Cabezón de Valderaduey, bajo el influjo del agua, el arte barroco y el mudéjar

A las orillas del Río Valderaduey, en una pequeña elevación del terreno se alza Cabezón de Valderaduey, una villa para pasear y perderse sin prisa. Con un rico patrimonio, lo primero que llama la atención es la Iglesia Parroquial de la Asunción, que observa la localidad desde el siglo XVII. De estilo barroco, el arte mudéjar se cuela en su interior a través del presbiterio, donde hay un precioso artesonado con lazo de nueve y piña de mocárabes en su parte central. Un maravilloso ejemplo del influjo que este estilo artístico tuvo en los pueblos de Castilla y León. Pero no es la única joya que se esconde en el interior de la Iglesia de la Asunción.

El retablo mayor pertenece a la escuela de Juan de Juni y su estilo clasicista concede el protagonismo a sus relieves y esculturas. La policromía se entremezcla con la madera dorada en dos cuerpos con tres esculturas y catorce relieves.

Las imágenes representan hechos que van desde la Anunciación hasta la Muerte de Cristo. Entre todos ellos destaca la Fuga de Egipto, maravillosamente conservada. El retablo es una verdadera joya situada en el presbiterio, pero la belleza de la Iglesia Parroquial de la Asunción va más allá de estos detalles. El edificio es de ladrillo y se divide en tres naves, que se separan mediante pilares con arcos rebajados. Un techo plano cubre la nave central, mientras que las laterales están recubiertas con madera a una vertiente.

Un pequeño espectáculo que se corona con una espadaña de dos cuerpos de ladrillo en el exterior. El sonido del agua del Río Valderaduey llega hasta la entrada e invita a pasear por el pueblo, que conserva aún casas del siglo XVIII. Entre todas ellas destaca la situada en la Plaza Mayor, con medidas de palacio y en la que todavía se puede ver el escudo de los que la habitaron. La localidad cuenta también con detalles muy interesantes, como la fuente de la iglesia o los arcos de adobe y ladrillo.

Lo único que hace falta es recorrer Cabezón de Valderaduey y dejar que el río cuente sus secretos. Como la historia que asegura que la villa nació de siete ermitas que se alzaban en el mismo lugar donde ahora se sitúa el municipio.