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Los libros de la semana

La 'Oposición' de Sara Mesa y un libro hecho de eternos veranos en 'Estival'

Las propuestas literarias de esta semana incluye un curioso experimento narrativo (donde cada capítulo es un estío) o una novela protagonizada por mujeres atravesadas por una dolorosa casualidad

Víctor Vela

Valladolid

Sábado, 5 de julio 2025, 10:11

Un hombre que muere en la calle al ser golpeado por un suicida que se arrojó por el balcón. Una mujer que entra en la administración sin saber muy bien en qué consiste su trabajo. Un hombre que evoca todos los veranos de su vida. Son las tres propuestas literarias de esta semana.

'Oposición', Sara Mesa

«Crear una forma verbal nueva: la cuarta persona del singular. Ni yo ni tú ni ella, sino alguien más allá que pudiera observarlo todo en la distancia sin tener por qué formar parte de los dicho» (167)

  • 'Oposición'. Sara Mesa

  • Anagrama. 232 páginas. 18,90 euros.

Sara, la narradora, cuenta esta historia desde un futuro que se adivina tranquilo, cómodo, asentado. El futuro de alguien que ha conseguido lo que quería y que cuenta ahora, tiempo después, esos momentos de zozobra que vivió cuando entró a trabajar en la administración. Hace años, gracias a un enchufe, a que alguien «movió los hilos» (28), Sara entró a trabajar en una consejería. Con una «interinidad por vacante» (13). Llegaba a primera hora de la mañana, se sentaba en su puesto de trabajo y allí se pasaba las horas sin que nadie le dijera muy bien lo que tenía que hacer. La primera parte del libro es un retrato (divertido, analítico, demoledor) sobre los excesos y las trabas de la burocracia, las rencillas entre compañeros, una radiografía sobre la vida en una oficina que echa mano de los tópicos sin caer en lo típico. El libro nos confronta con una realidad administrativa cargada de papeleos incomprensibles, órganos incompetentes, desembolsos económicos superfluos, un lenguaje burocrático incomprensible tanto para el funcionario como para el ciudadano (qué buenas esas páginas 93 y 94 escritas con ese pseudo idioma de la administración).

En un escenario lleno de pasillos vacíos, oficinas extrañas y cafeterías repletas, por aquí desfilan expedientes perdidos a saber en qué estanterías, anotaciones internas sin las que nada se puede mover, funcionarios que están de baja (y como nadie más sabe lo que hacen, su trabajo queda por resolver), trabajadores que quieren agilizar las resoluciones y son mal vistos por los compañeros porque eso genera un agravio comparativo. Tipos que engañan al fichar, que se escapan del trabajo antes de tiempo. Empleados con mil categorías laborales, algunos con puestos llamados a extinguirse y que calientan la silla sin nada en realidad que hacer. «No es un libro contra la administración, sino contra la burocracia inútil de la administración»; ha indicado, la autora, Sara Mesa, en este libro de fantástico título: 'Oposición'. Porque esta palabra no solo vale para el proceso que inicia Sara, su personaje (quiere prepararse una oposición para así consolidar su puesto y su futuro). Vivir tranquila, pensará. Pero esa oposición es palabra clave también para el comportamiento que Sara asumirá en la segunda parte del libro. Después de semanas sin hacer nada, le han encomendado la recepción de quejas en una oficina de reciente creación que tramitará las quejas de los ciudadanos ante la administración. Su labor es recibir esas quejas, preparar los documentos y elevarlas a un órgano que analizará y decidirá sobre esas reclamaciones. El problema es que, después de mil campañas y gastos superfluos, apenas llegan reclamaciones. Así que Sara decide inventárselas.

Comienza así su oposición al propio sistema, lo que desembocará en una investigación interna y la apertura de un expediente que da lugar a uno de los grandes momentos de libro, cuando Sara tiene que enfrentarse con sus superiores y explicar por qué hizo lo que hizo, por qué llenó el sistema de reclamaciones falsas para demostrar que este es inconsistente desde su misma base. En el fondo, 'Oposición' es un libro (muy divertido) sobre la violencia administrativa, la sinrazón de los procedimientos burocráticos y sobre cómo toda esa estrechez aplaca la creatividad (ahí están los dibujos, los poemas, las inquietudes de Sara). 'Oposición' nos cuenta también cómo todo intento de cambiar las cosas puede quedar sepultado por el «no se puede hacer así». «La vida creativa es la única vida posible», se dice en la página 156, como recuerdo de que, frente a los corsés, hay pequeños resquicios para la rebelión, para la oposición.

'Si no fuera por las sílabas del sábado', Mariana Salomao Carrara

«El llanto es una lluvia que duele» (83)

  • 'Si no fuera por las sílabas del sábado' Mariana Salomao Carrara

  • Tránsito. 208 páginas. 19,95 euros.

Hay una extraña situación de la que Ana, la protagonista de este libro, tarda en darse cuenta. Son más felices quienes no piensan en la muerte. Pero solo aquellos que no pueden dejar de pensar en ella valoran más los instantes de felicidad. Ana acaba de quedarse viuda por una desgraciada casualidad. Su pareja, André, salía a la calle justo en el momento en el que un vecino se arrojaba al vacío. El suicida cayó sobre André y ambos perdieron la vida. Ana, que estaba embarazada, no dejará de pensar en todo aquello que podría haber hecho para evitar la muerte de André (si no le hubiera llamado, si no hubiera salido a la calle, si se hubiera entretenido dos segundos más en el portal). Y, al mismo tiempo, culpa a la mujer del suicida de no haber hecho lo suficiente para que su marido no se hubiera quitado la vida. Ana acaba de descubrir el frágil hilo de la vida: en cualquier momento se puede quebrar... pero también puede haber algo (una comida, un olor, la sonrisa de tu hija) que te anime a vivir siquiera un día más. 'Si no fuera por las sílabas del sábado' habla de esa eterna sensación inestable en el vivir. Y lo hace con una historia protagonizada por mujeres que se cuidan y se quitan de encima miedos, que se alían frente a quienes las quieren enemistar, que se rebelan contra las parejas tóxicas (la madre de Ana, la mujer que cuida de su hija) y se esmeran en la maternidad. Si la vida es delicada, la palabra clave para afrontarla es cuidado: no solo como precaución, sino sobre todo como una red de protección de personas que se cuidan entre sí.

'Estival', Guillermo Aguirre

«La vida, este estado realista entre la fantasía y la ciencia ficción» (192)

  • 'Estival' Guillermo Aguirre

  • Sexto piso 208 páginas. 19,95 euros.

«¿Qué es la vida para alguien como tú, como nosotros, que solo ha sabido encontrarla en el placer despreocupado? Un puñado de vacaciones, eso es la vida» (193), dice el narrador de 'Estival', un gozoso experimento narrativo en el que Guillermo Aguirre cuenta la vida de una persona a lo largo de todos los veranos de su existencia, en la casita familiar de un pueblo cerca de su Bilbao natal. El pueblo y sus gentes (clásicos y míticos) se convierten en unos protagonistas más en esta novela donde cada capítulo es un verano, de prosa melancólica y brillante, y donde los recuerdos se mezclan y amontonan con ese desorden inevitable de la memoria. Los primeros años de gateos y descubrimientos (en los que «solo conocemos lo que nos han contado», 32) dejan paso a una infancia en la que aparecen las aventuras y amistades, en las que el mundo de los adultos es un amasijo de secretos que tardaremos en desvelar, para dejar paso después a la adolescencia del sexo y el primer amor. Ese primer amor, Rebe, volverá en sucesivos veranos, con una historia guadianesca que se entrelaza con la vida adulta del trabajo, los padres ancianos y las enfermedades propias.

'Estival 'es una novela de retazos donde más allá de la trama (esa vida llena de meandros que se adormece en los inviernos para acelerarse en el estío), importa el estilo, con el uso de adjetivos sensoriales, comparaciones brillantes, guiños de humor al salpimentar la historia con estrofas de canciones. Y, sobre todo, el libro destaca por un habilidoso uso de la melancolía y la nostalgia, del cariño por el pasado y la incertidumbre ante el futuro, con las dudas de si hemos vivido como queríamos vivir («me pregunto si acaso hemos vivido una vida suficiente, aprovechable, digna de recuerdo», 144) y si disfrazaremos de fortaleza la fragilidad con la que afrontamos el mañana. Es imposible atravesar este libro sin una sonrisa al evocar la propia infancia y un pellizquito doloroso al reconocerse en las heridas que deja el tiempo al pasar.

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