El joven Iván González atesora diversos premios en su primer año como novillero

Querer es poder y más en el mundo del toro, donde una cogida puede hacerte salir corriendo o por el contrario, darte fuerzas para seguir adelante. Esto es lo que le ha ocurrido este año al joven Iván González, quien lejos de amedrentarse tras el percance sufrido en Aldeadávila de la Ribera, donde un toro le lanzó tres o cuatro metros por encima del suelo recibiendo un fuerte golpe en el pecho y la cabeza -en lo que fue una cogida espectacular según las fotografías que hay de este momento-, parece que cogió fuerza para seguir adelante en un camino que se ha convertido en su sueño: ser torero.

«Tras el golpe, en el que quedé inconsciente, me llevaron al hospital, donde pasé la noche en observación, pero a la mañana siguiente me dieron el alta y por la tarde ya estaba toreando en Badajoz», cuenta el novillero, quien afirma que en ningún momento pensó en tirar la toalla sino que «me sirvió como aprendizaje, para darme cuenta de lo que no debía hacer». Además, este hecho «me dio mucha fuerza moral, al ver cómo había superado un golpe tan fuerte».

La novillada de Aldeadávila de este verano ha sido tan sólo una de las 26 que lleva toreadas hasta el momento; acabará la temporada con 28, ya que le queda la del domingo de Alba de Tormes y el día 15 en Ávila. Lo que lo convierte en el segundo alumno de la Escuela de Tauromaquia de Salamanca que más ha toreado este año, tras Antonio Grande Chanote que acabará la temporada con 32.

Pero este año, el primero en el que mata novillos, Iván González además ha conseguido meterse en el bolsillo a los jurados de diversos trofeos, ya que ha sido el triunfador de la feria de Becerril de la Sierra de Madrid, en la categoría de novilleros sin caballos. También ha conseguido el Garbanzo de Oro de Fuentesaúco y ha ganado el Bolsín de los Campos Góticos de la Feria de Palencia. Reconocimientos que dan una idea de la senda que ha iniciado este joven de Babilafuente.

Un camino que sus padres -Armando González e Isidora García-, además de toda su familia, siguen orgullosos; aunque la decisión de su hijo de dedicarse al mundo de los toros fue acogida en un inicio con cierto temor. «Al principio mi madre me quería matar, pero después me dejaron a ver qué pasa y ahora que han visto que no es un juego, que me lo tomo en serio, me apoyan mucho», señala el novillero, aunque reconoce que sus padres lo pasan muy mal, «mi padre se lo guarda pero a mi madre se le nota más». Aún así, lo acompañan y van a verlo la mayoría de los días, «toda mi familia», porque como asegura su madre, si le llega a pasar algo prefiere estar en la plaza y ver lo ocurrido que estar en casa sin saber qué pasa.

Joven de 16 años, Iván González tiene una hermana mayor que está casada y vive en Salamanca, otro hermano de 21 años, con el que empezó a ir a la Escuela de Tauromaquia -aunque éste lo dejó-, y dos hermanas más pequeñas, de 11 y 6 años. Todos ellos, junto a tíos y primos, son su mejor público y los que están siempre a su lado en este difícil mundo que ha elegido.