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Carla calvo
Valladolid
Jueves, 11 de julio 2019, 07:46
Crear tu propio par de zapatos en un día puede parecer imposible, pero no lo es. Rocío Mozo, diseñadora de calzado vallisoletana, acaba de impartir en Valladolid un curso de elaboración artesana de un par de zapatos en el que los participantes diseñaron y confeccionaron su propio calzado en el Centro Regional de Artesanía de Castilla y León (Cearcal). Esta artesana de Medina del Campo, que estudió diseño y patronaje de calzado en Milán, ha realizado durante doce años sus propias colecciones de zapatos y complementos 'pret-a-porter', pero actualmente se ha especializado en la realización de zapatos a medida hechos a mano.
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El objetivo de este curso era que los alumnos elaborasen su propio calzado. En concreto, se trataba de un zapato plano, tipo babucha, confeccionado con piel de cabra. De este modo se partía de una misma base a partir de la cual cada uno podía hacer su propio diseño, jugando con la forma para adaptarla a su gusto y necesidades. Una de las alumnas lo definía diciendo que «a este curso vienes descalzo y te vas calzado», ya que todos los participantes salieron de allí con un nuevo par de zapatos recién hecho.
Para la elaboración de un par de zapatos principalmente se utiliza una horma, cartulina, pieles y una planta de zapatos. Además de la creatividad y la maña de cada uno. Para este cometido, durante la clase los alumnos siguieron un proceso en tres pasos:
1
Lo primero que se necesita para empezar a trabajar en la elaboración de un zapato es su diseño, saber qué zapato queremos hacer. Para eso se crea un patrón a partir de la horma, que se forra con cinta de carrocero. Con eso se crea un molde que se pasa a cartulina, aunque también existe la posibilidad de diseñar el calzado directamente sobre la misma horma, trabajando en la cinta de carrocero.
2
Una vez que se tiene hecho el patrón, se pasa el diseño a la piel que se va a utilzar. En este caso, los zapatos se elaboraron con piel de cabra hecha por encargo, con colores vivos y vibrantes para que tuvieran un toque único. Una vez que se tiene copiado el patrón, se corta la piel. Este mismo proceso se sigue con el forro, que es una piel de calidad inferior que irá en el interior del zapato. Cuando ya se tiene todo cortado, se cose a mano, lo que en la confección de calzado se conoce como el aparado.
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3
Cuando ya está la piel cortada y cosida, solo queda el último paso: montarlo todo. Durante el montaje se vuelve a recurrir a la horma, ya que nos permite que la piel se ajuste a la forma del pie. Para montar el zapato se utiliza también la planta de montaje, que es lo que se corresponde con la suela. Así una vez que está todo unido y ensamblado, tendríamos listo nuestro zapato.
«Parecía una odisea, un reto interesante», comentaba una de las alumnas al comenzar el curso. Sin embargo, esa odisea no fue tanto ya que en el mismo día pudo elaborar su par de zapatos. Entre los participantes había un poco de todo: personas acostumbradas a hacer trabajos con pieles, diseñadoras de moda e incluso algunas alumnas que no habían hecho ninguna formación relacionada con el tema. Se trataba de un aprendizaje para todos los públicos, aunque «se notaba que todos estaban acostumbrados al trabajo manual», reconocía Rocío Mozo, lo que facilitó mucho el proceso.
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