Bahillo despide a un hombre ejemplar
Máximo Herrero. Falleció el miércoles a los 81 años después de una vida de emprendimiento en la que ejerció todos los oficios que se pusieron a su alcance antes de fundar Gaseosas Bahillo
Isabel Calle
Lunes, 23 de noviembre 2020, 10:22
«Todos tus sueños pueden hacerse realidad si tienes el coraje de perseguirlos». Esta frase de Walt Disney, muy utilizada para hablar del emprendimiento y de los emprendedores, define a la perfección la vida de Maximino Herrero, 'Maxi' para tantos amigos y conocidos. Maxi falleció el pasado miércoles a la edad de 81 años, con una vida fecunda hasta el final, de hombre adelantado a su tiempo. Un emprendedor, que ejerció todos los oficios que se le pusieron a su alcance y todo ello sin separarse de su pueblo natal: Bahillo, donde siempre quiso vivir y trabajar y donde el miércoles le despidieron con emoción sus convecinos.
Porque apegado a su tierra, a Maxi nunca se le puso obstáculo alguno por delante. Desde muy joven trabajó de tendero, en el establecimiento de ultramarinos de su familia. Fue camarero y también animador en la sala de baile que entonces había en Bahillo, donde cada domingo se reunía la juventud de toda la comarca. Cuántos noviazgos de aquellos bailadores vio florecer y prosperar Maxi cuando las fiestas eran tan escasas y las oportunidades de vislumbrar nuevos horizontes, más escasas todavía.
Aún así, no desperdició la ocasión de buscar nuevas expectativas. De un proyecto pasó a otro. Y desde la tienda, el bar y el salón de baile se convirtió tiempo después en conductor de un autobús de línea. 'El pulmonías' llamaba al vehículo, y lo llamaban casi todos por el frío que se pasaba circulando entre aquellos angostos trayectos y destartaladas carreteras. De pueblo en pueblo, recorría los términos de la línea, sin saber con seguridad si el vehículo podría estacionar en el lugar indicado, dada la fragilidad de su mecánica, y a pesar de la buena pericia de su conductor.
A pesar de las trastadas que le preparaba 'El pulmonías', Maxi aguantó cinco años de chófer. Conoció buena parte del mapa de Palencia hasta que de nuevo se embarcó en otro proyecto familiar: el de la empresa Gaseosas Bahillo, con el que, además de embotellar la famosa bebida, él –y los otros catorce empleados– llevaron el nombre de su pueblo por buena parte de la geografía provincial. De esta manera, el nombre de Bahillo quedó unido desde entonces y para siempre a aquellas gaseosas.
Ha pasado mucho tiempo desde entonces. Maximino Herrero vivió la vida que quería. También disfrutó ampliamente de su jubilación. Se hizo pescador en Suances, un pueblo de la costa cantábrica, y con bastante éxito –a todo el que conocía le regalaba un jargo de los que capturaba–. Allí conoció nuevas y permanentes amistades, con las que ha pasado buena parte de su tercera edad y que ahora también le echarán de menos. Pero al acabar el fin de semana, Maxi volvía a su querido Bahillo a preparar una pequeña huerta, o a ayudar al cura en las necesidades de la iglesia. O a ver y lamentar cómo el pueblo iba mermando de vecinos. La temida despoblación que no cesa en el mundo rural también le afectó como al que más, y esta vez no tuvo la receta necesaria para remediarlo. Nadie la tiene.
Su fallecimiento se ha producido en plena segunda ola del coronavirus. Por esta causa, mucha gente que lo hubiera deseado no ha podido acudir a su funeral, pero no por eso dejarán de olvidarse del vecino ejemplar que fue, siempre, aprendiendo algo nuevo.
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