Estacionar en Guiomar

D ESDE que se conoció su ubicación, la estación del AVE, en Juarrillos, no ha recibido más que críticas y constantes reivindicaciones para reconducir una situación ciertamente controvertida: desde su localización, accesos, frecuencias, precios, etc. hasta lo que puede considerarse una evidente insuficiencia de plazas de estacionamiento para los usuarios que acceden con su coche. Es decir un segmento importante de usuarios del nuevo servicio ferroviario que ADIF procura, como es lógico, que sea cada vez más numeroso.

Nadie duda de que con esta nueva dotación en el sistema de comunicaciones Segovia ha encontrado un elemento notable de accesibilidad no sólo a capitales como Madrid o Valladolid, sino mayor posibilidad de desarrollo y de penetración hacia el Norte, tan reivindicada desde hace tiempo por los segovianos. Como tambien lo ha sido para una importante promoción turística como reflejan los observatorios.

Sin embargo lo que podía haber sido (aun dentro de las deficiencias acusadas) una magnífica oferta de servicios se ha quedado a medias, con una dotación insuficiente de plazas de estacionamiento. Era previsible que esa nueva oferta que supone el AVE habría de ser acogida masivamente por los segovianos que diariamente se desplazan por motivos de trabajo a las dos capitales terminales. Pero no sólo eso sino por un flujo masivo de turistas y de usuarios de recreo. Eso produce la petición constante del necesario incremento del parking disponible que, como es bien evidente, ha resultado raquítico desde el primer día. A ese contrasentido se une ahora la previsión de que incluso tales plazas podrían gravarse con una tasa igual o superior a trece euros.

Ante tamaño dislate uno pìensa qué lumbrera diseñó un parking así de limitado cuando sin grandes quebrantos (en un proyecto de tan gran trascendencia) no habría hecho falta más que excavar tres o cuatro plantas, ganando incluso con ello el nivel de la infraestructura viaria, dotando a Guiomar con un número de plazas suficientes con que atender la previsible demanda. Nada más. Por eso querer ahora aplicar remiendos o limitar su uso en función de la disponibilidad de recursos me parece, cuando menos, perverso. El parking queda claro que no debió quedar limitado a la superficie. Menos aún en una zona de nueva creación de servicios donde, en cambio, tendría que haber imperado una visión de futuro y más que nada el sentido común y no la racanería. Así nos va.