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Foto para la historia del futbol juvenil vallisoletano. Este es el equipo del Real Valladolid que disputó la final del Campeonato Regional a la U.D. Salamanca. De pie: Miguel, Antonio Barajas, Santana, Emilio Chicote, Julito, Valbnuena y Ruiz Lacroise. Agachados: Vallejo, Ortega, Marañón, Mariano Santos y De Vena. Colección R. Martínez

El extraño caso de Mariano Santos

La Vista Atrás ·

Ignorado en Pucela, este vallisoletano de Cabezón fue un ídolo en Granada

José Miguel Ortega

Valladolid

Domingo, 22 de noviembre 2020, 08:51

Vallisoletano de origen, nació en Cabezón de Pisuerga el 18 de octubre de 1941, Mariano Santos fue un futbolista del que muy pocos se acuerdan en su tierra natal y que, sin embargo, los aficionados granadinos le tienen en el pedestal de sus ídolos, casi medio siglo después de su retirada.

Aprovechando el enfrentamiento liguero entre el Real Valladolid y el Granada, vamos a sacar a la luz la historia de un estupendo jugador casi totalmente desconocido en su patria chica y que ocupa un lugar de privilegio en la historia del Granada C.F.

Su padre, militar de carrera, quería que Mariano siguiera la tradición familiar, de modo que aunque le habían trasladado a Salamanca, envió nuevamente a Valladolid a su hijo para que estudiase en una academia preparatoria para el acceso a la Academia General Militar, que estaba en el desaparecido cuartel de San Quintín.

El chaval, que entonces tenía 16 años, mostraba más aptitudes para destacar en el fútbol que en la Milicia y, aunque no aprobó el ingreso, si llamó la atención de uno de sus oficiales, que se lo recomendó a José Vicente Herreras, a la sazón entrenador del Valladolid Juvenil, que se había creado aquella temporada 1958-59.

Santos, con los colores del Granada.

Era aquel un equipo excelente, nutrido con jugadores del Arces: Miguel, Santana, Chicote, Vallejo y De Vena; del Júpiter Luises: Valbuena, Ortega, Julito y Barajas; del Colegio San José: Óscar y Ruiz Lacroise; del Benavente: Pedro Marañón, y otros de diversa procedencia como Pedro Lobato, Eduardo González y, por supuesto, nuestro Mariano Santos, que jugando de medio volante fue titular indiscutible.

El equipo blanquivioleta fue campeón de Liga en Valladolid y llegó a la final del Campeonato Regional, cayendo en el choque a doble partido frente a la U.D. Salamanca. Tras aquel último encuentro, Santos abandonó la ciudad del Pisuerga porque su padre, empeñado en que fuese militar, lo envió a Zaragoza, donde alternó los estudios con el fútbol, fichando por un modesto equipo, el Montañana, para pasar después a las filas de la Unión Deportiva Amistad, de Tercera División, con el que jugó la fase de ascenso a segunda, quedándose a las puertas del objetivo tanto deportivo como académico, pues ni el Amistad subió, ni él pudo entrar en la Academia Militar, pese a haber aprobado los dos primeros exámenes eliminatorios.

El chico había llamado la atención de los técnicos del Zaragoza, pero su padre tomó la decisión de que regresara a Salamanca, donde jugó en el Salmantino una temporada, antes de trasladarse con el resto de la familia a Granada, porque había Universidad y podía elegir una carrera que despertara en él mayores alicientes que la militar, con la que siempre había soñado su progenitor.

Era el año 1962. Mariano se matriculó en Ciencias Exactas y se olvidó del fútbol…hasta que un buen día se encontró con un antiguo compañero del Salmantino, Jaime Fernández Carvajal, que se ofreció a hablar con el entrenador del Recreativo Granada para que le hiciera una prueba. Y se enroló en las filas del filial rojiblanco lo que restaba de temporada, fichando a la siguiente por el Granada para quedarse nada menos que once años, jugando al máximo nivel y mostrando además una polivalencia extraordinaria, pues se alineó en todos los puestos, salvo en el de portero.

Mariano Santos disputó 312 partidos oficiales con el equipo andaluz, de ellos 207 en primera división y 105 en segunda, siendo el quinto jugador de la historia del club con más encuentros sobre sus espaldas.

En su dilatada trayectoria con el Granada coincidió con varios exblanquivioletas, como Pontoni, Haro, Román, Panchulo, De la Cruz, Lasa y Lorenzo, y se enfrentó al Pucela en cuatro oportunidades, una de ellas en el viejo Zorrilla, y otra más con los colores del Sabadell, equipo en el que jugó un año antes de retirarse definitivamente para dedicarse a ejercer su profesión de profesor de Matemáticas en las Facultades de Ciencias Exactas y de Empresariales de Granada, ciudad en la que se casó y continúa residiendo, ya jubilado, con 79 años.

Quienes tuvieron oportunidad de jugar con él en las filas del Real Valladolid Juvenil hablan maravillas tanto a nivel personal como deportivo de un futbolista de gran calidad técnica e incansable capacidad física que, sin embargo, no tuvo ocasión de dar el salto al primer equipo blanquivioleta porque su padre, empeñado en que fuese militar, lo mandó a Zaragoza, a Salamanca y finalmente a Granada, donde por fin encontró su identidad deportiva y académica.

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