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La excusa de celebrar un cumpleaños que desencadenó en la organización de un festival multitudinario. Así se podría resumir la última hazaña del joven Jairo Ocaña, también conocido como DJ Ocaña, que pasó de soplar las velas junto a su grupo de amigos a abarrotar los bares de su municipio, Turégano, con invitados procedentes de toda la comarca. Apenas dos años después, ha creado un festival bajo su nombre, cuyo cartel incluye rostros conocidos a escala nacional. «Lo hago por amor a mi pueblo», se enorgullece.
En realidad, todo comenzó con una «calentada». Nació en Madrid, pero Ocaña se emociona cuando habla de su pueblo «de toda la vida», que ronda los 1.000 habitantes. Aunque actualmente su trabajo de ayudante de realización de televisión le obliga a mantener su residencia en la gran ciudad, «si pudiese, me vendría a vivir a Segovia sin pensarlo, y con una sonrisa de oreja a oreja». Esta es su principal aspiración, la que desea hacer realidad en poco tiempo.
«De lunes a viernes trabajo en Madrid, pero cuando llega el fin de semana me convierto en DJ Ocaña», afirma. En 2022, el joven apostó por hacer de su cumpleaños un día especial, pero nada fuera de lo normal. Contrató a varios músicos, desde una charanga a compañeros DJ, para amenizar la jornada y animó a sus allegados a pasarse por los bares de Turégano para compartir un buen momento. Por aquella época, tenía tan solo 22 años.
Sin embargo, una idea de última hora provocó que el ambiente íntimo evolucionase a un evento masivo en apenas unos segundos. «Publiqué un cartel sobre la fiesta en redes sociales y pasó lo que pasó: se presentó todo el mundo», relata. Centenares de jóvenes del entorno más inmediato respondieron a la llamada y llenaron el aforo de los negocios hosteleros de la localidad. «Muchos se tuvieron que ir porque no cabían», recuerda.
Por ello, al año siguiente se comprometió a ampliar la ratio, lo que finalmente se cumplió con la organización de un pequeño festival al aire libre -el Ocaña's Party- que atrajo a más de 3.000 personas, sin importar que unas horas antes cayese «el diluvio universal». «Tuve el corazón en un puño», confiesa.
La experiencia ha supuesto un aprendizaje para el tureganense a la hora de organizar su cumpleaños, si bien tardío, ya que en realidad sopla las velas cada 19 de enero. La tercera edición de esta celebración, que tuvo lugar este sábado en el recinto de las piscinas municipales, se retrasó unos meses para contar con un clima a su favor. Además, apostó por acotar el espacio del festival e instalar una carpa. «Mejor prevenir», declara Ocaña. La puesta de entradas en venta le ha permitido controlar el número de asistentes para una mayor seguridad, pero también para sufragar parte del elevado presupuesto.
El artista detalla que en la primera fiesta, de carácter improvisado, se gastó 1.500 euros. En la segunda, aproximadamente 6.000. Este año, la cuantía que ha requerido el evento «ha sido el triple», hasta rondar los 20.000 euros. El organizador asegura que detrás de esta iniciativa no hay ánimo de lucro: «Hago cuentas para cubrir el evento y lo que sobre, se guarda para el año siguiente».
Ocaña defiende que «si no pongo una entrada, no se puedo pagar todo... Y ni con eso tengo claro que lo vaya a poder recuperar». La fiesta ha consistido en más de doce horas de música, diez artistas -cinco de ellos reconocidos a escala nacional-, además de una charanga. En su mayoría, comparten orígenes segovianos, aunque los cabezas de cartel son Mike Morato y Robert Morr. También se mejoraron los medios técnicos y la ubicación del escenario. «Es más profesional, por lo que es algo muy costoso, hay que contratar seguridad y fotógrafos profesionales, buscar camiones de comida, pedir permisos... Es una lista enorme, interminable», detalla.
De hecho, este proceso previo a la realización del festival se alargó durante semanas y meses. «Lo he estado preparando desde noviembre», sostiene el joven de 24 años. La gestión del evento ha sido unipersonal, desde el diseño al márketing y contratación. «He tenido el apoyo de mis amigos, que me echan una mano en la práctica», agradece el DJ, que se inició en el mundo de la música a raíz de la pandemia y de forma autodidacta. Al poco tiempo, debutó en reuniones de allegados y poco a poco apareció en los carteles de las fiestas patronales de numerosas localidades segovianas.
Su atrevimiento se convirtió en un propósito de lucha contra la despoblación. Ocaña es consciente de que, a medida que pasan los años, los pueblos «pierden vida». Aunque el padrón de Turégano aguanta la sangría demográfica, «lo que quiero es que se llene de gente». Multitud de jóvenes ya tienen apuntada la fecha del festival en el calendario y, cuando llega, «hay ambiente en las calles y bares desde por la mañana; vienen desde multitud de puntos de la provincia».
El secreto del éxito lo atribuye a que en pocos lugares del medio rural se tiene acceso a un eventos de tales dimensiones. El DJ explica que es algo «que no se suele ver por aquí». De ahí que persiga que «que los habitantes de los pueblos puedan ver a grandes artistas casi sin tener que moverse de sus casas», se alegra. A su juicio, estas posibilidades también aumentan por los «precios más asequibles» de los que disfruta la iniciativa en comparación con los festivales de las ciudades.
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