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Hasta aquí la gran estafa de jamones y de productos cárnicos destapada en 2011 y en la que la empresa Dismarianga timó a numerosas empresas de la geografía nacional por valor de medio millón de euros ... . Este miércoles, la Audiencia de Valladolid ha acogido la vista oral del último de los cinco acusados de esta trama al estar Julián Abellán Tomás, hijo del considerado cabecilla, en paradero desconocido hasta hace dos meses.
Hace 60 días, los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado dieron con Julián Abellán, lo que propició su ingreso en prisión preventiva hasta este miércoles, después de que el acusado pactara con la Fiscalía seis meses de cárcel al ser considerado cómplice y colaborador ocasional con el resto de implicados (condenados ya con anterioridad) y acordara también la suspensión de la pena de esta privación de libertad. De hecho, Julián Abellán llegó esta mañana a la Audiencia con los grilletes en sus muñecas y se fue sin ellos. Antes del acuerdo alcanzado este miércoles, la Fiscalía de Valladolid solicitaba una pena de cárcel de seis años y medio (cinco años y medio por un delito de estafa continuada y un año por pertenencia a grupo criminal).
De esta forma, ninguno de los cinco acusados, que se enfrentaban inicialmente a penas de entre siete y cinco años cada uno de cárcel, superará los dos años y medio de privación de libertad. El considerado cerebro de la estafa, el empresario José Abellán Navarro, fue condenado hace dos meses a dos años y medio de prisión después de celebrarse el juicio en el que también fue condenado el supuesto hombre de paja de la mercantil, Diego López García. El testaferro, después de ser considerados los atenuantes de drogadicción y confesión, fue condenado a un año y cuatro meses.
Los otros dos implicados en la trama, Antonio Mariano Gallego Hernández y José Javier Cortés García, se conformaron a principios de 2020 a penas de dos años de prisión. Todo esto, mientras Julián Abellán Tomás continuaba prófugo. «Llevo diez años sin saber de mi hijo», llegó a declarar el 13 de junio el padre del hoy condenado.
Los cinco ya condenados abonaban los pedidos iniciales, para así ganarse la confianza de sus víctimas y aparentar solvencia, para más tarde realizar encargos mucho más cuantiosos y una vez recibida la mercancía simulaban el abono mediante pagarés los cuales, llegado su vencimiento, eran devueltos por los bancos por falta de fondos.
Mediante este procedimiento, a lo largo de 2011, realizaron numerosos pedidos de mercancía a empresas radicadas en Valladolid, Lugo, Leganés, Madrid, Barcelona, Guijuelo (Salamanca), Gerona, Badajoz y Segovia, de las que obtuvieron género por importe global de 446.196 euros que no abonaron. Ni tan siquiera pagaron el material de oficina, por importe de más de 9.000 euros que encargaron a Papel y Complementos Castilla.
Para las acusaciones, José Abellán Navarro era el 'cerebro' de la estafa continuada y quien tomaba las decisiones, aunque no negociaba con los proveedores ni firmaba documento alguno «para evitar ser descubierto». Su hijo Julián, considerado ahora cómplice, daba servicio y apoyo y se encontraba en un tercer nivel, mientras que Diego López García figuraba como uno de los dos administradores y dueños de la mercantil, haciendo de pantalla o testaferro.
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