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CÉSAR BLANCO
Lunes, 12 de noviembre 2007, 01:27
«No es el momento de los grandes sueños», comentaba recientemente Quique González. Hasta ahí llega la honestidad del que se podría calificar como el máximo exponente de 'singer songwriter' español. Es musicalmente prolífico y versátil, teatral en su puesta en escena y con un aire de chico bohemio, desaliñado y tímido que puede incluso a remover cierta compasión. Podría parecer una pose del que ha querido beberse a tragos cortos la noche americana, pero en el caso del madrileño es una reacción de autenticidad y de verdad frente a la artificialidad de la industria, una naturalidad que es difícil de encontrar en los escenarios españoles.
Su actuación del sábado por la noche en la sala Cabaret de la Calle Real segoviana fue una especie de regresión para el madrileño, quien se reencontró con un ambiente desnudo de solemnidad pero repleto de actitud.
Pero no hay dejarse engañar por su ficticio anonimato. Detrás de él hay muchos nombres que han escrito grandes capítulos de la historia reciente de la música española. Los hermanos Enrique y Álvaro Urquijo, de Los Secretos, le apadrinaron. Por su camino se han cruzado Carlos Raya (ex M Clan y ahora en Fito & Los Fitipaldis), quien le produjo los primeros seis discos, y ahora Carlos Macaya, guitarrista de Los Deltonos y líder de Chicktones, en cuya tienda de música comenzó a gestarse 'Avería & Redención #7', el álbum que parece haber colocado a Quique en las programaciones de los promotores y en las discotecas del gran público. Pero más allá de las producciones y regletas de sonido, Quique González puede presumir de agenda de amigos: el ex Piratas, Iván Ferreiro; los Pereza; la segoviana Rebeca Jiménez; Xoel López, de Deluxe, o el antiguo componente de Duncan Dhu, Diego Vasallo...
Por desgracia para la audiencia que se acercó al respetable de la Calle Real, el sábado no acudió ninguno a la cita de Quique González con Segovia, pero tampoco estuvo solo. Y no lo digo por un público que no llegó a abarrotar la sala pero que acogió de buen agrado la apuesta del madrileño. Es más, se pudo ver a gente de Salamanca, de Valladolid e incluso de Madrid. Me refiero más a la grandeza de una banda que arropó al cantautor en cada nota, en cada canción.Y es que mención aparte merece La Aristocracia del Barrio, el grupo que acompaña y engrandece las composiciones de González, completando a la perfección la voz y las letras del madrileño.
Etiqueta inconfundible
El intento de reciclaje que supone 'Avería & redención #7' en la carrera del cantautor eléctrico alcanza el nivel de reinvención gracias a la aportación instrumental en directo de Javi Pedreira a la guitarra, Karlos Arancegui a la batería y de Jacob Reguilón al bajo. A pesar de trazar otras coordenadas, más crudas, frenéticas y densas, incluso más 'rockeras' y menos americanas, como cuando abusaba de su reminiscencia 'country' con el 'pedal steel', los pliegues de la voz de González sitúan al espectador en el universo del compositor.
Puede que ahora suene más sofisticado, menos poético, pero la etiqueta es inconfundible. Se otea el escenario y allí está Quique González, en medio de una locura instrumental que lo envuelve ahogando su guitarra acústica buscando el acorde preciso. El cantautor pasa de las seis cuerdas al marfil de un piano tuneado como si fuera un Ford Capri. Él mismo lo ha confesado, aunque toca distintos instrumentos no domina ninguno en especial. Pero ya sabemos que el madrileño tiene la sana virtud de rodearse más que bien; por eso, para redimir y ensalzar las composiciones del cantautor ya está la excelsa banda de 'aristócratas' de ese barrio inventado por Quique González.
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