La Granja de San Ildefonso
La peña más canalla celebra su 30 aniversario al estilo Perico DelgadoEl grupo se supera evocando al Reynolds, equipo con el que el ciclista segoviano ganó el Tour, con maillots y bicicletas de los 80
Los vecinos de La Granja de San Ildefonso podían esperar cualquier cosa de los canallas de La Factoría, pero una de las peñas más tradicionales se ha superado en su trigésimo aniversario. Casi tantos ciclistas como años tiene el grupo, ataviados con el maillot del Reynolds –el equipo con el que Pedro Delgado ganó el Tour de Francia en 1988– y bicicletas de la época, con frenos poco fiables. Aprovecharon la ocasión para hacer cromos con cada peñista y crear con ellos un poster que han plantado con orgullo en los bares. Porque son uno de los imprescindibles en un pueblo con cada vez más gente de otros confines. Sin ellos, las fiestas no serían lo mismo.
La Factoría nació con un grupo de cinco amigos de 12 años allá por 1996. «La camiseta, todos juntos, una ilusión por las fiestas que no te puedes imaginar», subraya uno de ellos, José Luis Martín, alias 'Fundi'. La madre de uno de ellos tenía una peluquería que sirvió como taller. «Para el primer desfile hicimos un barco vikingo de cartón que nos duró unos 100 metros. Con 16 o 17 años ya empezamos a montar local. Y hasta ahora, que tenemos un terrenito en el que comemos y cenamos». De aquellos cinco, siguen tres. «Pero se ha ido añadiendo gente. Seremos 25 chicos, todos con su pareja, y luego todos los niños. Casi 70 personas de peña».
Donde otras peñas se fueron desmembrando, Fundi explica la continuidad de la suya porque las fiestas son la única ocasión, junto a las cenas de navideñas, para mantener el vínculo. «A lo mejor seguimos juntos porque no nos vemos mucho durante el año», reflexiona con un punto de humor. «Lo típico, llega el instituto, te separas, te juntas, viene el amigo del amigo un día y al final se queda… Hemos hecho una piña muy buena». La de una peña que se define sin atisbo de dudas como combativo. «Hemos cambiado, pero poco. Seguimos siendo muy canalla, de los que empiezan el vermú a la 1 de la tarde y hay algunos que todavía aguantan dando guerra hasta las siete u ocho de la mañana». No obstante, admite que el paso de los años ha dado valor a la sobremesa. «Es verdad que hemos encontrado ahí un punto fuerte. Nos sentamos y echamos unas risas muy buenas».
Tantos años de fiestas han desembocado en un perfil de lo más variopinto. «Al ser tantos, cada uno tenemos un rol dentro de la peña. Ahora somos una peña muy familiar, tenemos un montón de pequeñajos. Las comidas y las cenas son importantes porque hay que cuidarles, pero todavía tenemos nuestro punto y seguimos saliendo algunas veces como si tuviéramos 20 años». Con su historial de canalladas, desde cerrar la peña y meter la maguera por el tejado «para que todo el mundo estuviera bien limpito», ponerse a jugar al béisbol en medio de la verbena, vestirse de agentes de la Guardia Civil y detener vecinos o la contrarreloj ciclista de este año, una coña que en última instancia puso en valor su diversidad. «Hay algunos que son muy deportistas, pero a otros nos quedaba el traje como a un mono dos pistolas». El núcleo oscila entre los 40 y los 53 años, aunque hay hasta un recién nacido.
Lo del disfraz era religión, pero no siempre iban al unísono. «Esta vez, como eran 30 años, dijimos de hacerlo todos juntos, como un equipo. Surgió la coña de ir de Perico y ahí estamos». Porque no solo se trataba de un equipo ciclista, sino uno vintage, como ellos. La idea se cimentó en Ñam Ñam, que quería disfrazarse del ganador del Tour, aunque «de delgado tiene poco», bromea Fundi. «Pues que él se compre el amarillo y los demás somos el equipo». Los maillots del Reynolds son relativamente fáciles de conseguir gracias al auge de las prendas antiguas de ciclismo. La teoría era dejarlo ahí, pero aparecieron unas bicicletas en Wallapop a mediados de julio. «Joder, que están aquí en Segovia, es ir a por ellas, son solo 30 euros, ¿cómo no vamos hacerlo?» Así que ya estaba todo listo. A groso modo, unos cien euros por barba. «Merece la pena, es el primer día de las fiestas. Alguno le sacará uso al miallot. Otros, no tanto».
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El placer de reírse de sí mismos lo llevaron a la cuenta de Instagram. Así hicieron su presentación la mañana del pregón: cada uno se curró su cromo y uno de ellos le puso literatura al asunto con metáforas entre el deporte y la fiesta. Por ejemplo, Fundi aparece con una botella de whisky en las manos y el apelativo de Pantani: «Su etapa preferida es la que acaba en el DYC, pacharán o cualquier otro gran licor». Héctor es el corredor de equipo, «controlando las pájaras y siendo un buen gregario, estando atento a todas las fugas». El cromo de Pedrolo le compara con Induarin: «Aguanta las etapas desde la primera a la última; si fuera por él, lo haría todo del tirón, sin bajarse de la bicicleta». Coincide Fundi: «Es que salía un lunes de casa y no volvía hasta el domingo».
El Delgado que no es delgado es el capo: «No se le recuerda una pájara, pero si sus grandes ataques en durante todas las etapas, tirando de bidón». El escalador es Ricar, corredor por montaña, suficiente para el apodo de Virenque: «Reconocido por su facilidad para las etapas de largo recorrido y por no quitarse la gorra ni para celebrar los grandes triunfos». Kike es el líder de la regularidad. «Porque no para ni un día», explica Fundi. Un plantel que tiene hasta médico, Rikirt, alias Eufemiano: «Como buen profesional, prueba todos sus mezclas y combinados antes de inyectarlos». Solo hubo una caída, la de última hora de la madrugada. Alguna bici está ya en el contenedor, pero mereció la pena.
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