Borrar
Grabado que representa el pronunciamiento de Martínez Campos en diciembre de 1874. El Norte

1875: restauración de la Monarquía

165 aniversario de El Norte de Castilla ·

La restauración de la dinastía en la persona de Alfonso XII, a partir del pronunciamiento militar de Martínez Campos, fue acogida con agrado en la ciudad de Valladolid y El Norte de Castilla dejó en sus páginas constancia de ello

Martes, 25 de febrero 2020, 11:02

Comenta

«¡Vallisoletanos! Vuestro Ayuntamiento, creyendo interpretar los sentimientos que os animan, se ha adherido a un movimiento que puede llamarse nacional –porque la Nación le ha acogido con entusiasmo–, se ha apresurado a reconocer como su legítimo rey a D. Alfonso XII, y ha ofrecido a su Gobierno su leal y decidido apoyo».

Lo destacaba El Norte de Castilla en la edición del 3 de enero de 1875: la restauración de la Monarquía de los Borbones ya era una realidad en España. Y lo más positivo, según el decano de la prensa, es que había sido repuesta de forma incruenta, sin altercados de importancia y sin derramamiento de sangre. Lo cierto es que cuando a finales de diciembre de 1874 el general Arsenio Martínez Campos se levantó en Sagunto contra el Gobierno del general Francisco Serrano, la primera experiencia republicana llevaba mucho tiempo herida de muerte. La profunda crisis económica, la Guerra Carlista, los levantamientos cantonalistas, las divisiones internas y el mismo viraje conservador impuesto por la fuerza de las armas por Serrano habían acabado con ella.

Pero faltaba la puntilla: y esta se la dio el pronunciamiento alfonsino de finales de 1874. Era la culminación de toda una trayectoria de conspiraciones monárquicas iniciadas en 1870, nada más abdicar Isabel II en su hijo Alfonso. El encargo directo de la causa dinástica a Antonio Cánovas del Castillo, artífice del régimen político de la Restauración, causa dinástica a Antonio Cánovas del Castillo, artífice del régimen político de la Restauración, en el verano de 1873, en un contexto de progresivo deterioro de la coalición revolucionaria, marcó el verdadero proceso restaurador; este se aceleraría considerablemente a lo largo de 1874, durante la república presidencialista del general Serrano.

Alfonso XII. El Norte

Cánovas, aparte de no descuidar los contactos y apoyos militares, basaba su proyecto en la creación de un amplio movimiento de opinión favorable a la causa alfonsina. De ahí su empeño en cuidar especialmente la prensa y crear una amplia red de círculos moderados y alfonsinos que irían agrupando a los partidarios de la restauración de la dinastía Borbón. En el fondo latía una intención bien clara: articular, sobre los restos del viejo partido moderado, un nuevo partido conservador en torno a Alfonso XII.

Los ideales del proyecto canovista aparecieron diáfanos en el famoso Manifiesto de Sandhurst, redactado por el propio Cánovas pero remitido por el futuro monarca el 1 de diciembre de 1874, desde la academia militar próxima a Londres. Pretendía llenar con legitimidad dinástica un vacío político y jurídico que, de hecho, se había ido agrandando durante el llamado Sexenio Revolucionario (1868-1874); conciliar, pacificar, buscar vías de transacción y no exclusión con objeto de dar estabilidad al régimen y apartarlo de los vaivenes de los pronunciamientos militares; traducir este ideal conciliador en una soberanía nacional compartida entre el Rey y las Cortes, y, por último, aunar la fe católica («como buen español») con la fe liberal («como hombre del siglo»).

Al tener noticia del pronunciamiento de Martínez Campos, el Ayuntamiento de Valladolid,presidido desde el mes de julio de 1874 por José del Olmo Palomera, acogió con alborozo la Restauración monárquica anunciada. El mismo alcalde emitió un bando en el que reclamaba a los vallisoletanos que acatasen al nuevo Rey, en quien veía representadas las dos grandes aspiraciones de los vallisoletanos: la libertad y el orden.

Tampoco El Norte de Castilla quiso ocultar su beneplácito al nuevo orden creado, pues aquel 3 de enero de 1875, además de respetar y acatar «la nueva legalidad », decía esperar «en la regeneración que el régimen triunfante ha prometido. En el oscuro porvenir nadie puede penetrar. Y nos abstenemos de elogiar o censurar los actos del incipiente poder que tan favorablemente ha sido saludado por la opinión de la España Monárquica».

El 3 de enero de 1875 El Norte de Castilla dejó constancia de que la restauración de la monarquía ya era una realidad en España, y además, sin altercados de importancia ni derramamiento de sangre. El Norte

La primera gran manifestación ciudadana de entusiasmo monárquico tendría lugar el 11 de febrero de ese mismo año, a cuenta de la estancia en nuestra ciudad del joven monarca. Su trayecto desde la estación de ferrocarril hasta la Catedral, donde se celebró un 'Te Deum' en su honor, estuvo plagado de vallisoletanos dando vivas al Rey. Las casas, engalanadas para la ocasión, atrajeron su atención mientras se desplazaba hasta el Palacio Real, donde residió aquel día.

Desde los balcones se arrojaban flores y palomas y la Plaza Mayor lucía llamativos adornos, incluidos dos arcos «en la entrada y salidas principales», esto es, en las calles de Santiago y Lencería.

El Ayuntamiento dispuso la salida de gigantones «vestidos con propiedad y lujo, y las dulzainas con otras músicas y diversiones de cucañas y otras fiestas». Hubo fuegos artificiales y «la iglesia de Santa Cruz se ha iluminado con vasos de color», informaba la prensa. Alfonso XII visitó la Academia de Caballería y, ya por la noche, acudió al Teatro Calderón, donde fue recibido por la 'Marcha Real' y se le dedicaron poesías; partió a las 12 de la mañana del día siguiente, 12 de febrero de 1875, las 12 de la mañana del día siguiente, 12 de febrero de 1875, después de haber visitado la Casa de Cervantes, en cuyo álbum de visitas estampó su firma. Como solía ser habitual en ste tipo de eventos, se repartieron miles de raciones de comida –3.000 en total durante tres días– a los pobres de la ciudad en el Hospital de Santa María de Esgueva.

El Norte de Castilla también expresó su alegría por la llegada del joven monarca, «hijo de cien reyes», puesto que «los sentimientos profundamente monárquicos» del decano de la prensa «son conocidos de nuestros lectores: por lo que no tiene necesidad de poner a los pies del trono, felizmente restaurado, la expresión sincera y leal de los respetos y del amor que le inspira».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla 1875: restauración de la Monarquía

1875: restauración de la Monarquía