
Mª DOLORES ALONSO
Viernes, 10 de octubre 2008, 02:41
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El jueves por la mañana fui de Bancos a la calle Duque de la Victoria, aprovechando que ellos abren media hora antes que mi oficina. Mientras ataba la bici a un canalón -en esta calle las farolas no llegan hasta el suelo, me entretuve mirando con nostalgia los parches de asfalto (la calzada tiene más piezas que la sábana de un pobre de la posguerra), las aceras con bordillos recomidos que tantas veces me han permitido subir de golpe huyendo de coches "tragabicis", los nutridos contenedores de basura cerca de las esquinas.
Nostalgia porque esta imagen desaparecerá en breve, y la calle que Valladolid dedicó en 1856 a Espartero (Duque de la Victoria por nombramiento de Isabel II) se adornará con aceras más anchas y farolas modernas, enterrará sus contenedores, tendrá árboles que nos ayudarán a respirar y bancos de madera para sentarse a contemplar sus dos preciosos edificios decimonónicos: el Palacio Ortiz y Vega (BBVA) y el Casino. Entre esos árboles, siete tilos me devolverán la memoria de las tardes de mi infancia (había una plaza de Los Tilos al lado de mi casa) y su aroma nos dará serenidad para conducir más tranquilos. Quizá el Ayuntamiento tendrá la pena de recaudar menos en multas y no podrá arreglar tantas calles. Pero a lo mejor habrá pasado la crisis.
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