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El mundo no se acaba. ¿Por qué el papel higiénico sí?

El mundo no se acaba. ¿Por qué el papel higiénico sí?

Lecciones que brinda la crisis del coronavirus para mantener el autocontrol y el bienestar mental frente a la incertidumbre que nos mina

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Viernes, 13 de marzo 2020

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De España a Australia, pasando por países tan poco sospechosos de impulsividad irracional como Alemania: ha quedado demostrado que la guerra contra el coronavirus pasa por 'armarse' de rollos de papel higiénico para el confinamiento en casa. ¿Alguien entiende por qué? Las explicaciones de los pocos expertos que han alzado su voz sobre este fenómeno son variopintas: un comportamiento gregario más, producto que simboliza el control, foco puesto en el orden y la limpieza frente a la sensación de caos, la ausencia en las estanterías se nota más porque abultan y la gente reacciona comprando más, la consecuencia de haber prescindido del bidé en las reformas y en las nuevas casas liliputienses... Variopintas y, como reconocen todos, poco firmes. Lo que sí es una certeza es que esta reacción en masa evidencia que, como individuos, necesitamos algún que otro consejo de autocontrol y gestión del bienestar mental para superar una crisis como la del coronavirus. En ella juegan tres factores letales para nuestro frágil cerebro: aislamiento prolongado, incertidumbre y cambio de rutinas.

Quizá el escritor Fernando Aramburu fuese uno de los primeros en sorprenderse al ver los estantes destinados a este producto de higiene vacíos en un supermercado alemán. El pasado sábado difundió la foto en sus redes sociales. En Australia, un periódico famoso por sus 'travesuras', ha impreso un suplemento de ocho páginas en este tipo de papel que hasta incluye las marcas para ser cortado. Precisamente allí, donde los contagios son escasísimos (156 infectados en todo el país y 3 muertos), hay un auténtico furor. Alberto Martín, estudiante de Turismo y Eventos en USC Sunshine Coast Queensland (Australia), así lo constata: «Hace dos semanas me preguntaba por qué las estanterías del papel higiénico estaban vacías. S0lo un escueto cartel daba alguna pista: 'Debido a la inesperada alta demanda, se han agotado las existencias de papel higiénico', decía». En la actualidad se ha llegado limitar la compra a máximo una unidad por persona.

El lunes, cuando se anunció el cierre de colegios en Madrid, se produjo la compra masiva en distintos lugares del país. Dos días más tarde era ya difícil encontrar el producto. ¡Todos a una! a pesar de que nadie diese una directriz, o sea, la definición del comportamiento gregario. Hoy ya ha nacido una iniciativa en Instagram denominada #cuentatusrollos. Al principio daba risa, ahora no tanto.

La patronal de fabricantes ha tenido que pedir oficialmente que se trasmita que España tiene suficiente capacidad de producción para asumir un escenario de picos de demanda. Nuestro país fabrica al año 714.000 toneladas de papel higiénico, pañuelos, papel de cocina, servilletas, compresas y pañales. «Tenemos que evitar situaciones de pánico y de acopio que no están justificadas y que pueden producir desabastecimientos puntuales, que van a ser solo eso, puntuales, ya que estos productos seguirán estando a disposición del consumidor», declaró ayer a este diario Carlos Reinoso, director general de Aspapel, la patronal de fabricantes de pasta, papel y cartón.

La necesidad de certidumbres

La experta en emergencias Mónica Pereira, coordinadora del grupo especializado del Colegio Oficial de Psicólogos, cree que este comportamiento no está catalogado por la ciencia como tal. Desde su punto de vista, puede explicarlo que en esta crisis se hablan mucho de higiene y, en nuestra sociedad, este producto es el símbolo máximo de ella. Reinoso, se pronuncia en esta línea: «El papel es sanidad y es higiene y en estas situaciones el consumidor confía en este tipo de productos».

En otra línea reflexiona la citada psicóloga, desde su opinión personal, para explicar el acopio de productos que puedan llegar no ser considerados de primera necesidad (el papel higiénico puede no serlo mientras haya agua corriente) o de alimentos duraderos. «Este país tiene aún en la memoria la Guerra Civil; no ha pasado suficiente tiempo como para que se olviden las carencias que se pasaron. La gente no está asustada porque mañana no vaya a haber nada, sino porque se alargue. Hacen una previsión a largo plazo», valora.

Lejos de comprar de más, lo que sí está recomendado es aplicar el sentido común. Incluso en cuarentena, como en Italia, los supermercados siguen funcionando y la población ha tenido acceso a lo que necesitaba. Por cierto, en este país, rey del bidé, lo que se ha comprado en masa ha sido la pasta de dientes.

El miedo o, más bien la incertidumbre sobre qué sucederá, está en el origen del comportamiento impulsivo. Frente a ella, intentamos ejercer el control sobre algo que está a nuestro alcance, nuestro hogar, cuando lo de allá fuera se llena de amenazas. «Cuando vivimos estas situaciones necesitamos agarrarnos a la certidumbre», afirma Pereira. Eso sí, para ello hay mejores fórmulas que agotar las existencias de ciertos productos.

El miedo es útil, sí. Es una emoción que nos avisa de un peligro y que nos ha hecho evolucionar a lo largo de la historia porque nos ha mantenido a salvo. Nos ayudará, por ejemplo, a cumplir las normas (no besarnos, lavarnos las manos, asumir distanciamiento, etc.), pero si nos ciega deja de ser útil. «No se trata de eliminarlo, sino de enfocarlo a buscar soluciones». Así, cumplir las normas, solo consultar fuentes de información fiables y aplicar el sentido común nos ayudará a encontrar la certidumbre que evite la preocupación o el rumiar constante, verdadero enemigo del bienestar mental.

Uno de los trucos recomendados por la experta es ocuparse en una actividad. «A pesar del teletrabajo, el confinamiento, si se mantienen las rutinas y se planifica qué se puede hacer a lo largo del día, incluso recuperar aquello que normalmente no tenemos tiempo de hacer, me dará sensación de control». ¿Por qué?

Ayudar ayuda

La mente entiende así que hace algo para cambiar las cosas y ofrece esa sensación de control tan necesaria. «Lee todo aquello que no podías, ve esa serie, repara cosas del hogar... ¡O escribe un libro! Por qué no. Hay que buscar el lado positivo de la situación. Eso sí es una buena arma», dice Pereria.

También ayuda el mantener las rutinas porque con ellas el tiempo pasa con más facilidad. El acopio puede resultar insolidario, pero es solo un gesto irracional fácilmente reconducible. Lo cierto es que nuestra sociedad ha demostrado en otras crisis, como se vio en el 11M, que es empática y da todo lo mejor de sí ante la adversidad. Con la actual, florecen las iniciativas de estudiantes que cuidan a niños en las urbanizaciones, jóvenes que se ofrecen a hacer la compra e ingenieros organizados para fabricar respiradores sanitarios de bajo coste.

«Ayudar al prójimo nos da también esa sensación de control que necesitamos frente a la incertidumbre», valora la experta en emergencias. ¿Nos cambiará como sociedad? Está por ver si esta crisis dará la vuelta a otra, la de valores de la que tanto se habla. Por ahora, ya nos está dando a todos más de una lección.

Cómo mantener el bienestar mental

  • Información fiable Atender a rumores, archivos de audio y vídeos sin procedencia identificada y compartida en redes sociales y aplicaciones de mensajería y centrar la conversación continua en la evolución de la crisis del coronavirus contribuye a llenarnos de preocupación. Hay que atender solo a expertos, medios solventes y elegir dos momentos al día para informarse.

  • Mantener rutinas A pesar del cambio que impone el estar en casa y limitar las relaciones personales, hay que elaborar un plan de nuevas rutinas permitidas. Horas de levantarse, horas de acostarse, actividades principales, dividir trabajo, esparcimiento personal y atención a los demás. La planificación nos da seguridad y ayuda a que pasen las horas con más facilidad.

  • Cuidado personal El descuido en la higiene y el estado físico es uno de los primeros síntomas de las personas que han sido invadidas por el caos mental y vital. Esta crisis, al tratarse de un tema sanitario, obliga a ser más exigente que nunca con la higiene. Para evitar otros problemas de salud, la alimentación sana y el ejercicio físico, aunque sea en casa, se imponen.

  • Buscar la oportunidad La mente se entrena y el cerebro necesita órdenes claras. Dile que no se preocupe más de lo necesario, pero que sea una orden verbal. Funciona para parar el rumiar. Busca lo positivo de esta crisis. ¿Más tiempo solo? Lee, escribe, recupera ese hobby que dejaste por falta de tiempo... Si no estás solo, disfruta de la compañía de los que echas de menos habitualmente.

  • Ayudar a los demás Prestar nuestro apoyo al prójimo hace que nos sintamos útiles. Esto nos reconforta frente al caos que puede suponer una crisis como la del coronavirus porque da la sensación de que estamos contribuyendo a combatirla dando bienestar a nuestro entorno más cercano. No hay mejor forma para recuperar el control que apostar por la solidaridad.

  • Mantenerse activo Lo que nos hace falta es ser previsores. Plantearnos tareas y si alguna es diferente cada día, mejor. La televisión y las adoradas series están bien, pero no es recomendable pasar la crisis del coronavirus tumbado en el sofá. Cualquier actividad que mantenga la mente ocupada es buena porque evitará que la preocupación por la situación tome más terreno del necesario.

  • Enfocarse en lo positivo Los expertos de la OMS aconsejan centrarse en los datos positivos que arroja la evolución de la crisis: número de personas que han superado el virus (casi 66.000 en el mundo), el valor de los sanitarios que velan por el bienestar de la población, que es una enfermedad que se supera con síntomas leves en un alto porcentaje de casos, cómo China sale de la crisis...

  • Comunicarse virtualmente No podemos darnos la mano y mucho menos besarnos para saludar, pero tenemos tecnología de sobra y podemos hablar por teléfono, mensajearnos, hacer videollamadas... El aislamiento puede hacer mella fácilmente en la salud mental y abocarnos a la ansiedad. No hay que llegar a esto. En Italia, por ejemplo, la gente queda virtualmente para 'brindar' con un vino.

  • Cuidar al vulnerable No atribuir la enfermedad a ninguna etnia o nacionalidad, ser empático con los afectados y no hablar de ellos como 'casos' o 'enfermos'. Sí, en cambio, 'personas que están siendo tratadas o personas que tiene COVID-19'. Con los mayores y niños, hay que comprender que puedan sentirse más ansiosos y utilizar palabras que puedan entender para dar información clara.

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