Estos son los riesgos de un embarazo a edad avanzada
«Por encima de los 35 años, las probabilidades de que el nonato padezca una cromosomopatía se multiplican», afirma Verdú
C. C
Sanidad
Lunes, 6 de agosto 2018, 11:12
Las alteraciones cromosómicas en cualquiera de los progenitores o un hermano con alguno de estos síndromes son claros factores de riesgo, aunque la edad también es determinante. «Por encima de los 35 años las probabilidades de que el nonato padezca una cromosomopatía se multiplican», manifiesta Luis Ignacio Verdú Martín, responsable en funciones del servicio de Ginecología y Obstetricia. Hasta el punto de que entre los 22 y 32 años las posibilidades aumentan progresivamente, pero de forma muy lenta y la media está en uno en cada mil nacimientos. A los 35 años, la probabilidad es de uno de cada 250 bebés; a los 38, uno de cada 100; a los 40 el riesgo es doble, es decir, uno de cada 50 casos; y a los 45, uno de cada 25.
La detección precoz de patologías en gestantes es un campo con un gran potencial y con muchos avances pendientes. Sin embargo, Verdú advierte de que mientras no estén validados no tiene ningún sentido que se apliquen de forma habitual porque pueden generar dudas infundadas. Tampoco es relevante hacerlo para patologías que tan solo se dan en uno de cada 100.000 casos, porque aunque la prueba arroje un resultado positivo la probabilidad de que realmente el no nato padezca la enfermedad seguirá siendo ínfima, en torno a uno de cada 10.000.
Por eso, aunque tanto con la amniocentesis como con el Test Prenatal no Invasivo podrían revelar mucha información genética como alteraciones sexuales, entre las que figuran el síndrome de Turner o el de Klinefelter, o la posibilidad de determinar el factor Rh no se aplica por la escasa probabilidad, comenta.
Esto no quiere decir que en casos concretos no se realicen pruebas diagnosticas de las carece la Seguridad Social, porque, en su opinión, una de las ventajas de la Sanidad en España es que cualquier prueba indicada, aunque no se realice en centros públicos, si es necesaria en cualquiera de las especialidades se realiza en clínicas privadas y lo financia el Sacyl.
Más complicado es que a corto plazo se puedan diagnosticar trastornos como el autismo por la elevada complejidad genética que supone y en todo caso no sería el TPNI el que permitiera este avance, según el doctor. El test no invasivo tampoco ofrece la posibilidad de cribar casos de hemofilia, distrofia muscular, malformaciones o la enfermedad de Huntington.
El campo de la genética es delicado y conlleva dilemas éticos complejos, apunta Verdú, quien considera que lo más importante es no perder de vista la perspectiva médica. Todo aquello que no sea por la seguridad del paciente o del feto no es razonable. Por eso, a su juicio, aunque la investigación seguirá avanzando, el diagnóstico precoz de patologías genéticas en no natos ha dado uno de sus últimos pasos con este test y a efectos de aplicación en pacientes en un plazo medio «no va a dar mucho más de sí y no por criterios económicos sino de utilidad».
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.