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FERNANDO HERRERO
Sábado, 17 de octubre 2009, 03:01
Texto poético y metafórico que habla, a la vez, de una decadencia y del nacimiento de un amor. El conflicto no está en la escena, surge del pasado, de las palabras, de los recuerdos. Por una parte tres gatos y un ratón, por otra dos obreros. El pasado evoca las fiestas y las tragedias y Mozart va punteando las diversas escenas, creando atmósferas en el presente, evocando otras de antaño. Una fábula en la que los textos de Marco Aurelio tienen un papel importante, un intento de mirar el mundo con serenidad, tal vez demasiado artificial como si quisiera contrastar la posibilidad de un amor futuro frente a la lenta destrucción de otro pasado.
En lenguaje poetizante, que se hace retórico en algunos momentos, Alonso de Santos escribe su obra, quizás más optimista. Una especie de sueño que, en compañía de Mozart, dibuja un futuro, tal vez ilusorio, en el que una pareja nace y otra puede mantenerse, aunque surge una pregunta última. ¿En ese bosque al que nunca se atrevió a entrar la pareja de gatos existe algo más que el silencio y la muerte? Buena carpintería con esa fragmentación de animales y humanos que nunca se encuentran y que resulta lógica en un autor de un considerable opus que supera esa dicotomía.
Producción cuidada con una escenografía que muestra un espacio casi derruido, al que se añaden un par de proyecciones, un gato y una luna siempre misteriosa y terrible. Desde la dualidad de la dramaturgia la segmentación de la obra gatos-humanos la resuelve inteligentemente Ignacio García, especialista en montajes operísticos, desde una plasmación realista de los primeros y una casi felina o clownescas de los segundos. Cuida el ritmo e introduce la música con levedad y sentido.
Asistí a dos representaciones, la primera para muchachos de instituto, que fue mixta de vídeo y escena, por una indisposición de Héctor Colomé. Un espectáculo curioso e inteligente seguido ejemplarmente por el joven público. Por la noche, repuesto ya el actor de la afección biliar que le afectó, mostró su empaque y su magnífica presencia en el Gato Viejo. Encantadora Beatriz Bergamín en su Gata Sensible y emotiva. Muy bien Roberto Pérez y el resto. Éxito en ambas funciones.
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