El nuevo Módulo de Respeto facilitará la reinserción de las reclusas de Villanubla

Puertas y celdas de color lila, un intento de alegrar el ambiente de un edificio cuyas connotaciones ya intimidan al visitante. Los tonos alegres no son capaces de contrarrestar la alambrada de espinas y las torres de vigilancia que rodean la zona. Un entorno que se trata de mejorar, no solo a través de la decoración de su infraestructura, sino de las relaciones y la estancia de sus inquilinos.

El Ministerio del Interior, a través de Instituciones Penitenciarias, ha puesto en marcha un Módulo de Respeto a disposición de las internas del Centro Penitenciario de Villanubla. La finalidad de este tipo de espacios es fomentar y consolidar hábitos y actitudes que favorezcan la reinserción social de las reclusas. Esta nueva zona es el resultado de las reformas realizadas en el Módulo 9. La inversión realizada, dividida en dos anualidades, es de 361.987 euros, tal y como explicó el subdelegado del Gobierno, Cecilio Vadillo, durante su visita, ayer, al Centro Penitenciario para comprobar el resultado de las obras.

A esta cantidad se le deben de añadir 33.515 euros, destinados a equipamiento, y una financiación de 700.000 euros que procede del Plan E y que se ha materializado en la puesta en marcha de una nueva depuradora.

Reformas y mejoras

Gracias a esta inyección económica se ha podido llevar a cabo una ampliación del patio, al que el subdelegado calificó de «pequeño, cerrado y oscuro» antes de su remodelación, que ha ganado luminosidad y al que se ha dotado de una zona cubierta. También se ha procedido a la construcción de un nuevo comedor, una sala de estar, equipada con material nuevo, y un gimnasio.

Entre otras obras, destinadas a mejorar las infraestructuras, se encuentran la construcción de duchas y baños nuevos y un despacho para el equipo técnico, se ha procedido a la colocación de solado en los pasillos de las zonas comunes y se ha pintado todo el módulo.

Cecilio Vadillo señaló que se trata de una «obra importante» ya que el estado en el que se encontraba anteriormente este espacio «no reunía unas condiciones dignas». «Ha ganado mucho el módulo», sentenció. «La reforma se nota en cuanto a confort», indicó el director del Centro Penitenciario de Villanubla, Carlos Blanco Rubio. Las internas «necesitan espacios abiertos, pero son necesarias otras alternativas como actividades o talleres», concretó.

Con estas declaraciones, Blanco Rubio se refería al conjunto de tareas, de carácter voluntario, a las que las presidiarias pueden acceder. Tras una planificación individualizada, dependiendo de la formación y preferencias de cada una de ellas, pueden escoger entre los diferentes talleres que oferta el centro y que incluyen desde clases de inglés, la obtención del carné de conducir, cursos de peluquería y cocina, música, flamenco y yoga, hasta talleres ocupacionales, entre otras opciones.

Todas estas actividades no quedan en saco roto, ya que se lleva a cabo un sistema de evaluación «objetiva e individualizada», detalló Vadillo, diaria y semanalmente. Además de respetar las normas de convivencia estipuladas, a las reclusas se les asignan responsabilidades, de manera que pueden participar en la gestión del módulo a través de diversos cargos asignados, como pueden ser responsable de grupo o encargada de actividad. Los sábados tiene lugar una asamblea, el órgano directo de participación de las internas, en la que pueden colaborar.

El poder de la palabra escrita

De entre todas las actividades que se desarrollan en el centro, destaca el taller de Animación a la Lectura. Esta iniciativa, proyectada por el Foro Feminista, busca acercar a las internas a la cultura a través de la lectura, ya que muchas, debido a sus circunstancias personales, no han tenido un acceso muy directo a los libros, según expusieron fuentes de la Subdelegación del Gobierno. «Entendemos que la lectura puede ayudar a fomentar la reinserción, aumentar la memoria y la creatividad y mejorar la autoestima», especificó Cecilio Vadillo. Los 300 ejemplares, que en la actualidad llenan las estanterías de la sala de lectura del penal vallisoletano, han sido cedidos por ciudadanos y librerías de la ciudad.

El taller, gestionado por la escritora y periodista Pilar Salamanca, cuenta ya con la participación de 15 reclusas. La responsable de la actividad, agradeció al centro los medios ofrecidos para poder llevar a cabo esta labor y a las presas la «curiosidad» con la que habían recibido el proyecto. «Las interesa mucho, algunas han llegado a recomendarnos libros», manifestó Salamanca. Normalmente, se llevan a cabo dos sesiones al mes, una cada quince días. En la primera de ellas, Pilar Salamanca lee fragmentos del libro escogido y lo comenta con las asistentes, tratando de generar interés por el hilo argumental para que lean la obra. Posteriormente, la propia autora de la novela acude al centro, a participar en el taller. La primera escritora que colaboró en esta actividad fue Macarena Márquez, autora de 'Treinta y siete minutos en el atasco'. Los libros son elegidos, fundamentalmente, por las reclusas. «No hay ningún tipo de autocensura, a lo mejor no son convenientes libros del Marqués de Sade, pero ellas son las que eligen», explicó Pilar Salamanca. Actualmente se han presentado dos propuestas: un taller de escritura y otro de expresión corporal.

El Centro Penitenciario de Villanubla alberga, en la actualidad, a 35 mujeres, 42 si se tiene en cuenta a las que se encuentran fuera y son controladas por una pulsera o por teléfono. Según fuentes de la prisión, cerca del 50% se encuentran recluidas por delitos contra la salud pública.

Normalmente, las penas que acumulan rondan entre los 3 y 4 años. En el penal vallisoletano, el número de hombres supera al de mujeres, ya que la cárcel de Ávila es la que se encuentra habilitada para confinar a las mujeres. Por motivos de cercanía con sus familiares, la penitenciaría de Villanubla será su residencia hasta que cumplan su condena y se reinserten de nuevo en la sociedad.