cancerbero sublime, fuera de categoría. Si Nava había encontrado la fluidez corriendo más ligeros y buscando la velocidad, en la reanudación el técnico visitante quiso anular la hemorragia desde el principio y, en lo que respecta a la disposición táctica, situó a Ancizu en una vigilancia muy próxima sobre Villagrán, secundado por el veterano Alexis en labores igualmente avanzadas, trabando el movimiento circular por el exterior de los locales, que entraron en un bucle en el que de nuevo las pérdidas de balón y las jugadas a medio hacer se imponían.

Pero sobre todo surgió una nueva figura que amenazó con gobernar el encuentro. El meta visitante Jorge Martínez había calentado en el primer tiempo y realizó un despliegue de facultades en la reanudación que nubló y acongojó a los lanzadores naveros, que luchaban por tratar de sacar su balonmano de un cuerpo rígido y agarrotado por la tensión de lo que había en juego.

Con solo dos cambios para cambiar las piezas en defensa y ataque, Covadonga quiso morir exprimiendo sus armas. Defensa intensa, obstaculizando el movimiento de pelota navera y ataques largas, extenuantes, pesados, manipulados y manoseados hasta decir basta.

Senovilla volvió a dar entrada a Miranda, en una recta final de partido donde el veterano guardameta se desquitó sobradamente del irregular arranque de partido. Todo era bruma y neblina, empujones, errores no forzados y cada gol significaba medio partido. Nava había hecho 15 goles en la primera parte, pero en esta segundo, se bastó con menos de la mitad (7) para conquistar un triunfo que, a falta de 2 minutos era incierto con un empate a 21.

En un asfixiante final, Alberto Camino culminaba una gran jugada colectiva con el 22-21 que defendió con febril actitud todo el equipo, encontrando como corolario una enorme intervención de Miranda a falta de segundos que abrochó el triunfo ante la algarabía del pabellón.

Con esta gran victoria y la derrota de Amenabar en su feudo ante Ciudad Real (próximo rival navero) el conjunto segoviano sale momentáneamente de los puestos de descenso.