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Fernando Belasteguín. charla con Sanyo Gutiérrez. José C. Castillo

Fernando I de Belasteguín

Leyenda del pádel ·

Sin importar victorias o derrotas, su actitud, esfuerzo y compromiso en este torneo quedarán grabados para la historia

Santiago Hidalgo

Valladolid

Sábado, 26 de junio 2021

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Gane o pierda. Pierda o gane. «Belasteguín nunca se rinde», decía una voz femenina en la grada el otro día en pleno partido. Así es el número uno del pádel, el mejor jugador de todos los tiempos. No ha habido otro ni lo habrá. Con 42 años y un gemelo contracturado, nuevamente en Valladolid ha vuelto a dar una lección. Y no es esta, precisamente, una plaza en la que tenga a todo el mundo de su parte. Es lo que pasa cuando lo ganas todo. Hace unos años, en 2017, fue recriminado por lanzar un pelotazo con una bola en juego a su rival; en este mismo trofeo, se le ha echado en cara que pidiera alguna revisión de vídeo. Aunque, incluso esta, la haya ganado.

Por encima del jugador, del trabajador incansable, también hemos visto su lado más humano. Después de vencer en cuartos de final y eso que llegaba al 50% de su rendimiento, como él ha reiterado, se acordó de estos últimos días, de su lesión en Santander (aunque ya venía antes arrastrando problemas) y de las dificultades para presentarse a jugar en Valladolid. Las previsiones era que tendría que aguantar 15 días más. «Simplemente estar acá se lo dedico a todo el equipo, a Sanyo por la confianza para estar con él, a Gianluca Vacchi, que estuve en su casa y me puso la tecnología y me alojó como un padre para que pudiera acortar los plazos de la lesión», y, por supuesto, la mención más especial: «A mi señora que es la que me pone los pies en la tierra, a Cris, a la que nunca le dediqué un torneo». Decía esto y se le quebraba la voz.

Esfuerzo es éxito. Hace ahora más de diez años, era Bela el que se confesaba sin reparos: «Vos ves jugar a Bela y no te llama la atención ningún golpe, pero la mentalidad, las ganas de ganar cada partido lo suplen». Efectivamente, para este chaval nacido en Pehuajó, que con 15 años ya era jugador profesional, todos los años han sido de mejora continua. «La única forma de progresar en la vida es trabajando, así me lo enseñaron desde chico», dijo. Un lema para enseñar en escuelas e incluso a algún ministro actual. Hoy en día, Belasteguín es bueno en todo, incluso en los remates, en los que hace años se le tildaba de jugador más defensivo.

Vino a España por una oferta de Pablo Semprún para jugar a su lado en 2001, hace dos décadas, Ahí todavía recuerda cómo siendo un chaval con escasos recursos recibió la ayuda de dos familias españolas que siempre conservará en la memoria. Rápido se alió con Juan Martín Díaz para completar 13 años de aplastante dominio en el pádel mundial y unas cifras estratosféricas. Más de 170 torneos ganados, récord de 22 torneos seguidos, y casi dos años sin perder un encuentro. Precisamente este récord se quebró en Valladolid.

Pero es que incluso después de separarse de Juan Martín Díaz, siguió en lo más alto con sus sucesivas parejas: Pablo Lima, Agus Tapia y ahora Sanyo Gutiérrez. Para él todo lo que no sea ganar y ser número uno, o al menos intentarlo con todas sus fuerzas, no vale. 225 títulos y 16 años siendo número uno, le contemplan.

Alberto Esguevillas, el preparador físico de su compañero Sanyo Gutiérrez, que también ha compartido momentos con él en Valladolid este año cuando ha venido a entrenar, ve en Bela a un tipo «súper trabajador y cercano. Tras la imagen de número uno tantos años, está ahí por haber currado mucho. Las condiciones con las que está jugando este torneo, claramente no al 100% y saliendo de una lesión, es porque es un luchador. La bola que salva saliendo de la pista en el último punto del 'tie break', en octavos, es simplemente increíble». Otra alma cercana a Bela, el entrenador de su compañero, Claudio Gilardoni, no duda en destacar del número uno: «Es un profesional de los pies a la cabeza. Una vez que se le conoce es muy familiar y tiene los mismos patrones de Daniel (Sanyo Gutiérrez), trabaja todos los días con tesón y disciplina para dar lo mejor, haciendo simple lo que sucede alrededor».

Como El Cid Campeador, subido en su caballo Babieca, herido, muerto en vida, portando su espada Tizona y espantando casi de miedo a sus adversarios y enemigos. Así Fernando I de Belasteguín, tocado, mermado, ahorrando carreras, giros y saltos, cuidando su gemelo izquierdo para que no rompa, acompañado de su pala Wilson, en pos de una victoria mítica, heroica. A su lado, es justo decirlo, un Carlos Daniel Sanyo Gutiérrez que ha sabido acoplarse a esta nueva forma de jugar, echándose a un lado en el protagonismo, aunque asumiendo terreno en la pista para que Bela tenga que hacer menos metros. Da lo mismo ya que ganen o pierdan. Para la historia…

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