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JULIÁN BÁSCONES
Domingo, 23 de septiembre 2007, 02:32
EL Seminario Menor Diocesano acoge este fin de semana una acampada del grupo Scout San Miguel conmemorativa del 35 aniversario de su fundación con la que se cierra una ronda solar intensa. Con esta acampada intergeneracional, llena de actividades formativas, lúdicas y recreativas, se pretende rendir homenaje a todos aquellos miembros que fueron, siguen siendo y serán parte del engranaje de un movimiento que cuenta con un amplio rodaje, que mueve a cientos de muchachos y muchachas capaces de alegrar montañas y ciudades y que su objetivo prioritario es el servicio a la juventud.
El movimiento scout cuenta con una larga historia, ya que echó a andar hace cien años en Inglaterra. Desde aquel entonces, desde aquellos comienzos, ha pasado bastante tiempo. Y a nadie se le oculta, los scouts de ahora han cambiado mucho, tanto como la sociedad en la que se desenvuelven y mueven, lo que les ha permitido adaptarse al momento actual y mirar al futuro. Claro que, no podía ser de otra manera en una asociación compuesta por jóvenes que actúan movidos únicamente por sus ganas de servir a la sociedad.
El escultismo pretende dotar a la infancia y a la juventud de unos principios que la ayuden a integrarse de forma comprometida en su entorno. Busca una progresión de cada individuo en el terreno personal, social y espiritual. Su sistema consiste en un trabajo continuo entre el educador y el chaval, que llevan una formación completa de ambos. La educación por la acción, la vida en pequeños grupos, los programas atractivos y atrayentes y la vida en la naturaleza constituyen los cuatro pilares que resumen su método.
No se puede ignorar que muchas personas cuando contemplan a estos jóvenes con su indumentaria particular se quedan con demasiada frecuencia sólo en lo simplemente anecdótico: con el uniforme, la pañoleta los cánticos y los juegos. Pero, para estos muchachos el escultismo representa mucho más. Todo lo que hacen tiene un sentido educativo.
El uniforme -sirva de ejemplo- encierra una triple finalidad: iguala a todos dentro del grupo, es una pequeña responsabilidad y una seña de identidad. La responsabilidad individual posee una importancia enorme en el movimiento. Todos los miembros, desde niños, disponen de órganos de participación. El grupo reducido les facilita la posibilidad de expresar su opinión. Se trata de educar en una democracia activa, en un desarrollo íntegro de las capacidades sociales de cada persona. A pesar de que algunos desearían eliminarlo, no lo han conseguido.
En nuestro país, el escultismo se halla profundamente enraizado. Basta con observar su implantación en nuestra tierra. Aunque no es la hora de las estadísticas, en Palencia hay un montón de scouts. Y son muy numerosas las personas que en alguna ocasión pertenecieron a la asociación y que supieron llevar un tiempo la huella de este estilo de vida.
Además, frente al futuro se manifiestan esperanzados y optimistas, con ilusión para seguir ejecutando proyectos aun cuando sean insignificantes y, a veces, poco valorados por reductos marginales de la sociedad, aquéllos que insisten en cargarse el movimiento sin encomendarse a dios o al diablo. Y luchan por estar en sintonía con los tiempos que corren, por forjar nombres y mujeres íntegros, activos socialmente, dispuestos a mejorar el mundo.
Quizá esto pueda sonar a una frase grande, puesto que lo es de verdad, aquella que dejó escrita su fundador y que está presente en todas sus acciones: 'Dejad este mundo mejor que lo que lo encontrasteis'. La aspiración de todos los días. Desconozco si todos piensan lo mismo. Lo que sé es que unos cuantos están en ello. ¿Casi nada!
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