Juan Ramón Jiménez, enamorado de un fantasma
Bárcena recrea en 'El cielo de Lima' la historia de dos poetas peruanos que inventaron a Georgina Hübner, musa irreal que inspiró al Nobel
VIRGINIA T. FERNÁNDEZ
Martes, 20 de mayo 2014, 22:07
osé Gálvez y Carlos Rodríguez son dos poetas peruanos que ansían la gloria literaria. Conscientes de sus limitaciones, anhelan el poema más sublime de la pluma de otro. De un verdadero genio que colme sus ansias de perfección, el estado de gracia inalcanzable para los mediocres. Corre el año 1904 y los aspirantes a ilustres de las letras ponen el ojo en el otro lado del Atlántico, donde un Juan Ramón Jiménez ya conocido más allá de las fronteras españolas será, sin saberlo, la parte cooperante necesaria de una relación epistolar con un fantasma. Es la trama de 'El cielo de Lima' (Salto de Página), de Juan Gómez Bárcena (Santander, 1984), una novela que recrea un hecho real de trágico final.
Antes de conocer a Zenobia Camprubí, el pasional poeta se carteó durante meses con Georgina Hübner, una culta dama inventada por los jóvenes escritores (personajes también reales, admiradores de Juan Ramón) de quien acabó enamorándose y a la que dedicó el poema 'Carta a Georgina Hübner en el cielo de Lima' en su libro 'Laberinto', publicado en 1913. La anécdota ha sido reconocida y tratada por los biógrafos del Nobel de Literatura.
La documentación existente le facilitó a Juan Gómez Bárcena el argumento aunque, confiesa, la motivación de la escritura radicó en buena medida en completar las lagunas que la historia deja, como el perfil de Carlos Rodríguez, hijo de una familia de nuevos ricos en los años de la fiebre del caucho. El desarrollo del coprotagonista es una de las partes más noveladas.
Salpicando el transcurrir del intercambio epistolar, sustentado sobre el viejo recurso del personaje 'enfermo' de literatura que lleva a a la reflexión metaliteraria, aparecen asuntos que enmarcan un contexto geográfico y una época muy concretos en los que se evidencia la «la inconsistencia de la lectura racial de la historia», reconoce el cántabro. «¿Cómo es posible que en Perú todos los indígenas sean pobres y todos los blancos sean ricos? Por otro lado, es algo que sucede en toda Hispanoamérica. La raza va asociada al prestigio y al dinero. Algo, obviamente, no solo culpa de España. Cuando ocurre esta novela han pasado cien años desde la independencia y, sin embargo, se siguen manejando patrones racistas que en parte perviven hoy», cuenta el novelista al respecto de la visión crítica del colonialismo que apunta en su obra.
Diferentes acentos
El narrador de 'El cielo de Lima' tiene algo de voz en 'off' cinematográfica, nada extraordinario en la dimensión formal (Gómez Bárcena se considera ante todo un «autor clásico»), pero acerca la historia al lector del siglo XXI: «No considero la originalidad como un valor en sí, casi todos los recursos literarios están explorados y todas las tramas escritas. Se trata de dar diferentes acentos a cosas que ya estaban. No es tanto qué inventas sino cómo ordenas esos elementos», señala el escritor, quien ha elegido un tono «cínico, irónico y juguetón» para contar una historia cuyo punto de vista se sitúa desde el primer momento en el continente americano. El efecto para quien se sumerge en la lectura es que Juan Ramón Jiménez es en realidad el pretexto para traer a primer plano a la inexistente Georgina, que acaba pareciendo más real que el escritor español, tan solo una sombra en la distancia.
Experiencia de cuentista
Licenciado en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada e Historia por la Universidad Complutense de Madrid, Juan Gómez Bárcena considera 'El cielo de Lima' su verdadero debut en la novela, si bien escribió dos pequeños proyectos narrativos antes de cumplir los veinte. Fue Salto de Página la editorial que confió en él cuando en 2012 publicó el libro de relatos 'Los que duermen' (Premio Tormenta al Mejor Autor Revelación).
Para el mismo sello coordinó la antología 'Bajo treinta' (2013), con la que pretendía dar visibilidad a jóvenes talentos de la nueva narrativa española. Fue un gesto calculado: «La nuestra es la generación 'bajo treinta' (de menos de treinta años) de la que menos se ha hablado. Yo pretendía demostrar que al menos había tanta calidad como en otras épocas y que era un defecto editorial que esos autores no fueran conocidos», desvela.
Los escritores desconocidos no aseguran ventas, denuncia el autor. Por esta razón y tal y como está la industria, resulta muy meritorio que las pequeñas editoriales se esfuercen por darles una oportunidad, solo «cuando el libro está bien, no tanto cuando promete», especifica, señalando que siempre debe primar la calidad literaria.
«En el futuro las grandes editoriales sacarán de esta cantera los mejores», augura.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.