Candeleda: de las rondeñas de agosto a la fiesta de Retumbaleda

Decía Pedro Vaquero, antropólogo, folclorista y protector sin tregua del patrimonio inmaterial, que la tradición de los cabreros de Gredos y la vida cotidiana de las gentes del pueblo de Candeleda son los principales elementos que configuran la extraordinaria riqueza de su folclore.

Así debe ser. Los cabreros y los monteros han sido los amos y señores de estas escarpaduras desde aquellos tiempos en que los vetones poblaban el castro de El Raso, una de las maravillas arqueológicas de la provincia. Como, también, en pleno monte se encuentra el santuario de la Virgen de Chilla, patrona de Candeleda y protagonista, cada año, de una impresionante romería popular.

A la semana siguiente de las fiestas de la Virgen de Chilla se celebran también las Fiestas de la Vela, con una segunda peregrinación al mítico santuario. A ellas habría que añadir todavía otras celebraciones, como las «iluminarias» de las Candelas y San Blas, ambas en febrero.

El folclore de Candeleda vive su esplendor en dos citas imprescindibles. El Festival Pedro Vaquero, en agosto, donde las rondeñas imponen su poderío a jotas, tonás, toreras, romances y malagueñas, y la Retumbaleda navideña, en la que guitarras, laúdes, almireces y botellas de anís se suman al común de zambombas y calderos para llenar de música y de alegría las calles en invierno. La riqueza de los trajes regionales y la calidad de la gastronomía dan fe de un modo de vida que se ha incorporado, desde la memoria, al ciclo festivo anual de los candeledanos.

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