Qué pasa con el amor después del amor y un ejercicio brutal de periodismo en Filipinas
Las recomendaciones literarias de la semana incluyen 'Que alguien los mate', de Patricia Evangelista, una reflexión sobre la enfermedad en 'Lluvia pequeña' y las crónicas sentimentales de Laura Ferrero
Las propuestas literarias de esta semana incluyen un ejemplo de crónica periodística en Filipinas, un relato sobre la enfermedad en un hospital de Estados Unidos y qué ocurre con el amor cuando este deja de existir.
'Que alguien los mate', Patricia Evangelista
«Escribí sobre cosas horribles que habían sucedido porque esas cosas jamás deberían haber ocurrido y jamás deberían volver a ocurrir» (33)

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'Que alguien los mate' Patricia Evangelista
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Tránsito 208 páginas. 19,90 euros.
Dice Patricia Evangelista que su trabajo consiste «en ir a lugares donde la gente muere». «Hago la maleta, hablo con los supervivientes, escribo sus historias y luego vuelvo a casa y espero la próxima catástrofe. Nunca tengo que esperar demasiado» (23). De un accidente a una inundación, de una matanza a un terremoto. Durante años, esta periodista filipina tuvo que contar la muerte de decenas de personas asesinadas por las fuerzas de seguridad de su país, bajo el mandato del presidente Rodrigo Duterte. 'Que alguien los mate' es un brutal ejercicio periodístico, una crónica tan terrible como bien escrita, de un episodio de violencia en Filipinas que Evangelista contó como reportera de la agencia Rappler. El presidente Duterte (2016-2022) hizo la promesa «de destruir a cualquiera -sin cargos ni juicio- que él mismo, la policía o un número indeterminado de justicieros sospecharan que consumía o vendía droga» (15). El objetivo era acabar con el narcotráfico a balazos. Asesinar a todo aquel que se sospechara que era narco, camello, traficante, alcalde que permitiera el trapicheo en su pueblo, abogado que defendiera a los drogadictos, abogados pro derechos humanos. «A veces eran niños, pero igualmente los mataban, y el presidente los calificaba de daños colaterales» (27). La estrategia de Duterte era sencilla: erigirse en salvador, presentarse como la solución a un problema que en realidad no se atacaba de raíz. «Nunca mató a la fuente de las drogas» (351): El mercado, a pesar de tanto asesinato, continuaba. Pero daba igual, Duterte podía presentarse como un hombre que ponía orden aunque fuera a costa de los derechos humanos y de generar más caos aún. «Lo horrible devino en cotidiano bajo un estruendo de aplausos» (33).
Evangelista cuenta este episodio terrible de violencia en su país. No había presunción de inocencia ni juicio ni defensa. Si pensaban que vendías droga, dos tiros. Si había dudas sobre qué hacías de noche por la calle, dos tiros. Si eras «enemigo», dos tiros. Evangelista narra la historia de varias víctimas, de policías que ejercieron como justicieros, de políticos que miraron para otro lado, de familias destrozadas... Lo hace con pulso periodístico para mostrar cómo se deshilacha la democracia en defensa de una pretendida seguridad y cómo hay gente dispuesta a renunciar a sus derechos por un pretendido orden social que en realidad no es tal.
Y todo esto, con unas fantásticas reflexiones sobre el lenguaje. «Las palabras sencillas son precisas. Significan exactamente lo que significan», defiende Evangelista en la página 23. Y, a lo largo del libro, no faltan las reflexiones sobre el significado de las palabras y cómo en ocasiones los políticos y los propios medios utilizan vocablos oscuros, ambiguos, para intentar ocultar lo que significan en realidad. Hay gente que no muere, sino que la matan, por ejemplo. Esta exploración del lenguaje es muy interesante en un libro portentoso que brinda lo mejor del periodismo literario y de investigación.
'El amor después del amor', Laura Ferrero y Marc Pallarès
«Tirarse en paracaídas resulta más fácil -y entraña menos riesgo- que sentarse junto a un extraño que parece conocernos de siempre» (200)

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'El amor después del amor' Laura Ferrero y Marc Pallarès
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Alfaguara. 240 páginas. 21,90 euros.
«Los finales acostumbran a ser mucho más complicados que los principios», escribe Laura Ferrero (123) en estas crónicas del desamor ilustradas por Marc Pallarès. Así que, vayamos a los finales. Las últimas palabras del libro dicen que sin el desamor «la historia del arte sería más corta» y, además, «mucho menos divertida» (235). Por eso, tantas personas han convertido en arte lo que ocurre después del amor. Hay canciones, cuadros, performances, libros y esculturas, películas, muchas películas que hablan de relaciones que se rompen o se están rompiendo, que acabaron pero no del todo, que se finiquitaron sin que se escribiera en su sitio el punto final. En capítulos cortos (y con la ayuda de muchos de estos artistas), Laura Ferrero hurga en las cicatrices que deja el amor cuando se marcha. Por estas páginas desfilan Bad Bunny y Juan Carlos Onetti, Adele y Sylvia Plath, Kierkegaard y David Bisbal. Todos ellos han dedicado parte de su obra al desamor. «El amor tiene la misma explicación que el final del amor, es decir, ninguna» (13). Y aún así, nos empeñamos en buscarle razones. Y el arte, para eso, puede ser un buen aliado. A través de la pintura, la escritura, la música... alguien puede regodearse en el dolor del abandono, exorcizar demonios por lo que ya no es, resucitar recuerdos de tiempos mejores o sanar las heridas que provocaron tiempos peores. El arte ayuda a ordenar las ideas después de una ruptura. Y Laura Ferrero recupera algunas obras que lo intentaron. Basquiat le pidió a Madonna que le devolviera los cuadros que le regaló para, de nuevo en sus manos, pintarlos de negro y así intentar olvidar lo que hubo entre ellos. Eric Clapton compuso 'Layla', la historia de un amor no tan imposible con Patty Boyd, la mujer de George Harrison. Hay sabrosas interpretaciones de películas como 'Lost in traslation', 'Olvídate de mí' o la trilogía de 'Antes del amanecer', donde se da una historia fantástica. La de la mujer que inspiró las citas de ese trío de películas. El director, Richard Linklater, confiaba en volver a encontrarse con aquella mujer, ahora que el primero de los filmes se había estrenado. Lo que tardó mucho tiempo en saber es que aquella mujer inspiradora falleció antes del estreno y nunca pudo ver la película que ayudó a crear. En fin, que este es un libro lleno de historias curiosas y emocionantes para pensar en aquello que pasa cuando pasa el amor.
'Lluvia pequeña', Garth Greenwell
«Nadie sabe cómo vivir. No hay forma de saberlo, todo lo que digamos es una chorrada, totalmente arbitrario, verdadero o falso por casualidad. No existen artes de vivir» (119)

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'Lluvia pequeña'. Garth Greenwell
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Random House 296 páginas. 22,90 euros.
Hay unos versos de un poeta anónimo que el narrador recuerda ahora que está ingresado en la UCI del hospital. Dicen: «Viento del oeste cuando soplarás / la lluvia pequeña llover podrá» (53). Y el ahora enfermo, que es poeta, profesor de Literatura, explica lo difícil que es encontrar un sentido a la literatura, al arte, también a la vida. ¿Qué significa eso? Tal vez el primer verso, con esa idea del oeste, es una mirada hacia el ocaso y la muerte que anhela. Pero aparece entonces una lluvia pequeña. Para recordarle, tal vez, que está vivo. O que nada, por pequeño o grande que parezca, será tan definitivo como esa muerte que parece esperarle a la vuelta de la esquina. El caso es que no queda del todo claro lo que el poema quiere decir, porque tampoco hay nada claro ni definitivo en esta vida. Sí que parece, en todo caso, que en esos versos hay una reflexión en torno al valor que le damos a lo que ocurre cuando sabemos que la muerte nos acecha. 'Lluvia pequeña', el nuevo libro de Garth Greenwell, es un artefacto literario con coqueteos supuestamente autobiográficos que el autor ha echado por tierra en varias entrevistas. Esta es la historia de ese poeta y profesor de literatura que es ingresado en un hospital de Estados Unidos después de sufrir una extraña crisis que deriva en una afección coronaria. Los médicos no atinan a saber si el origen es vírico o de otro tipo. Así que, mientras le hacen mil test, el narrador debe permanecer una larga temporada en el hospital, asaetado por el dolor, desorientado ante tantas pruebas, desconcertado porque nadie le dice exactamente qué es lo que le pasa. Y sobre todo, asustado porque en cualquier momento se puede morir. ¿Y si voy a morir ahora, que ni siquiera he llegado a los 50 años, qué sentido ha tenido todo? 'Lluvia pequeña' explora esa indefensión del paciente, el miedo a la enfermedad y la incomprensión ante un cuerpo que nos traiciona. «Qué cosa más rara es un cuerpo, pensé, qué inquietante resulta estar lleno de sangre y cubierto de pelo, ser una máquina en la que cualquier componente puede fallar, y qué raro haberlo olvidado tanto cuando siempre había prestado tan bien servicio» (241). Él, que tanto había odiado su propio cuerpo (sin otra razón que lo físico), se encuentra ahora con una carcasa que empieza a fallar. El autor aprovecha esta imagen para colar algunos episodios personales, como la reforma que llevan a cabo en una casa que compran de segunda mano para encontrarse que tiene (como parece que también el autor) fallos en sus cimientos: una grave dolencia en las vigas (las arterias) que puede que haga por colapsar el edificio. Estos meandros biográficos (sobre la casa, la hermana, cómo conoció a su pareja, un poeta español) son quizá demasiado extensos, pero sirven para subrayar la delicada situación del narrador en la actualidad, cuando está solo en un hospital hostil. Y para combatir la enfermedad, además de los cuidados, de la química y los avances médicos, tiene también la compañía, el amor (aunque sea en la distancia) de los suyos y el consuelo del arte, arte que también funciona como medicina. Porque aunque la máquina sea necesaria (el cuerpo que nos contiene), la vida es menos vida si no cuenta con ese disfrute sensorial que nos proporcionan la música, el amor, las amistades o la literatura. 'Lluvia pequeña' es, en fin, una reflexión sobre la vida cuando la enfermedad se asoma y sobre cómo nos agarramos a esas fuentes de disfrute para dotarla de sentido.
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