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Teresa San José Chaves, con su marido, Gelasino Álvarez de Arce.
Coronavirus en Valladolid: «Mi madre, a sus 89 años, seguía llena de vida»

«Mi madre, a sus 89 años, seguía llena de vida»

Teresa San José Chaves falleció el pasado el 13 de abril en el hospital Río Hortega y su familia cree que por su edad no fue ingresada en la UCI, «al estar fuera del protocolo»

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Jueves, 7 de mayo 2020, 07:03

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Yo salía cada día a aplaudir a los sanitarios, pero ya no lo hago. Hay muchísimos que se lo merecen, pero hay otros que no», dice José Carlos Álvarez San José, muy enojado, como el resto de sus seis hermanos, por el criterio que, según su opinión, siguieron algunos facultativos de no ingresar en la UCI a su madre, Teresa San José Chaves, de 89 años, que murió el 13 de abril por covid en el Hospital Río Hortega.

«Creo que mi madre ha pagado las consecuencias de la situación y de tener 89 años. Hasta hace un mes estaba perfectamente de salud y podía haber vivido, fuese un mes o un día más», asegura José Carlos, que dirige también sus dardos hacia «los políticos, que hacen trabajar a la gente en los hospitales sin medios, propensos al descuido por estar exhaustos por el agotamiento físico y mental al que están sometidos».

«Mi madre era el baluarte de la casa y una mujer muy extrovertida y afable», señala José Carlos Álvarez, hijo de Teresa San José

A José Carlos y a su familia les queda el poso amargo no solo del final de su madre, sino de cómo se ha producido. «Mi padre decía hasta ocurrir esto que éramos una familia afortunada, que él y mi madre habían vivido muchos años y que no habíamos tenido nunca una desgracia o un problema de salud en la familia, pero ahora dice que este desenlace no tenía que haber sido así», añade José Carlos Álvarez San José, convencido de que su caso no es el único y de que en esta crisis sanitaria se han dado más como el de su madre. Un caso en el que su progenitor, Gelasino Álvarez de Arce, de 91 años, fue el primer contagiado.

«Enfermó primero mi padre y la contagió a mi madre, que era sus ojos, sus manos... Mi madre era el baluarte de la casa, era muy extrovertida y afable», asegura José Carlos que recuerda cómo su hermana Teresa, que es médico, se ha desvivido en cuidados hacia ellos en el piso de la calle Juan de Juni en el que vivía el matrimonio, muy integrado en el barrio.

Fotografía familiar durante una celebración.
Fotografía familiar durante una celebración.

Familiares médicos

«También tengo una sobrina en el Hospital de Basurto que estaba muy pendiente, y les aplicaron la medicación más adecuada. Mi padre fue saliendo, pero mi madre empezó a tener mala saturación de oxígeno y hubo que ingresarla en el Río Hortega con neumonía bilateral. En el hospital la daban por muerta, no la llevaron a la UCI por estar fuera de su protocolo, pero gracias a las presiones de mi hermana la pasaron a Respiratorio y mi hermana logró que la dejaran entrar en la habitación, aunque se quejaban de que gastaba un EPI», apunta José Carlos, que hace hincapié en cómo Teresa animaba a su madre y hacía que estuviera mejor, más estable.

«Los días 11 y 12 estaba un poco desubicada y se quitaba la BIPAP y el reservorio, mi hermana se fue contenta el día 12, pero un día después mi madre se quedó sin oxígeno y se asfixió», afirma José Carlos, que asegura que a su madre, «entre el día 6 y el 12, la tuvieron a dieta más tiempo del que debía» y que alguna noche «llamó y no la atendieron». «Lo sabemos porque se lo contaba a mi hermana, que ponía el grito en el cielo. Mi hermana me llamó el día 13 para decirme que había muerto», señala el hijo de Teresa.

Féretro con un papel

«No la pudimos ver, tan solo mi hermana. En el cementerio solo pudieron estar tres personas, mi padre y dos hermanas y solo nos enseñaron el féretro con un papel y el nombre de mi madre», señala José Carlos, roto por la pérdida.

«A sus 89 años, mi madre seguía llena de vida, de ilusiones. A diario paseaba feliz por la acera del Paseo de Zorrilla y de la calle Santiago, y cada semana continuaba yendo puntualmente a la peluquería. A su edad se le seguían antojando cosas que veía en los escaparates de tiendas por la que pasaba todos los días», asegura José Carlos al hablar de su madre, casada desde hacía 68 años con Gelasino, que trabajó hasta los 72 años en su servicio de Renault y que tuvo con su mujer siete hijos (Pilar, José Carlos, Teresa, Elena, Miguel, José Luis y Beatriz).

«Mis padres siempre estaban juntos, tienen cinco nietos y dos biznietos que eran su alegría. Se compraron un apartamento en Benidorm y allí pasaron años muy buenos. Mi hija me dice que cómo vamos a ir ahora allí, sin estar la abuela», concluye José Carlos.

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