Villavicencio de los Caballeros: identidad labrada en oro y plata durante cinco siglos

Nada menos que tres parroquias tuvo Villavicencio a finales del siglo XIX. Y dos de sus tres templos no solo permanecen aún en pie, junto a la esbelta torre mudejar del tercero, sino que muestran un aspecto tan cuidado que ofrecen al visitante la imagen de lo que desde hace decenios, especialmente desde la recuperacion de la democracia, y más aún desde que en 1983 llegase al Ayuntamiento un grupo de vecinos que, bajo las siglas del PSOE, y encabezados por Juan Ignacio Álvarez García, no dudaron en hacer de la recuperación del patrimonio histórico, artístico y cultural el motivo esencial de su acción pública, conscientes de que la autoestima vecinal basa buena parte de su ser y estar en la conservación del legado de los antepasados.

El sucesor de Álvarez en la Alcadía desde 1991, Alberto de Paz Rueda, regidor desde entonces, no solo consolidó esa forma de hacer sino que la amplió, estrechando unos lazos entre el Ayuntamiento y la Parroquia, que con ellos dos en la primera, y con el claretiano Daniel Garrido y los presbíteros José Ignacio Bueno y Jesús Casas, entre los distintos párrocos de los últimos cuatro decenios, ha conseguido literalmente sacar lustre a un patromonio histórico y cultural que hoy es buena muestra de la grandeza pasada de la villa y garantía de un legado digno de notable repercusión exterior.

Prueba de ello es que en estos años se ha consolidado la esbelta torre mudéjar de San Pelayo. Se ha restaurado la Iglesia de Santa María, actual parroquia, que muestra un espléndido retablo, inspirado en la traza del de la Catedral de Astorga, y tres cruces procesionales (cuya seguridad ha constituido el punto más reciente de colaboración enre Parroquia y Ayuntamiento) de oro y plata que ejemplifican cómo la identidad de los villavicentinos ha sido labrada durante siglos a base de trabajo y modelado de materiales nobles.

Y también se ha consolidado y restaurado la iglesia de San Pedro vuelve a lucir su coqueta traza para albergar en su interior al patrón de la villa, el Cristo de la Gracia, y a la copatrona, la Virgen Blanca. Y, a la vez que se ha restaurado el patrimonio, se ha podido exhibir fuera, para orgullo de sus vecinos: en Las Edades del Hombre de Astorga (200), el sagrario de Santa María; en la de Ávila (2004), una talla de SanPedro de Vahía, y en la de Segovia, la cruz procesional de oro.