«Es horribe, en cada trayecto preguntamos cuántos somos y por dónde vamos»
María Concepción Manrique, que recibió ayer la última de las 33 sesiones de radioterapia en Valladolid, confiaba en verano en no tener que viajar para someterse a las radiaciones
«Cuando ahora me pregunta alguien que va a empezar la radioterapia si comienza con la sesiones en Valladolid o espera a que se ponga ... en Segovia, les digo que vayan a Valladolid porque no sabemos cuándo estará en marcha» la unidad del hospital La Misericordia. María Concepción Manrique tiene experiencia –y por desgracia no buena– de someterse al tratamiento por cáncer. Tenía 36 años cuando le detectaron el primero, «un tumor muy agresivo» que amenazaba su vida. Todo fue muy rápido. En Segovia todavía no había oncólogos –recuerda– y se tuvo que ir a Madrid. Fue una mastectomía radical con la extirpación de los ganglios linfáticos. Recibió seis ciclos de quimioterapia. Entonces no estaba aún implantado el abordaje con anticuerpos monoclonales, fundamental hoy para muchas pacientes con el mismo tipo de cáncer de mama que el suyo.
Este año, después de pasar unas anginas y de acabar el tratamiento con antibióticos, esta médico de Atención Primaria revela que «no sé por qué me metí el dedo en la boca y cuando la examinaba noté algo en un sitio donde no debía de estar». Era un nuevo tumor, en esta ocasión en el suelo de la boca. El 28 de mayo fue al Hospital General y en Oncología le realizaron una biopsia que ratificó que «había células tumorales». Pasó por el quirófano en junio y julio y cuando cicatrizó la cirugía, le aguardaba la radioterapia.
María Concepción pensó entonces que «me la darán en Segovia». Las noticias que había a esas alturas del calendario de este 2021 decían que el acelerador lineal estaría listo y en servicio en el hospital de La Misericordia que gestiona Recoletas en al ciudad.
«Pasó el tiempo y el 18 de octubre empecé con las sesiones y todavía sigue sin estar en funcionamiento», lamenta. Además, «cada día prácticamente están empezando el tratamiento nuevos enfermos y al final se tienen que trasladar a Valladolid o Salamanca», añade. María Concepción precisa que «si has empezado en Valladolid, terminas en Valladolid» el ciclo de radiaciones para mitigar el cáncer.
Esta médico segoviana acabó ayer «el suplicio» de los desplazamientos al Clínico Universitario de la capital de Pisuerga. Se ha sometido a 33 sesiones que «me han dejado efectos secundarios». Y con ellos se ha tenido que montar cada día desde aquel 18 de octubre en la ambulancia para ir a Valladolid. María Concepción, secretaria de la Asociación Española contra el Cáncer en Segovia, cuenta la tortura que estos viajes suponen para los enfermos oncológicos. «Es horrible, es una aventura diaria, y no me quejo de los conductores, que se portan fenomenal, sino de quienes coordinan o los responsables que al diseñar estas rutas parecían que pensaban en Marte», critica.
Sin calefacción y con ruidos
Comenta que cada jornada ocho pacientes son trasladados al Clínico de Valladolid. «Cuando nos subimos la pregunta suele ser a dónde vamos hoy o cuántos somos». María Concepción ironiza para manifestar las incomodidades que sufren estos enfermos en los viajes. «A veces damos vueltas por Segovia porque hay orden de recoger a unos, otras hacemos turismo rural... Yo, de hecho, he pasado por Bernardos, Garcillán, Cuéllar, Sanchonuño, San Cristóbal de Segovia...». Los conductores –insiste la afectada– no tienen la culpa. Los rodeos y las escalas hacen interminables unos trayectos que tenían que ser rápidos e indoloros, pero que a veces se eternizan, cuatro, cinco y hasta seis horas, se quejan en la Asociación contra el Cáncer.
La doctora segoviana suma a estos itinerarios otros problemas que convierten en «una tortura» el viaje para recibir la radioterapia. «Hay días que la calefacción de la ambulancia no funciona o que hay algún rodamiento suelto del vehículo y tienes que aguantar todo el rato el soniquete, o la camilla tiene algo suelto...», enumera las molestias que soportan los enfermos. Además, María Concepción relata que «aunque como máximo tienen que viajar cuatro y todos de radioterapia, ha habido ocasiones en que han llegado a ir seis personas», como le pasó a ella en la primera sesión para tratarse el tumor de la boca.
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