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La Casa Mantilla a principios del siglo XX. EL NORTE
El poderoso don Fidel y su casa con ascensor
Historias de nuestra historia

El poderoso don Fidel y su casa con ascensor

Industrial harinero y miembro de influyentes sociedades, Fidel Fernández Recio-Mantilla levantó su famosa casa en terrenos que ocupaba antes el Hospital de la Resurrección

Enrique Berzal

Valladolid

Viernes, 22 de noviembre 2024, 07:27

«Hombre emprendedor, de holgado capital y de excelentes condiciones como caballero, como industrial y como comerciante». Así describían a finales del siglo XIX al poderoso industrial y comerciante Fidel Fernández Recio-Mantilla, auténtico prototipo de la elite económica con tentáculos en numerosos sectores sociales, también en la política. Natural de Reinosa (Cantabria), donde nació en 1839, a él se debe el imponente edificio levantado en la Acera de Recoletos haciendo esquina con la calle de Miguel Íscar, más conocido como «la Casa Mantilla».

Mucho se ha escrito sobre ella, pero poco sobre su propietario. Casado con la palentina Antonia Ortiz Gutiérrez, Fidel Fernández Recio-Mantilla era uno de los máximos contribuyentes de Valladolid en la segunda mitad del siglo XIX. Tenía en propiedad importantes y rentables fábricas de harina, destacando «La Palentina», en el Canal de Castilla, y otra en Valdestillas. También poseía una fábrica de hielo en el barrio de La Rubia, y su nombre aparece en las sociedades más relevantes del momento. Además de ejercer cargos en la Cámara de Comercio, fue director de la Sociedad de Seguros Mutuos contra Incendios, miembro de la junta directiva del Círculo de Recreo, impulsor de la Junta Local de Productores, y consejero de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad.

En política, comenzó en las filas del Partido Liberal, lideró luego el Partido Constitucional en Valladolid y viró hacia el republicanismo en sus últimos tiempos. En los años 80 del siglo XIX fue diputado provincial. Ya era, por tanto, un hombre poderoso y admirado cuando pujó por los terrenos que entonces ocupaba el vetusto Hospital de la Resurrección, que hacía esquina entre la calle de Miguel Íscar y la Acera de Recoletos, los cuales habían salido a subasta después de que en 1881 el Ayuntamiento lo declarase inútil para servicio público. El industrial los adquirió por 266.105 pesetas. La zona era la principal referencia urbanística de la pujante burguesía vallisoletana, debido, como ha demostrado María Antonia Fernández del Hoyo, a factores como la liberación de buena parte de sus solares por el proceso desamortizador, un crecimiento económico y demográfico tan intenso que llevó aparejado la demanda burguesa de nuevas edificaciones acordes con su posición social, el encauzamiento y soterramiento del ramal meridional del Esgueva, las buenas comunicaciones y condiciones de salubridad de la zona, y el empuje que supuso la aparición del ferrocarril.

A don Fidel le otorgaron la licencia para derribar el edificio en 1891. El proyecto, a cargo del prestigioso arquitecto vitoriano Julio Saracíbar, consistía en integrar cinco casas en una unidad, levantadas en una misma manzana, que limitaba por las calles de Miguel Íscar, Acera de Recoletos, Marina Escobar y otra particular y perpendicular a Recoletos (actual calle Mantilla). Las obras fueron dirigidas por el vallisoletano Victoriano González, actuando como contratistas Romualdo Martín y Juan Camel. El resultado fue espectacular. Como ha escrito María Antonia Virgili, es una muestra de arquitectura ecléctica española que combina el «revival» renacentista con la influencia francesa tan propia del momento. Los mármoles de escaleras y pavimentos fueron traídos de Barcelona, las chimeneas, de la localidad francesa de Bangères de Bigorre, y las columnas de hierro de las plantas bajas, de Bilbao. Pero tampoco faltó la participación de la industria vallisoletana, concretamente de las casas Gabilondo y Claudio Cilleruelo.

Plano de una de las fachadas y diferentes perspectivas de la imponente vivienda de don Fidel. ARCHIVO MUNICIPAL
Imagen principal - Plano de una de las fachadas y diferentes perspectivas de la imponente vivienda de don Fidel.
Imagen secundaria 1 - Plano de una de las fachadas y diferentes perspectivas de la imponente vivienda de don Fidel.
Imagen secundaria 2 - Plano de una de las fachadas y diferentes perspectivas de la imponente vivienda de don Fidel.

La suntuosidad del interior se combina con una fachada repleta de elementos ornamentales de tipo neoclásico: atlantes, bustos femeninos, elementos vegetales y medallones de personajes relacionados con la historia de Valladolid, como el conde Ansúrez, Felipe II, el moro Ulit, Marina de Escobar o San Pedro Regalado, a lo que había que sumar los remates de frontones y las estatuas representativas de la Industria, el Comercio, las Ciencias y las Artes. El interior, repleto de comodidades y ornato (grandes ventanales, baños, lavabos, lámparas...), se adecuaba a los gustos y costumbres de sus moradores. Las dos esquinas de mayor visibilidad cuentan con torreones circulares rematados con cúpulas bulbosas.

El edificio de la Casa Mantilla fue el primero que introdujo ascensor, movido por sistema hidráulico, iluminación exterior en las fachadas, cocheras individuales para cada vecino, calefacción de agua caliente, y un sistema propio de generación de electricidad gracias a una máquina de vapor inglesa de 30 caballos, situada en el subsuelo del patio trasero. Disponía también de alcantarillado propio, que enlazaba con el de la red urbana. En los bajos existió un club deportivo y social de renombre, The Arm & Cycle Sport Club, inaugurado en 1894, que ofrecía gimnasio con sala de esgrima, almacén, un pequeño restaurante y sala de patinaje. Finalizada a finales de 1892, la suntuosa casa de don Fidel se inauguró el 23 de febrero de 1895 con un pomposo baile en su salón.

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