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Una estudiante trabaja en su habitación con el portátil. / R. B.
UNIVERSIDAD

La UVA vuelve a promover la convivencia entre estudiantes y personas mayores

Dos alumnos del campus María Zambrano están acogidos este curso al programa creado en 1997

NACHO SÁEZ

Lunes, 18 de noviembre 2013, 12:44

La práctica totalidad de los estudiantes del campus María Zambrano de la Universidad de Valladolid (UVA) que proceden de otras ciudades eligen las residencias o compartir pisos como medios para vivir durante el curso. Sin embargo, seguramente muchos de ellos desconozcan que la UVA cuenta con un programa por el que la estancia en Segovia les podría costar mucho menos de lo que pagan por una habitación en un piso o una residencia. De hecho, el alquiler es gratis. Solo están obligados a abonar una parte proporcional de la luz, el agua, el gas o la comida por su presencia en la casa en la que van a residir.

El elemento diferenciador de esta oferta es que busca propiciar la convivencia en el mismo hogar de estudiantes con personas mayores. Los requisitos indispensables están claramente definidos por la universidad en su página web: el estudiante debe ser mayor de 18 años y menor de 30, ser alumno de la UVA y asumir los compromisos que se acuerden a la hora de establecer el régimen de convivencia. Un requisito, este último, que también es aplicable a la persona mayor que se acoja al programa, que debe ser, por su parte, jubilado mayor de 60 años y titular o usufructuario de una vivienda que ofrezca unas garantías mínimas de habitabilidad, higiene y espacios para que el alumno disponga de su propia habitación para desarrollar su actividad de estudio. La persona mayor ha de tener también condiciones de autonomía personal suficientes para que la universidad permita establecer este vínculo intergeneracional tan singular.

Para este curso que está en marcha desde septiembre, la UVA ha conseguido formalizar dos convivencias en Segovia. Dos jóvenes estudiantes del campus María Zambrano tienen su hogar en sendas viviendas de personas mayores. «El objetivo es promover la solidaridad entre personas mayores y jóvenes universitarios», explica César Vega, técnico de Asuntos Sociales de la UVA. En el marco de esta relación que se establece, el estudiante contribuye a hacer compañía a la dueña de la casa (suelen ser mujeres que se encuentran solas) y a añadir experiencias a su enriquecimiento personal, y al mismo tiempo encuentra una oportunidad de afrontar la estancia en su ciudad de estudios a un precio muy bajo, imposible de hallar en un piso compartido.

No hay unas tarifas rígidamente definidas, pero hay casos en los que el estudiante solo ha tenido que pagar 30 euros al mes. Se trata de los meses de menos frío y en los que por tanto no es tan necesario el uso de la calefacción. En la época de temperaturas más bajas, el precio a pagar por el estudiante suele situarse en torno a los 70 euros. «Las obligaciones económicas del alumno se corresponden con los gastos que genera su presencia en la casa», aclara este técnico de la UVA.

Reglas generales

La universidad se encarga de analizar el perfil de los candidatos a ser usuarios del programa, pero no tiene unas reglas generales para regular la convivencia. «No exigimos una única forma de hacer las cosas», asegura Vega. El propio estudiante y la persona mayor llegan a acuerdos para normalizar el día a día en aspectos como las comidas. Pueden comer juntos los mismos alimentos; juntos pero distinta comida; separados pero igual comida... Las opciones son múltiples. La UVA sí que se encarga de que todas estas variables queden definidas en el proceso de selección de los usuarios para evitar, en la medida de lo posible, desencuentros. Similares reglas se siguen para el reparto de las tareas domésticas, aunque se fija en función de las capacidades de uno y de otro. Eso sí, el estudiante tiene la obligación de devolver a su estado inicial los elementos que utilice para no interferir en la convivencia.

Las experiencias que arroja el programa son «generalmente positivas», según su responsable, que desvela que recientemente una universidad japonesa se ha interesado por el modelo y está estudiando su implantación. Estas convivencias comenzaron en la UVA en 1997 y este curso alcanzan a una veintena de estudiantes de sus diferentes campus: trece en Valladolid, cuatro en Soria, dos en Palencia y los dos casos citados de Segovia. En esta última, la universidad tiene firmado un convenio para su desarrollo con la Gerencia de Servicios Sociales y con el Ayuntamiento.

Por medio de ambas instituciones, los responsables del programa hacen llegar al Centro de Día de San José o al Centro Integral de Servicios Sociales de La Albuera la información concerniente a él con el objetivo de transmitir a personas mayores la posibilidad de que acojan en sus casas a jóvenes universitarios. Un trabajo que ha dado buenos resultados y que se quiere seguir extendiendo.

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