La retina como ventana al cerebro
La cuellarana María Álvarez gana un premio nacional por un Trabajo de Fin de Grado sobre el diagnóstico de enfermedades degenerativas como el Azheimer a través de la oftalmología
La retina, una parte más del sistema nervioso central, es la mirilla de un francotirador para detectar enfermedades degenerativas como esclerosis múltiple, Parkinson o Alzheimer. Un estudio en el que participó la cuellarana María Álvarez, publicado en la prestigiosa revista médica Biomedicines, concluye que los cambios en la retina están relacionados con lo que ocurre bajo el cráneo. La retina como ventana al cerebro, el eslogan de los investigadores. No está mal para un Trabajo de Fin de Grado, premiado entre medio centenar de proyectos médicos a nivel nacional. «Es un drama para toda la familia; al final, el paciente es el que menos sufre. Pero mientras haya investigación, hay esperanza. Ojalá sigamos avanzando y encontremos un tratamiento», explica esta recién graduada.
La demencia afectará en 2050 a más de 150 millones de personas en todo el mundo y los expertos estiman que el Alzheimer supondrá entre el 50 y el 70% de los casos. El estudio de Álvarez analizó las variaciones en la vista de casos de riesgo de Alzheimer como la presencia de la enfermedad en familiares de primer grado, divididos en dos grupos: de 40 a 60 años y mayores de esta edad, sin antecedentes neurológicos o psiquiátricos. Tras un periodo de 27 meses, observaron «cambios estructurales progresivos en la retina» en estos sujetos en comparación con el grupo de pacientes sin riesgo. «Se ven cambios que anteceden a que aparezcan los síntomas hasta 20 años antes», concluye la segoviana.
Tras acabar la carrera hace un año, Álvarez tuvo su primera convocatoria para el MIR en enero y no esconde su pasión por la neurología: «El sistema nervioso es el más complicado de entender, pero el más interesante». Quizás por eso acudió a unas charlas de neuro-oftalmología. «Me pareció un enfoque muy interesante para el diagnóstico precoz de enfermedades neurodegenerativas». Un campo muy especializado y en desarrollo que le obligó a leer mucho al respecto.
El objetivo no era solo mejorar el diagnóstico, sino buscar alternativas a las pruebas invasivas con las que se detectan algunas de estas enfermedades. Por ejemplo, la punción lumbar. «Tiene sus riesgos y es muy molesta». Muchas veces el diagnóstico del alzheimer es clínico, basta la entrevista con el médico. Lo que aporta este nuevo campo es pruebas visuales como la Tomografía de Coherencia Óptica (OCT) que sitúa el ojo en una especie de cámara por la que pasan haces de luz para ver el grosor de la retina. Los adelgazamientos de estas capas son la pista de la enfermedad, pues coincide con la presencia de beta amiloide, la proteína que aparece en el cerebro de los pacientes con alzheimer.
«El sistema nervioso es el más difícil de entender, pero también es el más interesante», asegura María Álvarez
Cuando acabó el cuarto curso, Álvarez fue al Instituto de Investigaciones Oftalmológicas Ramón Castroviejo, aledaño a su universidad, la Complutense de Madrid. Recogió la invitación del catedrático José Manuel Ramírez Sebastián y adelantó su Trabajo de Fin de Grado, que suele ocupar unos meses de sexto, para empezarlo en quinto. «Me habían aconsejado que lo hiciera con tutores que tuvieran mucho interés en la docencia. Y lo que vi allí fueron personas a las que no les importaba pararse un momento a explicarme las cosas, a decirme cómo funcionaban las máquinas». Porque la tecnología fue esencial en el proyecto. Entró en un grupo de trabajo con Inés López, oftalmóloga, y Lidia Sánchez, médica especializada en ciencias de la visión. Esos fueron sus tres tutores.
El estudio no parte de «pacientes», sino de «personas», subraya Álvarez, pues no tenían sintomatología previa. El objetivo era ver si sus cambios en una primera visita avanzaban dos años después, un periodo que se ha acabado extendiendo por la pandemia. Además de la OCT, había otros test de agudeza visual como los optotipos –las filas de letras y números de cualquier consulta– o la sensibilidad al contraste, que son mayores en los pacientes de riesgo que en la población normal.
En una enfermedad sin cura, el diagnóstico es la baza para ganar tiempo y mantener la calidad de vida. «Esto nos permite saber un poco más de la enfermedad, cómo se comporta. Da información para el día de mañana. Si somos capaces de sacar un tratamiento, hay que tener un diagnóstico precoz para poder aplicarlo. Si tenemos una herramienta para retrasar la enfermedad, cuanto antes podamos utilizarla, mejor». Es la demencia principal en España y en la mayoría de los países europeos, «un problema sanitario de primera línea», enfatiza. El relato de la segoviana es que la lucha por una cura requiere muchos pequeños pasos como este.
Además de publicar el 'paper' en la revista, Álvarez obtuvo el premio a la mejor comunicación oral en un congreso nacional y fue seleccionada por la Universidad Complutense para participar en un concurso de la Fundación Mutual Médica para fomentar la investigación de los médicos más jóvenes entre medio centenar de facultades de toda España. Fue elegida entre los tres finalistas, que presentaron su proyecto ante un jurado. Su investigación y sus habilidades comunicativas le valieron el premio, una beca de 2.000 euros.
Tras realizar los exámenes del MIR, mañana se incorpora al área de neurología del Hospital Clínico San Carlos
Lo resume como «currículum», desde publicar en una revista científica internacional de alto impacto al propio premio. Antes de realizar los exámenes del MIR se centraba solo en sacar la mejor nota posible nota decidir la especialidad y el destino. «Intento no focalizarme en una única cosa porque en oposiciones así es complicado». Finalmente, la estrategia le ha funcionado. El lunes empieza en el Hospital Clínico San Carlos en la especialidad de neurología. «Al final la cabra tira para el monte», asegura.
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