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¿Cuál es el origen de la expresión 'andar de la Ceca a la Meca'?

Un nuevo capítulo de la serie web 'Palabras y palabros'

El Norte

Valladolid

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Viernes, 1 de marzo 2019, 18:12

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Andar de la Ceca a la Meca es ir de una parte a otra, de acá para allá, buscando algo o sin objeto preciso y determinado.

Parece, pero no está del todo claro, que ni ceca hace referencia a 'casa de moneda' ni meca a La Meca, la ciudad sagrada de los musulmanes.

Covarrubias, en el Tesoro de la lengua castellana o española (1611) dice que Ceca se llamó a «cierta casa de devoción en Córdoba a do los moros venían en romería y de allí se dijo andar de Ceca en Meca». Unos años más tarde, Gonzalo Correas registra en su Vocabulario de refranes frases proverbiales (1627) el refrán andar de ceca en meca y los cañaverales con un significado semejante al que tiene en la actualidad. Dice así: «dícese de los que andan de una parte a otra y en partes diferentes, vanamente ocupados y sin provecho». Y no le veía relación con la mezquita. Más bien -decía- son palabras enfáticas, fingidas, pronombres indefinidos de lugares diversos que no se nombran, como zanquil y manquil o zoco y colodro.

Lo cierto es que estos dos lugares, si es que son efectivamente lugares, han intrigado a los estudiosos de los refranes. Ceca es una palabra de procedencia árabe que significa 'casa donde se labra moneda', un lugar en las antípodas de la espiritualidad de La Meca, de ahí que la persona que va de la ceca a la meca deambula alocadamente tanto en el sentido físico como en el de las ideas.

Los cristianos de la península ibérica dieron el nombre de ceca a la mezquita de Córdoba, uno de los lugares de devoción para los musulmanes, que la frecuentaban con romerías y peregrinaciones, y de ahí parece que salió el proverbio.

Cervantes puso en boca de Sancho Panza este refrán, integrado en el discurso: «y lo que sería mejor y más acertado...fuera el volvernos a nuestro lugar...dejándonos de andar de ceca en meca y de zoca en colodra».

José María Iribarren, en El porqué de los dichos, sostiene que carece de fundamento la hipótesis de ceca como casa de moneda o en alusión a la mezquita de Córdoba y se inclina por la hipótesis del sonsonete y la atracción fonética, argumentando que existen en la lengua muchas frases de repetición proverbiales en las que entra la letra eme como inicial en la segunda voz. Y pone ejemplos como el oro y el moro, ágilis mójilis, corriente y moliente, orondo y morondo, teje maneje, tiquis miquis, fulano y mengano...

Pero Iribarren fue más allá. Y en su exhaustivo análisis de la expresión la relaciona con el dicho catalán correr de Ceca a Meca y los valles de Andorra, y explica que cerca de la villa de San Julián hubo un antiguo castillo llamado la Ceca y junto a otro pueblo llamado Ondino existió otra fortaleza llamada la Meca, de modo que para pasar de Ceca a Meca había que recorrer los valles de Andorra. Hipótesis para todos los gustos.

Lo cierto es que hoy a Ceca y Meca le ponemos artículo y lo escribimos con inicial mayúsucla, tal vez en la creencia de que son dos lugares con nombre propio. Pero antes se escribía sin artículo y con minúscula (al menos así se encuentra documentado), lo que avala la interpretación de que se trata de una fórmula rimada con rima consonante, sin más significado que servir de refuerzo la una a la otra.

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