Unas coplas que rejuvenecen
Jesús Herrero Marcos ilustra con 20 infografías los versos del poeta Jorge Manrique en una nueva edición del poema
eduardo r. salgado
Domingo, 7 de septiembre 2014, 13:48
Pocos afortunados sabían leer en la Edad Media, por eso, las portadas, capiteles o claustros de las iglesias de entonces se edificaban como libros de piedra. Cada capitel relata una historia. Cada puerta traza unas normas morales. Jesús Herrero Marcos lleva toda su vida dedicado a descifrar el lenguaje de las imágenes, especialmente en la arquitectura románica. Tiene varios libros publicados, el último, Lujuria en la iconografía románica (Cálamo). Ahora, repite con esta editorial palentina, pero en este caso, quien firma la obra no es él, sino Jorge Manrique, el autor de una de las obras cumbre de la literatura española, y por ende, de la universal.
Coplas a la muerte de su padre es la obra más importante escrita por un palentino. Tiene más de 500 años, y sin embargo, conserva su enjundia, su capacidad para emocionar al lector sobre la eterna cuestión de la muerte, del paso de la vida y su indeleble final, de cómo «nuestras vidas son los ríos / que van a dar en la mar / que es el morir», como escribe el poeta en sus coplas.
En una obra tan universal y antigua, existe una miríada de ediciones. Cientos de publicaciones que imprimieron los versos que un soldado dedicó a su padre fallecido. ¿Qué puede aportar una más? «He tratado de unir la simbología del románico con las ideas que transmiten los versos de las coplas», explica el también palentino Herrero Marcos. Para ello, se ha basado en la técnica de la infografía. No la que ilustran las páginas de los periódicos, sino la que define la RAE:técnica de elaboración de imágenes mediante ordenador. «El reto estaba en hacer algo parecido a lo que hizo Jorge Manrique, porque el poeta se sirvió de un género relacionado con lo festivo, lo irreverente, como son las coplas, para escribir un texto fúnebre». De esta manera, utilizando un género alegre, el poeta consiguió, precisamente, que las coplas superaran el dramatismo de las elegías de la época. Sirviéndose de esta idea de subvertir lo lógico, Herrero Marcos ha diseñado veinte imágenes digitales «algo impensable para un texto tan antiguo como este», añade el ilustrador. Las infografías están elaboradas de principio a fin por ordenador. Ni el pincel ni la pluma tienen nada que ver con la última edición de las populares coplas.
Este especialista en iconografía ha intentado que todas las imágenes del libro plasmen los ideales del honor, del ubi sunt o del vasallaje que recorren los versos de Manrique dedicados a su amado padre, don Rodrigo. Para este fin, hay tres elemetos básicos que conforman el leitmotiv del libro. «Estén donde estén los personajes, siempre hay un ave con los ojos negros, fríos... Y he seleccionado aves como la abutarda, muy típicas de Castilla y León, porque no quería salirme de ese ámbito cultural».
El sentido de las aves responde a una arcaica tradición del Paleolítico. «Los buitres se representaban como los portadores del alma del difunto al más allá», de ahí que las imágenes de los pájaros, observen a los vivos como centilas congelados. Los peces son el segundo elemento que se repite. «El pez da una sensación de frío, de silencio, de fin».
La tercera constante, la vegetación, representa lo caduco, aquello, que aunque se renueve, siempre termina por fenecer. Una hoja seca de uno de los plátanos que adornan las calles de Palencia acompaña a los primeros versos de las coplas: «Recuerde el alma dormida / avive el seso y despierte contemplando /cómo se pasa la vida /cómo se viene la muerte tan callando».
Varios detalles de cuadros de Pedro Berruguete, transfigurados, comparten páginas con los siniestros animales. Incluso la figura del escultor aparece en una de las infografías. Aunque en realidad, la talla añadida en la infografía representa al padre homenajeado, ya que el verso XXIX, al que acompaña la ilustración, ensalza la vida de este, donde «No dejó grandes tesoros / ni alcanzó grandes riquezas ni vajillas», mientras, la mirada de la efigie observa con firmeza, el inútil resplandor de unas copas doradas. Otro ilustre personaje, Isabel la Católica, se viste en estas renovadas coplas de la diosa fortuna, sujetando una rueda decorada con motivos ibéricos», asegura este traductor de imágenes, orgulloso de dibujar la inmortal poesía del imortal maestro Jorge Manrique.
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