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El golpista Tejero. :: EL NORTE
CRÓNICAS RETROSPECTIVAS

El día del 'tejerazo'

Segovia vivió con preocupación y miedo el intento golpista del 23 de febrero de 1981

CARLOS ÁLVARO

Miércoles, 23 de febrero 2011, 02:29

Los segovianos no fueron ajenos a los sucesos que a partir de las seis y media de la tarde del 23 de febrero de 1981 se desarrollaron en el hemiciclo de las Cortes. Algunos, los que ocupaban un escaño, tuvieron el privilegio -de la mala fortuna- de contemplar aquellas escenas históricas en vivo. Es el caso de Modesto Fraile, también vicepresidente de la Cámara; Carlos Gila, Rafael Calvo Ortega o Luis Solana. El resto pasó la tarde junto al transistor, esperando una intervención del Rey que apaciguara los ánimos.

«Recibimos la noticia con estupefacción -recuerda Francisco de Paula-. Los que somos viejos, con espanto, porque era una repetición de la historia casi milimétrica. Conocíamos los síntomas. Aquí en Segovia apenas hubo movimientos. La situación fue de absoluta calma, aunque todos estuvimos pendientes».

Uno de esos movimientos que más inquietaron a los ciudadanos fue el traslado de dos TOAS y seis tanques desde Baterías al Regimiento número 41. Aquello suscitó extrañeza. La gente estaba escuchando la radio y es lógico que al ver los tanques se asustara, pero la maniobra fue absolutamente normal. El coronel, en previsión de que le cortaran la comunicación con la Brigada Jarama de Valladolid, de la que dependía el Regimiento, ordenó que bajaran dos TOAS o vehículos con emisoras autónomas que permitieran esa comunicación.

Fue una noche larga tras los muros del Regimiento. Las tropas permanecieron acuarteladas durante tres días. Era fácil pensar con desconfianza del estamento militar, pero el coronel se lo dejó bien claro a los mandos nada más terminar la intervención televisiva del Rey: «Señores, creo que el Rey ha dicho todo lo que tenía que decir. No tengo más que añadir». La legalidad democrática estaba asegurada.

La tranquilidad quedó restablecida a medida que pasaron las horas, aunque los diputados quedaron retenidos durante toda la noche y hasta el mediodía del día 24 de febrero no fueron liberados. Al entonces diputado de la Unión de Centro Democrático por Segovia Carlos Gila le tocó vivir el amargo trago desde su escaño: «Fue una experiencia angustiosa. Primero pensé que nos matarían a todos; después, que nos llevarían a Carabanchel. Finalmente, perdí el miedo y observé que aquello quedaría en un susto. Yo, como soy médico, pasé toda la noche trabajando. Incluso tuve que atender a uno de los golpistas que había sufrido un ataque epiléptico».

Los representantes de los partidos de izquierdas lo pasaron peor. En las sedes de PSOE y UGT se vivieron horas de auténtica angustia. Tras escuchar la radio, varios dirigentes socialistas y ugetistas se dedicaron toda la tarde a sacar documentos comprometedores para la militancia. En la calle, vacío absoluto. A las nueve de la noche apenas había un alma. El alcalde, José Antonio López Arranz, permaneció reunido con algún concejal en el Ayuntamiento. En los medios también fue una noche larga. «Estuvimos en la radio hasta las cuatro de la mañana, atentos a todo. Al día siguiente entrevistamos a los diputados secuestrados, Fraile, Gila y Solana», señala el periodista Alfredo Matesanz.

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