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Carmen García Diez, rodeada de su familia en la celebración del cumpleaños. Marta Moras
El lujo de una palentina de soplar las cien velas con salud y cariño
Palencia

El lujo de una palentina de soplar las cien velas con salud y cariño

Carmen García, natural de Olmos de Ojeda, alcanza su siglo de vida y apunta tres simples claves:comer sano, pasear y dormir bien

J. Olano

Palencia

Lunes, 28 de abril 2025, 07:19

Feliz y dichosa se muestra Carmen García Diez al soplar las cien velas de su tarta de cumpleaños. En un siglo ha pasado de todo, ha afrontado trances difíciles, pero sobre todo ha vivido muy buenos momentos y reconoce que es un lujo llegar a su edad. Como secreto o clave de esta longevidad, apunta comer sano, pasear y dormir bien.

Hija de Mauricio y Primitiva, nació el 29 de abril de 1925 en Olmos de Ojeda, pueblo en el que a los 23 años se casó con Isaías Peral Salvador después de cuatro años de noviazgo. Era un buen mozo, alto y delgado y recuerda que la boda fue por la tarde, ya una modernidad entonces. Vivieron unos años en Moarves de Ojeda, pero después regresaron a Olmos.

Entre los recuerdos que se le agolpan también destaca que trabajó mucho con su marido, primero en el Bar España de Alar del Rey, hace medio siglo. Unos años después, en 1980, ya con sus cuatro hijos más mayorcitos, se trasladaron a Palencia, donde regentaron el bar Sprint, en la avenida de San Telmo.

A su jubilación, Carmen García multiplicó su actividad y se dedicó a aprender sin límite. Se inscribió en las Aulas de la Tercera Edad de Palencia, donde casi con 70 años aprendió a tocar el laúd y la bandurria, también fue a clases de coro y de pintura, y no se perdía conferencias y otras actividades. Se hizo muy amiga de Angelita y de Carmen, y con el coro actuaban en las residencias de ancianos. Otra de sus pasiones era escribir y hacer fotos, además de los múltiples cuadros que pintó. Yes que se entregaba tanto a sus lienzos que le daban las cuatro de la tarde y no se acordaba ni de comer. También le gustó ayudar a la gente, y tuvo una etapa en la que peregrinaba a Lourdes y a Fátima con enfermos, para lo que hasta se quitaba años para que le dejaran seguir yendo.

Se quedó viuda hace 25 años, y ha pasado dos tragos peores en los últimos años con el fallecimiento de dos de sus hijos, si bien la fe cristiana le ha ayudado a sobrellevarlo.

Vive con su hija Puri y su nieta Carolina. Apunta que muy bien cuidada, también por su otro hijo, Mauricio, y rodeada del cariño de sus nueras, sus siete nietos y de su biznieta Simone. Con todos ellos ha soplado hace unos días las 100 velas del centenario que alcanza mañana.

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