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Calle de la localidad vallisoletana de Olmos de Peñafiel con la iglesia al fondo. :: L. S.
VALLADOLID

Por la senda del Empecinado

Olmos de Peñafiel conserva la vivienda en la que, según la historia, fue apresado el guerrillero

LORENA SANCHO

Sábado, 24 de julio 2010, 03:26

De aquí salió detenido un 22 de noviembre de 1823 acompañado por sus sesenta hombres. Desde aquí partió hasta su condena de muerte a Roa. Y aquí se podrán recordar ahora sus últimos días. La vida de Juan Martín Díez 'El Empecinado' discurrió también en el coqueto municipio de Olmos de Peñafiel, vecino de Castrillo de Duero, su localidad natal. Cuenta la historia que en una de sus viviendas fue apresado este guerrillero y, la casa, lejos de claudicar en el tiempo, aflora ahora recién rehabilitada para hacer las veces de casa de cultura con motivos o, incluso, una sala propia que recuerde los pormenores de este líder de la Guerra de la Independencia.

La histórica vivienda se ubica en la parte más elevada del pueblo, junto a los respiraderos o zarceras de las innumerables bodegas que lo poblaron. Las vetustas piedras que asoman entre los montículos son las herederas de la tradición vinícola de este municipio de apenas 70 vecinos. Hace años que dormitan en barricas de tierra a la espera de los sucesores de un oficio que, pese a encontrarse en el corazón de la Denominación de Origen Ribera del Duero, prácticamente ya se ha extinguido entre la población oriunda. De la importancia que el vino adquirió en Olmos dan fe en el casco urbano algunos lagares de estampa nostálgica. El inexorable paso del tiempo los ha destripado, asoman entre las paredes de barro artesanales con 'look' desfilado. La despoblación hace mella, y el Ayuntamiento batalla cual Empecinado para evitar la agonía. Sus armas, la oferta de viviendas para foráneos. «El año pasado vino una familia colombiana y sus dos niños son los únicos que hay en el pueblo», se lamenta el regidor, Jesús Tapias.

Pese a la pérdida de población, Olmos luce hoy en día una imagen bucólica que le hace singular y atractivo para el visitante. El tono arcilloso es constante en el entramado de esta población cercana a Peñafiel. Fusiona el adobe y los restos de madera con las viviendas de nueva construcción más sofisticadas. Hacia la plaza se asoma una construcción medieval de adobe, piedra y entramado de madera que parece acostada sobre una contigua. Tiene vistas directas a la iglesia de Santa Engracia, del siglo XVI, Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento desde el pasado año.

En el interior

Para acceder al templo es preciso atravesar un arco de piedra adosado a una vivienda próxima. Ya en su interior, destaca el retablo mayor atribuido al peñafielense Pedro de Bahamonde, de estilo barroco. Lo preside la imagen de Santa Engracia, patrona del pueblo. Sus fiestas se celebran en abril, mientras que en septiembre le toca el turno a San Antolín (se adelantan a finales de agosto para que haya más vecinos). Junto al altar, en la sacristía, se levanta desde hace unos años una capilla que acoge la celebración de la eucaristía en invierno «porque en esa época hay poquita gente», comenta María Jesús Tapias, vecina del pueblo. Destacan también las pinturas que afloran en la madera policromada del coro, en la parte posterior de esta iglesia de una sola nave cubierta con yeserías barrocas. El otro edificio religioso del pueblo se ubica en el interior del cementerio. Se trata de la ermita del Santo Cristo del Amparo. «Aquí se celebra la misa en la Cruz de Mayo», añade María Jesús. Panteones y tumbas rodean los laterales de la ermita. Al otro lado de la carretera, en la cima del monte conocido como Picacho, otras tumbas, estas de piedra, sacaron a la luz los enterramientos de los antepasados de los olmeros de una fecha aún por determinar.

La tradición, no obstante, tiene un hueco junto al río Botijas, en un antiguo molino donde se levanta el Aula Museo de Harina y Miel, de propiedad privada.

En este edificio rodeado de grandes choperas se molía antiguamente el trigo del pueblo y ahora ofrece al visitante la posibilidad de conocer la elaboración artesanal de la harina y el proceso de la miel, con especial atención a la organización de las abejas. Todo ello en un marco natural incomparable en el que ahora, además, se ha asentado una colonia de buitres que ofrecen una imagen propia de postal.

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