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Dos de cada diez víctimas de la larga lista de 61 fallecidos en los crímenes ocurridos en Valladolid a lo largo del presente siglo XXI ... han sido mujeres. Nada menos que trece han perdido la vida a manos de sus maridos, parejas y exparejas, las dos últimas, aunque uno de los casos, como fue el hallazgo del cuerpo sin vida de una mujer de 41 años en una pensión de la calle Montero Calvo el 21 de febrero, aún está en investigación, han tenido lugar en el presente 2021. Al caso de la pensión se sumó el pasado lunes la muerte a cuchilladas de África Cuadrado, de 55 años, a manos según todos los indicios de su marido, José Javier C. F., de 58 –detenido y encarcelado–, en el domicilio familiar de la calle Montreal de la urbanización Santa Ana. Estas dos muertes rompieron un periodo inédito en este siglo en la capital de seis años consecutivos (entre 2015 y 2020) sin víctimas mortales vinculadas a la violencia machista.
La crónica negra de Valladolid suma 61 crímenes en este siglo XXI (2001-2021), cuatro de ellos en los últimos dos años. La inmensa mayoría están resueltos, pero cuatro permanecen aún abiertos sin autor conocido. A María Salarino, el más antiguo de los crímenes sin resolver, la mataron a cuchilladas en su casa de Delicias en 2001 en un aparente intento de robo; el hostelero Óscar Gómez falleció de un golpe en Tordesillas en 2007 cuando se enfrentó a unos obreros que descolocaron su terraza, y al también hostelero José Luis Boal le acuchillaron en su bar de la avenida de Segovia, también en Delicias, en 2009. A ellos se suma desde hace poco más de un año la muerte del joven David Hernández, de 18 años, a golpes y cuchilladas ocurrida el 16 de abril de 2020, en pleno confinamiento, en Laguna de Duero.
El anterior ocurrió el 28 de diciembre de 2014 en la calle Oración de La Rondilla. Allí Omar, de 49 años entonces, acabó con la vida a golpes y cuchilladas de su novia, con la que compartía una hija de 4 años, y de un amigo de esta que se encontraba en el piso. Rosa Ana se llamaba la víctima. Su nombre quedó marcado a fuego junto al de Sonia, María Teresa, Pilar Andrés, Benita del Valle, Lidia Sanz, Eki Mari, María Micaela, María Jesús, Silvia Teresa y María del Henar. Todas murieron a manos de sus compañeros o excompañeros. África y la mujer fallecida en la pensión de Montero Calvo, de la que por ahora solo se conocen las iniciales (P. I.) y su edad, 41 años, completan el trágico listado de mujeres fallecidas durante este siglo.
Los dos únicos casos abiertos son los ocurridos en los últimos cinco meses. El crimen de Santa Ana parece esclarecido y el sospechoso, el inspector de Hacienda José Javier C. F., fue detenido la misma tarde de autos después de que acuchillará presuntamente a su mujer en presencia de su hija de 19 años y que protagonizara un tímido intento de suicidio. La investigación del caso anterior, el de la pensión, parece más complejo toda vez que aún se está intentando confirmar la causa de la muerte de la víctima, una mujer de 41 años, cuyo cuerpo sin vida fue hallado sobre la cama de la habitación con «indicios de criminalidad» que compartía con su, en apariencia, compañero sentimental 17 días después de su muerte. El sospechoso, J. A. S., de 45 años y con numerosos antecedentes, huyó de la ciudad y pudo ser detenido el 22 de abril en Tudela (Navarra). Permanece en prisión desde entonces a la espera de que la investigación determine si, como parece, se trató de un crimen machista. El Juzgado de Violencia sobre la Mujer es precisamente el que está instruyendo la causa aún bajo el más estricto secreto de sumario.
Ocho de los sospechosos detenidos por los anteriores crímenes machistas ya fueron juzgados y condenados, en la mayoría de los casos (cinco), por delitos de homicidio a penas que oscilaron entre los doce y los quince años de prisión al entender los tribunales, en su mayoría con jurado, que las víctimas tuvieron oportunidad, más que mínima en casi todos los casos, de defenderse.
Tres criminales más sí fueron condenados por asesinato a penas mayores de 17 años, en el caso de Jesús García por la muerte a golpes y cuchilladas de su mujer en Pedrajas de San Esteban en 2007; 18 años, para Ion Beregan por asestar diecisiete cuchilladas a su exnovia también en Pedrajas en 2008; y 19 años y medio, condena que aceptó Pedro Pablo Olmos por asesinar a tiros a su exnovia en Medina del Campo el 25 de abril de 2014. Este último fue el único de los homicidas o asesinos machistas que asumió su culpa, reconoció los hechos y aceptó su condena.
Y otros tres optaron por quitarse la vida después de acabar con sus parejas. Dos de ellos lo hicieron justo después de acabar con las vidas a tiros de su exmujer, en el caso de un vecino de Huerta del Rey (el 26 de febrero de 2008), y a cuchilladas, en el caso de un vecino de Parquesol (3 de abril de 2010). El tercer suicida, Alejandro Bartolomé, se quitó la vida en la prisión en 2008 y se llevó consigo el secreto de la muerte de su mujer, con cuya vida habría acabado en mayo de 2005 en Laguna de Duero para después descuartizarla. Solo se encontró su cráneo un año después y tardó tres años en ser identificado. Nunca se encontró el resto del cuerpo y se desconoce cómo pudo morir.
La mayoría de los crímenes machistas esclarecidos se produjeron a golpes y cuchilladas (nueve) y solo dos fueron por disparos de escopeta (el crimen de Huerta del Rey de 2008) o de pistola (el de Medina del Campo en 2014). En el caso de Laguna nunca se sabrá qué arma pudo emplearse, aunque sí parece claro que la víctima pudo ser descuartizada, y está por determinar aún lo ocurrido en la pensión de la calle Montero Calvo. El perfil de los agresores y víctimas, de entre 18 y 71 años, tampoco obedece a patrón alguno y tampoco los escenarios, nueve de los cuales se reparten entre barrios de diferentes clases sociales de la capital y cuatro más en Laguna de Duero, Pedrajas de San Esteban (dos) y Medina del Campo. Casos distintos e historias distintas con el único denominador común de la violencia del hombre sobre la mujer.
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