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Chema Pérez Concellón y Pedro J. Muñoz posan con sus herramientas de trabajo en la Semana Santa. :
Cofrades del teleobjetivo

Cofrades del teleobjetivo

Chema Pérez Concellón y Pedro J. Muñoz llevan más de 30 años captando las mejores escenas de la Semana Santa de Valladolid

Jota De la Fuente

Martes, 11 de abril 2017, 22:53

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Es imposible volver la vista atrás recordando escenas de la Semana Santa de Valladolid en años precedentes sin tener que recurrir por obligación a las sensacionales fotografías de dos vallisoletanos, apasionados de las procesiones y del mundo de las cofradías que, además, tienen como afición la fotografía. José María Chema Pérez Concellón y Pedro J. Muñoz Rojo son fotógrafos oficiales de la Junta de Cofradías de Semana Santa de Valladolid desde hace 30 años. Sus instantáneas ilustran cada año el programa oficial, las portadas y los libros. Captan de manera singular escenas, rincones y detalles de la Semana Santa, de sus tallas y pasos que muy pocos conocen y son capaces de descubrir y apreciar.

Pero la fotografía no es su oficio. Cada cual tiene su profesión, y cuando llegan los diez días de Semana Santa, «o gastamos días de nuestras vacaciones o en los años que no nos las han podido conceder, acudimos cada mañana con cuerpo de perros por el cansancio acumulado», comentan.

Chema Concellón es funcionario, técnico de administración local, y Pedro Muñoz es ingeniero informático y directivo de una empresa informática. Chema comenzó a hacer los primeros pinitos a los 23 años. Arrancó aficionándose a la fotografía en general, y fruto de su amistad con José David Redondo, cofrade del Santo Sepulcro, comenzó a centrarse en la fotografía de Semana Santa en 1987, cuando se inició como fotógrafo oficial. «Surgió una gran amistad y fue un gran maestro, multidisciplinar a nivel cultural. La Semana Santa siempre ha sido una debilidad para mí y se juntaron dos aficiones pasionales», señala Concellón. Pedro también es apasionado de la fotografía, «semanasantero y cofrade de la Vera Cruz desde hace 44 años, y el año que hubo una vacante de fotógrafo en la Junta 2001 Chema hizo conmigo lo mismo que años antes había hecho Redondo con él». Concellón es cofrade del Despojo desde hace al menos 50 años. «Mi padre era cofrade de allí y era para lo que había dinero, para el hábito que ya había en casa, con la espiga de la JOC. Desde el año en que se refundó también soy cofrade del Cristo de la Luz», explica.

Pedro y Chema se conocían desde adolescentes. «En los primeros años solo éramos dos fotógrafos en las procesiones. Sí había alguno más, pero eran de acera, muy respetuosos. Lo que sucede en las procesiones a día de hoy con los fotógrafos es vergonzoso. Si algo me inculcó Redondo fue que por las procesiones había que andar con mucho sigilo, respetando los tiempos y los espacios y tratando de no estorbar. Moverse en la procesión como si fueras una bailarina. En una corrida de toros a ningún fotógrafo se le ocurre saltar al ruedo y ponerse al lado del toro o del torero para fotografiarlos. Ahí el miedo puede y manda más que el respeto en la Semana Santa. Hasta tal punto que yo, la Semana Santa pasada, opté por hacer todas las procesiones desde fuera con un objetivo 70-200 porque era imposible no sacar gente metida delante de los pasos», señala Concellón contrariado. Pedro Muñoz aclara que «no es que puntualmente se pongan delante del paso para sacar una foto, es que van toda la procesión, desde el inicio hasta el final, delante del paso. La Junta lo sabe y hemos propuesto soluciones, como en Zamora, donde los cofrades regulan cuándo se puede estar».

Cristo de la Luz

Si hablamos de sus predilecciones para fotografiar tallas y espacios de Valladolid, Chema Concellón lo tiene muy claro. «La mejor talla procesional aunque no fuera concebida para ello es la del Cristo de la Luz, que fotográficamente da gran juego el Jueves Santo por la mañana. A poca luz que haya, es espectacular. Destaco también la Virgen de las Angustias, que pese a que tenga cierta tosquedad es una imagen uniforme que en la calle es un espectáculo. Hay muchas tallas sensacionales, como el Atado a la Columna o el Ecce Homo».

A juicio de Pedro Muñoz, «procesionalmente coincido con Chema, y pasionalmente, mi Virgen es la de los Dolores. La procesión del Sábado de Dolores tiene espacios fantásticos en la zona de los conventos y la calle Santo Domingo de Guzmán». Para Chema, en Valladolid, este asunto ha sufrido una evolución, de tal forma que ha habido cambios muy fuertes, «como la iluminación, el asfaltado y la restauración y limpieza de muchos monumentos que hace años estaban sucios por la polución y sin iluminar. Como espacios destaco la Catedral, la Antigua, Santo Domingo de Guzmán y la Plaza Mayor, que no es ni la sombra de lo que era hace quince años».

Cuando hablas con ellos sobre el estado actual de la Semana Santa de Valladolid el gesto se les tuerce. «Veo muy mal la Semana Santa de Valladolid respecto de lo que era. De 20 años a esta parte ha habido un bajón. Creo que hay mucho profesional en los cabildos, que no dan paso a gente joven, no dejan hacer cosas en el 99% de las cofradías. Existe una figura, la del profesional del cabildo, que está haciendo mucho daño a nuestra Semana Santa», lamenta Muñoz.

Coincide en el análisis Chema, que especifica que «a nivel estético ha mejorado, pero ha empeorado bastante a nivel de repercusión social, desde la cabeza, la Junta de Cofradías, que ha hecho una labor muy buena durante muchos años pero que, como todo, ha agotado su tiempo y ya hace falta savia nueva, gente con ilusión, con ideas, con agradecimiento a las actividades de esta junta, que no hay que olvidar cómo lo cogió tras el fracaso estrepitoso de la semijunta de José María Fernández Ronda, cuando nadie quiso asumir responsabilidades. La labor ha sido buena, pero ya ha tocado a su fin. A nivel de cofradías, ratifico lo dicho por Pedro y esos grupos que han surgido, esas corrientes de oposición que se erigen bajo determinados nombres, supercofrades, que son una verdadera lacra. Valladolid es la ingratitud hecha realidad y a nivel personal estoy muy desilusionado con el trato recibido estos años. Nuestro trabajo es siempre muy valorado en el resto de España, Portugal o Francia y, sin embargo, aquí ni pagado ni agradecido, con maltrato de junta, cofradías, envidias, críticas, malos rollos que nos llevan a que hagamos esta Semana Santa y la próxima por compromiso y echemos después el cierre, desapareciendo durante una temporada de Valladolid», indica molesto y enfadado Chema Concellón.

Recuerdos y anécdotas

En este transitar por la Semana Santa ha habido muchos amigos «que echamos de menos, como a nuestro compañero y amigo Alfredo de Miguel, quese encuentra enfermo y le añoramos. De los que ya no están, José David Redondo, y alguien insustituible en la Semana Santa de Valladolid, como Pepe Millaruelo, y otros nombres, y también muchos enemigos, sin saberlo, sin que esté justificado, que luego en algunos casos cuando nos han conocido personalmente han manifestado lo contrario», reflexionan ambos.

Para sus nietos quedarán las anécdotas vividas en Semana Santa y las procesiones, como una sucedida en una procesión nocturna en la calle Santo Domingo de Guzmán con los redobles de tambor u otra cuando la Virgen de las Angustias salía en la madrugada del Viernes Santo a las cuatro y media con varios grados bajo cero, haciendo las fotos desde el interior de un portal para resguardarse del frío. En otra ocasión ambos se quedaron dormidos en el coche entre esa misma procesión y el pregón de las Siete Palabras «cuando nos despertó la Cofradía de la Cruz Desnuda a su paso».

Para los vallisoletanos siempre quedará su legado, sus trabajos, sus fotografías, que recogen como las de muy pocos, las mejores escenas de la Semana Santa de Valladolid en los últimos treinta años.

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