Corruptos fuera

Con una lentitud exasperante la justicia avanza en el proceso contra el presidente de la comunidad valenciana. Hace algunos días Camps, en su escrito de defensa, negaba de nuevo haber recibido obsequios de la red corrupta, cuyos responsables llevan ya tiempo al otro lado de las rejas. Para este incongruente personaje la opinión de los once jueces, que hasta hora han intervenido en la causa, le tienen sin cuidado. Fuera de las tierras levantinas, la policía estrecha el cerco sobre 15 empresas de otras cuatro autonomías implicadas en la red Gürtel, entre las que se encuentra Castilla y León. Mientras, en Andalucía sigue creciendo el escándalo de los ERE.

Con las elecciones municipales y regionales en puertas, los partidos políticos están cerrando sus candidaturas con la sospecha ciudadana de que en sus listas van incluidos no pocos cargos imputados o bajo claras sospechas de corrupción, lo cual no sería de extrañar si se tiene en cuenta que 2010 concluyó con más de 700 investigaciones abiertas. Las estadísticas mantienen que ocho de cada diez españoles creen que nuestros representantes políticos son corruptos o muy corruptos.

Esta última afirmación es, a todas luces, una exageración, dado que en el país existen decenas de miles de políticos y funcionarios con cargos de confianza, que no han metido mano en el erario público ni han caído en prácticas de favoritismo, lo que les ha llevado a ganarse la enemistad de familiares y amigos, al no acceder a sus vergonzosas solicitudes. No se olvide que aquí el fraude fiscal es casi una identidad nacional y se ejerce una picaresca rampante, donde la economía sumergida supone el diecisiete por ciento de la actividad.

Son los partidos políticos los que tienen que dar los primeros pasos hacia una regeneración y dar ejemplo practicando una ética irreprochable. Limpiar sus listas es cuestión inaplazable.