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nacho barrio
Miércoles, 1 de julio 2015, 20:57
Aquella niña rápida y delgada que jugaba al fútbol con los chicos en Bernardos cuelga las zapatillas. El tiempo pasa y Raquel de la Cruz, ya exjugadora de balonmano recuerda, café en mano y sonrisa por bandera cómo ha sido su carrera, con la que ha llevado el nombre de Nava de la Asunción más allá de nuestras fronteras. Una trayectoria de la que sentirse orgullosa y donde la suerte, de diferentes maneras, ha sido una gran compañera de viaje.
¿Cómo empezó todo?
En Nava, como a lo que tienes que jugar es al balonmano no me quedó otra (risas). Siempre he sido muy movida y me ha gustado el deporte, por lo que al llegar a benjamines empezamos a ir a Nava a jugar y allí hice muchas amigas con las que me lo pasaba genial, que en eso consistía.
Y aquello siguió hacia delante...
Llegamos a cadetes y ya se iba viendo que era muy difícil mantener el equipo femenino porque la gente lo fue dejando, quedábamos cuatro y solo jugábamos, porque no había tiempo para juntarnos y entrenar. Fuimos a Valladolid y llegó la época de juvenil, donde pensé en dejarlo pero recibí la llamada de Genaro, que entrenaba en Salamanca y me dijo que fuera para allá. Todos los viernes empecé a ir allí, jugando en la Primera de entonces. Cuando se acabó aquella etapa pensé de nuevo que lo iba a dejar...
Pero no.
No, no, me llamaron de Alcobendas y no me lo pensé dos veces. Allí empecé de forma más profesional, subimos en dos años a División de Honor y de ahí fuimos para arriba. En ese momento aprendí lo que era el balonmano, a armar el brazo, a entrenar mañana y tarde Ahí fue el salto.
Ahí aprende a jugar de verdad.
Sí. En categorías inferiores era una chica rápida y con eso me bastaba, ¡nunca había tirado desde fuera! (risas). Me pusieron de lateral y fui una esponja, mejorando muchísimo en poco tiempo. Estuve allí cinco años y después me fui de Erasmus a Dinamarca, donde pude jugar y disfrutar del balonmano a un nivel completamente diferente.
Cuénteme esa aventura.
Escribí antes de ir para ver dónde podía entrenar y al poco contaron conmigo. Viajamos a jugar un torneo a Alemania y fue todo rodado, aunque hubo algunos problemas con el tránsfer. Se solucionaron rápido y pude disfrutar de una cultura involucradísima con el balonmano. Jugué las semifinales de la copa danesa y aquello, con el pabellón lleno, fue una gozada. Había hasta servicio de lavandería... otro nivel.
¿Cómo fue volver a España?
Me ofrecieron quedarme pero no me cuadraba, viví la experiencia y me quedé con eso. La vuelta fue complicada porque coincidió con la crisis de Alcobendas y otra vez volvieron los problemas con el tránsfer. Hasta que se resolvió volvieron algunos fantasmas, ya que aunque seguía entrenando, me decían al próximo partido juegas y nunca llegaba la hora. Lo recuerdo como una anécdota a pesar de que en ese momento me costó.
Después llegó la etapa leonesa.
Acabé la ingeniería técnica y sin pensármelo me fui a León a hacer la superior. Entré en el Cleba, que en ese momento tenía grandes jugadoras, teníamos un equipazo, lo que pasa es que en pretemporada me rompí la rodilla (risas). La verdad es que aprendí un montón de aquella lesión, me hizo ver el balonmano desde fuera que falta me hacía. No obstante, a los cinco meses volví a jugar, tenía unas ganas de volver tremendas.
-Al acabar recaló en el Balonmano Aula de Valladolid. Creo que ese fichaje va más allá de lo deportivo...
La verdad es que sí, mi novio (Alberto Camino, del Balonmano Nava) y yo llevábamos tiempo en la distancia y teníamos ganas de estar más cerca, por lo que Valladolid era buena opción. En lo deportivo no me esperaba aquella temporada, pero las chicas a pesar de ser novatas hicieron un año... ¡Vaya equipazo! Me lo pasé pipa con ellas.
-Y vuelve Alcobendas.
Me llamaron para trabajar en Madrid y tocó volver, fui sin saber si la oportunidad laboral me permitiría jugar al balonmano. Pero aunque no lo sabes... en el fondo quieres jugar. Ha sido un buen año pero duro, ya que trabajo en Getafe y llegar a Alcobendas significaba no pisar apenas por casa. Ha habido momentos en los que estaba agotada, pero ha merecido la pena.
¿Ha costado tomar la decisión de retirarse?
No me ha costado porque me ha venido dado, entre el trabajo y lo que acarreo de la rodilla era inevitable. Me dolió no jugar los últimos partidos y ahora temo que llegue el síndrome de abstinencia. De momento lo llevo bien porque estoy de vacaciones, pero cuando llegue septiembre ya te contaré...
¿Mantendrá alguna vinculación con el deporte?
El año pasado empecé en el proyecto del Handball Valladolid, al que se fueron uniendo jugadores como Yeray Lamariano. Me encanta trabajar con niños, y creo que hay que hacer hincapié en los valores que faltan en la sociedad y que se pueden inculcar con el balonmano como herramienta.
Escuchando su trayectoria da la impresión de que la vida siempre le ha tenido preparada una sorpresa.
Sí sí, siempre ha sido así. De imaginarme que se me iba a acabar el balonmano año a año he pasado ha tener una carrera larga. He tenido mucha suerte, allá donde he ido siempre me han abierto las puertas y he estado cómoda, lo que me ha dado el balonmano siempre ha sido muy bueno y por eso ahora me cuesta dejarlo. Las experiencias en la selección autonómica y nacional ya, para qué contarte.
Aquello tuvo que ser increíble.
Eso fue el top, porque conseguimos el subcampeonato de Europa y fuimos cuartas del mundo. Vas pensando en disfrutar pero ves que el equipo va a más, además cuando ganas el ambiente es buenísimo.
¿Cómo es eso de que a una le llamen para la selección? A los mortales no nos suele pasar...
No, es que no es nada normal. Cuando me llamó el entrenador de Salamanca para decirme que entraba en la convocatoria no le quería creer. Luego vas allí y ves que igual no estás tan lejos de esa gente a la que admiras. Ahora la selección tiene un nombre, pero entonces nadie apostaba por nosotras. Éramos cuatro amigas y conseguimos estar arriba.
¿El balonmano es una buena excusa para la amistad?
Lo que me llena de este deporte es su gente, porque tienen unos valores muy parecidos a los tuyos.
¿Cómo está el balonmano femenino?
Hay grandes diferencias con los chicos, sobre todo en presupuestos. Hay que quitarse el rol de deporte masculino, hay gente que me ha preguntado que si también había mujeres que jugaban a esto... Hay que ir poco a poco dando pasos. Recuerdo como en Dinamarca había hasta bajas maternales y las embarazadas eran recolocadas. Confiemos en Las Guerreras, con los medios que tiene el deporte femenino se alcanza un nivel impensable.
Hablando de pocos recursos y gran nivel, ¿Cómo ve lo del Balonmano Nava?
Poco se puede decir. No es un trabajo de dos años, cuando el equipo estaba en Segunda, sin resultados, ha habido gente echando todas las horas del mundo. Se han hecho las cosas muy bien y lo que es más importante, se están dando los pasos para mantenerlo. Es imposible hacerlo mejor.
Si pudiera volver atrás, ¿cambiaría algún aspecto de su trayectoria deportiva?
Creo que no, las decisiones que he tomado han terminado saliendo bien, desde luego no me arrepiento porque de todas me llevo grandes cosas del balonmano.
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