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Los socios más veteranos del club deportivo Atletas Populares de Valladolid. Juntos suman 768 años y miles de kilómetros. José C. Castillo
Los veteranos de la zapatilla en Valladolid: «Salir a correr, hasta con 86 años, te da la vida»

Los veteranos de la zapatilla en Valladolid: «Salir a correr, hasta con 86 años, te da la vida»

Diez miembros históricos de los Atletas Populares de Valladolid cuentan su larga vinculación con las carreras

Víctor Vela

Valladolid

Domingo, 16 de febrero 2025, 08:18

«Cuando hace medio siglo salíamos a correr por Valladolid, la gente nos miraba raro y nos decía: '¡Pero dónde vais, que estáis locos! Y ahora mira qué tropa hemos parido». Habla Jesús García Corbella, 78 años, uno de los veteranos del club deportivo Atletas Populares de Valladolid. En su seno se calzan la zapatilla corredores que acaban de cumplir los 19 y expertos que soplan 86 velas en su cumpleaños. Y entre los más experimentados, esta reunión de curtidos atletas. Los decanos del grupo. Diez corredores que juntos suman 768 años y una colección infinita de kilómetros.

Calcularlos es imposible. No todos llevan la cuenta. Aunque Emilio Martínez sí. Nacido hace 72 años en Velilla de la Reina (León) despliega un papel y empieza a desgranar números. «Seis maratones, 130 medias maratón, 800 carreras. En total, entre salidas y entrenamientos, 101.000 kilómetros». El diámetro de la Tierra son 12.742. «Así que, imagínate hasta dónde podría haber llegado…». Además, que el cuentakilómetros todavía no se ha detenido. «Sigo saliendo y compitiendo. Sin intención de subir al podio, a un ritmo más lento, pero sin dejarlo», asegura Emilio, mientras sus compañeros asienten alrededor. Porque muchos, la mayoría, todavía salen de vez en cuando a correr.

Como José María Plaza, 82 años, jubilado de Renault. Cuenta que de joven jugó al balonmano (en el equipo de Altos Hornos de Vizcaya, «donde trabajaba en 1966»), al fútbol después. Con 50 años, comenzó a correr. Y todavía lo hace. «Me da bienestar y salud. No he tenido lesiones graves y eso es importante». Una de sus citas imperdonables es la San Silvestre de Palencia. «He participado en ella en 33 ocasiones».

A veces, en una de esas competiciones, se ha encontrado con una situación que le ha dejado mosca, que le ha llevado a protestar. «Cuando establecían los trofeos por categorías, había una para mayores de 50 o de 55 años, pero no para personas de más edad. Y me quejé». ¿Qué pasa con los mayores de 70?, preguntó. «Me contestaron: '¿Pero ha visto usted competir a gente tan mayor, a alguno de 70?'. Y claro, le tuve que responder: 'Lo tiene usted delante'».

Claudio Iglesias es el socio número uno de los Atletas Populares de Valladolid. Está a punto de cumplir los 86. Hace tan solo unos meses que tuvo que colgar las zapatillas. «Tengo prótesis en la rodilla, los tobillos fastidiados. Yo pensaba que me iba a pasar toda la vida corriendo, pero llegó el momento en el que lo tuve que dejar. Y no te puedes imaginar la envidia que me da. Porque mi cabeza quiere seguir corriendo, pero las piernas ya no me dan». Esas piernas tienen muchos kilómetros encima. Claudio ha participado en maratones en Cuba, en Frankfurt, en Turquía.

«Yo empecé a correr tarde, cuando regresé a España en 1970. Mi padre era republicano y tuvo que exiliarse en Francia durante la Guerra Civil. Yo nací en 1938 y no lo conocí hasta que fui allí, con mi madre, a los 16 años». En Francia, cuenta Claudio, jugó al fútbol pero apenas salía a correr. Fue ya en Valladolid (donde trabajó como matricero en Renault) cuando se aficionó a una pasión que ha alimentado hasta hace poco. «La última vez que salí fue en el Pinar de Antequera. De repente sentí un dolor en la rodilla y ya se acabó». Eso sí, no ha querido desvincularse del club ni de los muchos amigos que ha hecho mientras compartía entrenamientos y carreras.

Como Juan José Fernández Turiño, zamorano de 78 años que a los 40, por culpa de una lesión de espalda, comenzó a correr. «El médico me recomendó que hiciera deporte. Yo era compañero de muchos de ellos en Renault y empecé en bromas, con pequeñas salidas por el Pinar. Luego empecé a participar en cross (antes no había tantos encuentro como ahora), en medias maratones, en la maratón. Y ahora, con 78, entre carreras y lesiones, aquí estamos».

Cuenta que la pandemia supuso un hachazo para muchos de ellos. Acostumbrados a un ritmo de carrera, se vieron de la noche a la mañana encerrados en su casa sin poder salir a entrenar. «Y no es lo mismo que eso te pase con 40 que con 70 años». El cuerpo pierde rutinas que, a edades avanzadas, son más difíciles de recuperar. Pese a todo, Juan José ('Turi', como le llaman de forma cariñosa) sale cuatro días a la semana. Y los ocho kilómetros (mínimo) no los perdona. «Carrera suave. Un ritmo más rápido no puedo llevar», cuenta Turi, quien protagonizó en 1992 un momento mágico para el club. «Eran las olimpiadas de Barcelona, y desde Atletas Populares de Valladolid solicitamos la posibilidad de portar la antorcha en alguno de los relevos». En su caso, pudo llevar durante cinco kilómetros el fuego olímpico en la etapa de Ponferrada. «Muchos integrantes del club pudimos participar además como escoltas, acompañando a los políticos o personalidades que cubrían pequeñas distancias», rememora.

Cándido Diez y Antonio Aires, dos piezas imprescindibles en el club. José C. Castillo

Otra institución dentro del grupo es Milagros Diez Paunero, la socia femenina más antigua de la organización. Sus primeras zancadas fueron en la playa. «Yo siempre he sido muy activa, pero nunca se me había ocurrido correr. Como mucho, para coger el autobús. Pero un día, en el mar, hablando con una amiga, me comentó que su padre no solo corría, sino que además competía». Aquello en lo que nunca antes se había fijado («¿correr yo»?) despertó de pronto la curiosidad de Milagros. «Fui a verle a un par de carreras y me animé». Estamos hablando del año 2000. Milagros tenía entonces 45.

«Empecé con unos pocos minutos en la playa y poco a poco mejoré». Tres años después compitió en su primer maratón. El último en el que participó fue en 2019. En esos años, ha sumado 18, entre los que se encuentran Berlín, Madrid, San Sebastián o Dublín. «Ahora la rodilla y la cadera me han empezado a dar guerra, así que hago más gimnasia y piscina. Pero no he dejado de correr. Me viene muy bien, por ejemplo, para dormir mejor. Sé que no puedo hacerlo como antes, y hasta alguna vez he llegado a llorar, pero tenemos que asumir la edad». Y la edad impone a veces su ritmo. A todos ellos les gustaría correr más rápido que el tiempo. Todavía entrenan para ello.

«Yo salgo tres días a la semana. Hago entre seis y ocho kilómetros por el parque Ribera de Castilla», cuenta Juan Alonso, 80 años, casi toda la vida sentado al volante. «Trabajaba en el taxi y me di cuenta de que me pasaba el día entero sentado sin hacer nada». Con 40 años dijo basta, se levantó del asiento del piloto y comenzó a trotar. «Salía por el seminario, que me pillaba cerca de casa… y en seguida me piqué con el atletismo. Es imposible dejarlo. Es una forma de vida, cualquiera de mis compañeros te lo puede decir. Y yo creo que a todos nos ha venido bien para encontrarnos mejor a estas edades».

«A mí, además, me ha salvado la vida», afirma Jesús García, convencido de que las zancadas le sirvieron para poner distancia y dejar atrás una larga depresión. «Ahora lo he tenido que dejar porque me han diagnosticado un tumor, pero salgo a andar, lo más deprisa que puedo». Las caminatas de larga distancia (15 kilómetros mínimo) son el menú cotidiano de Porfirio Arranz, natural de Campaspero, nacido en 1942, con un marcapasos en el corazón y un cuentapasos en el móvil.

«Yo empecé a correr en 1980, tenía que activar las piernas. Al principio no podía con el alma, pero luego no podía parar». De hecho, ninguno de ellos hubiera querido parar. «Podríamos seguir corriendo durante toda la vida». Pero a veces te ves obligado a rebajar el ritmo. Eso sí, por mucho que corran o hayan corrido, aseguran que no se separarán de las amistades que han construido en el club de Atletas Populares de Valladolid, una hermandad de la zapatilla de la que ellos son socios veteranos, corredores con 768 años y miles de kilómetros en sus piernas.

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