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Momento de la inauguración del monumento el 25 de junio de 1931
Historia de un monumento para los héroes

Historia de un monumento para los héroes

El famoso grupo escultórico dedicado al Regimiento Alcántara y situado frente a la Academia de Caballería fue obra del escultor Mariano Benlliure y su génesis refleja lo que era la España de principios de la década de 1930

Enrique Berzal

Sábado, 2 de julio 2016, 21:52

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Faltaban tres días para las primeras elecciones generales de la Segunda República, que en Valladolid darían el triunfo a las candidaturas socialistas, cuando la ciudad fue convocada para rendir tributo a uno de los regimientos militares más célebres por su heroicidad: el Alcántara número 14 de Caballería, aún en la memoria de los vallisoletanos por su hazaña en la batalla o matanza- de Annual. En efecto, aunque pueda resultar paradójico, aquel 25 de junio de 1931, hace ahora 85 años, los vallisoletanos que dos meses antes habían apostado de forma mayoritaria por traer la República a España se sumaban al homenaje dispensado al teniente coronel Fernando Primo de Rivera, hermano del ex dictador, y a sus 690 compañeros que se jugaron la vida en Marruecos.

Era el tributo debido a los conocidos como 'héroes de Alcántara', 691 soldados de Caballería que dieron sus vidas para cubrir la retirada de más de 5.000 colegas en la aciaga jornada de Annual, ocurrida los días 22 y 23 de julio de 1921. Perseguidos con saña por más de 18.000 rifeños a las órdenes del caudillo Abd-el-Krim, muchos de los soldados españoles que huyeron en desbandada pudieron salvar la vida gracias a la entrega del Regimiento Alcántara número 14 de Caballería, comandado por Fernando Primo de Rivera: de aquellos 691 héroes, 541 murieron en batalla, 7 resultaron heridos y 67 fueron hechos prisioneros.

Para rendirles homenaje, a finales de 1922 el Arma de Caballería planteó construir un monumento en Valladolid, «cuna de la Caballería española», señalaba la prensa. Así lo anunció El Norte de Castilla el 28 de abril de 1923, al tiempo que se felicitaba por la categoría del escultor a quien se había hecho el encargo: el célebre Mariano Benlliure. Aún con la Academia de Caballería recuperándose del devastador incendio de 1915 el nuevo edificio no sería inaugurado en su totalidad hasta 1928-, el periódico auguraba una pronta y multitudinaria celebración del homenaje escultórico.

Pero no fue así. Aunque en el mismo año de 1923 oficiales, suboficiales, tropa y paisanos organizaron una colecta para costear la escultura, ésta aún habría de esperar mucho tiempo. Dos años después, de hecho, se nombró una comisión al efecto que presidieron, sucesivamente, el teniente general Francisco González de Uzqueta, el barón de Casa Davalillos y el conde de Jordana, y en la que también participaron el coronel Perinat y el conde de la Torre de Cela, entre otros. Fue Segundo Díaz de Herrera, secretario de la comisión, quien movió los hilos necesarios para, en compañía de Perinat y del conde de la Torre de Cela, visitar al escultor y exponerle el proyecto. El bronce correría a cargo del Ministerio de la Guerra.

Escasa recaudación

Sin embargo, los cambios en el interior de la Comisión y problemas económicos derivados de una recaudación inferior a las expectativas creadas retrasaron el proyecto y motivaron que éste terminara siendo de menores dimensiones que el elegido en un primer momento, que imitaba el tamaño natural. De hecho, aunque el 15 de noviembre de 1928 la prensa madrileña publicó el boceto del grupo escultórico y al mes siguiente se presentó la maqueta en el Museo de Caballería, hasta diciembre de 1930 no comenzaron las obras de cimentación. Meses antes, el Ayuntamiento había autorizado formalmente su emplazamiento frente a la Academia de Caballería. Y fue en abril de 1931, fecha republicana por excelencia, cuando comenzaron a llegar las primeras piedras del basamento.

La inauguración se efectuó a las diez de la mañana del 25 de junio de 1931, y a ella asistió el propio Benlliure. También estuvieron presentes el general Procopio Pignatelli, último coronel que mandó el regimiento en África, el teniente coronel Gómez Zaragoza, superviviente del mismo, el general Alfredo Jiménez Orge, secretario de Manuel Azaña, en representación del Ministerio de la Guerra, y todas las autoridades de la ciudad, incluido el arzobispo Remigio Gandásegui. No pudo estar, por razones evidentes, el monarca Alfonso XIII, a quien el alcalde de Valladolid había invitado ya en marzo, un mes antes de las elecciones que trajeron la República y forzaron al rey a salir del país. El general Pignatelli se encargó de descorrer el lienzo que ocultaba el monumento, para, a continuación, pronunciar un encendido discurso en memoria de los héroes de Alcántara, que finalizó con un 'viva la República'. Fuerzas del regimiento de Farnesio y una compañía de ingenieros desfilaron en columna de honor ante el monumento y el general de división. El acto terminó a las dos de la tarde en la Academia de Caballería, con un banquete para 150 comensales.

Además de recordar lo acaecido en Annual, el monumento de Benlliure pretende homenajear todas las gestas protagonizadas por el arma de Caballería. Aunque en un primer momento se pensó ubicarlo en el interior de la Academia, finalmente se cambió de idea y se escogió el exterior, frente a la puerta, para disfrute de turistas y vallisoletanos. Como ha escrito el profesor Juan José Martín González, se trata de una composición compleja pero de relevante resultado estético, pues integra a la perfección el movimiento entre caballos y jinetes al galope. La figura central representa a un portaestandarte vestido con uniforme de la Caballería de Flandes, creada en época de Felipe IV, mientras que los cuatro jinetes restantes reflejan otros momentos de la historia de la Caballería española, de ahí que aparezcan con diferentes uniformes y armas. El jinete que sobresale a la dereca pertenece, por supuesto, a los Cazadores de Alcántara. Las fechas que se suceden en la base de granito (1657, 1702, 1773, 1808 y 1921) hacen referencia al devenir histórico de la Caballería española, si bien lo acontecido en Annual sobresale como hecho memorable.

Como nota curiosa, el 30 de junio de 1931, cinco días después de la inauguración de la escultura, el gobierno de la República suprimía por decreto la Academia General Militar, la cual, junto a las Academias Especiales de Caballería e Intendencia, pasaba a integrarse con la Academia de Infantería de Toledo. El edificio de Valladolid pasó a denominarse entonces Cuartel de la República. Por su parte, el heroico Regimiento de Alcántara, para el que en 1929 se había solicitado la Laureada de San Fernando, habría de esperar hasta 2012 para recibirla.

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