'Permafrost': la crónica generacional de un vacío existencial
Eva Baltasar presenta su primera novela en la librería La Otra, de Valladolid
Una de las técnicas más habituales en terapias de salud mental es hacer que el paciente escriba su biografía en cuatro páginas. Cuando Eva Baltasar lo hizo, le pareció que su vida era aburridísima. Sin embargo, le sedujo la idea de una mujer contando su historia en primera persona. En esa lid entre dar más libertad a esa voz narrativa que emergía y su tratamiento médico, la poeta y escritora empezó a mentir, a fabular con las cosas que le decía a su psicóloga hasta que terminó por dejar de visitarla, y cedió a lo que hoy es 'Permafrost', su novela debut; una crónica generacional de un desencanto y un vacío existencial marcado por el individualismo aislacionista y la fobia a la implicación emocional, que ayer se presentó en la librería La Otra.
«Mi protagonista es hija de su tiempo», explicó Baltasar, sobre ese innombrado personaje principal femenino que vehicula la obra, tanto por dar voz al principal flujo de discurso narrativo como por el hecho de portar, a sus espaldas, todo el argumento literario: «Carga con un vacío existencial que en un principio se ve injustificado. ¿De qué se queja si parece que lo ha tenido todo?» Y sin embargo esa nada surge también a aquellos que «todo lo han tenido sin haberlo luchado ni sufrido», en un mundo marcado por el individualismo y el egocentrismo.
De ese egoísmo casi hecho virtud emerge el titular 'Permafrost', en referencia a la membrana o barrera que la protagonista levanta para «aislarse del mundo y, a la vez, protegerse». Así, la joven persiste en su empeño de vivir con intensidad y con un sentido, juzgando desde el cinismo a una sociedad de la que se distancia, percibiendo el mundo como agresivo contra ella; desde la sobreprotección de una madre neurótica hasta la adicción de su hermana Cristina al bienestar emocional, a la psicología positiva y a la ciencia de la felicidad: «Las dos hermanas son víctimas diferentes de un mundo hostil al que hay que sobrevivir, donde pueden encontrar lagunas de felicidad y otras cosas que cuestan mucho más».
Es ese 'Permafrost' que protege a la protagonista a la vez su impedimento para sobrevivir dentro de las dinámicas que rigen nuestra sociedad: «Es una habitante de su esfera privada; la esfera social le amenaza y solo cuando ve que tiene que abrirse al exterior es cuando encuentra problemas: ella preferariría sobrevivir dentro de una casa, sin tener que atacar la vida». Para la autora, «la personaje principal es muy honesta consigo misma y con el lector, pero en sus relaciones miente, y mucho, para seguir protegida y sobreviviendo». Férrea y combativa contra cualquier intento de penetrar en su intimidad, aquejada de pensamientos suicidas y rehuyendo incluso a tomar la medicación, «otra de las señas de identidad que caracterizan nuestra época», su discurso se extiende a lo largo de ciento treinta páginas hasta esa conclusión final donde, «en una especie de abismo hacia una forma de suicidio, tiene que decidir si se inmola y a la vez se humaniza o si, por el contrario, no evoluciona».
Estilo y futuro
Quince años llevaba Eva Baltasar publicando poesía en verso libre cuando decidió a dar lo que se niega a denominar como 'salto'; este paso a la novela donde la transición ha sido mucho menor de lo que otros autores señalan: «En mi caso he encontrado más diferencias en lo temporal; un poemario se zanja en dos o tres meses mientras que esta novela te ata a un personaje y te arrastra durante mucho más tiempo». Adicta a su protagonista («era como una droga»), Baltasar culmina la primera redacción de 'Permafrost' a nivel argumental entre los años 2015 y 2016, y después se dedica a cuidar su estilo hasta aproximarlo más a la estética poética, mediante el cuidadoso esmero del lenguaje y la búsqueda de la belleza entre las palabras y su orden dentro de las frases: «Resultaba fundamental hallar ese ritmo; volqué ahí todo el bagaje de mi aprendizaje como escritora de poesía, pero más allá no me he encontrado con grandes diferencias».
'Permafrost' se encuentra carente de personajes masculinos con un mínimo de relevancia, y por extensión de una violencia sistémica tan presente hoy en las recuperadas literaturas en primera persona con voz de mujer: «No sé si por casualidad o por elección, ha sido el espejo de mi vida donde realmente no hay muchos hombres», apunta la escritora. Esta novela será la primera parte de una trilogía conceptual (de historias independientes conectadas por el protagonismo de tres mujeres diferentes) donde Baltasar tratará, entre otras temáticas, la maternidad o la relación en pareja, unidas a inquietudes más transversales como la infidelidad, la precariedad o la sociedad; tras la cual vendrán las ya bautizadas 'Mamut' y 'Boulder'.
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