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El catedrático Fernando Fernández Polanco se dirige a la mesa presidencial ante la atenta mirada del rector (segundo por la derecha) y de Herrera./ MIGUEL ÁNGEL SANTOS
VALLADOLID

Aguas turbulentas

El catedrático Fernández Polanco aprovecha la lección inaugural para defender la aconfesionalidad de la institución

J. S.

Sábado, 26 de septiembre 2009, 03:18

Cuarenta años frente a los pupitres dan para mucho y permiten alguna que otra licencia. Y si no que se lo digan al catedrático de Ingeniería Química Fernando Fernández Polanco, encargado ayer de impartir la lección inaugural del nuevo curso universitario. Su alocución fue simplemente brillante no sólo por su contenido, que bajo el título 'Las huellas del agua' hizo un repaso a la historia de las obras de ingeniería hidráulica, sino también por el ejercicio «inductivo-deductivo» que incluyó para introducir un capítulo aprovechando que «el Pisuerga -y su agua, claro- pasa por Valladolid».

El veterano profesor, el catedrático más «antiguo» de las áreas técnicas, propuso un sorprendente ejercicio al auditorio del Paraninfo bajo el título 'Digresión Pisuerga'. «En el modelo Bolonia no tenemos que aburrir a los estudiantes sino hacerles pensar», ironizó el orador antes de proyectar en la pantalla gigante del auditorio su 'estudio de casos número 1', que reflejaba fielmente el artículo 3.2 del estatuto de «una universidad...» y que viene a decir que dicha institución «declara su autonomía e independencia de cualquier poder o grupo de interés y su carácter de institución civil, laica y aconfesional (...) -el texto refleja fielmente el estatuto de la UVA-».

Sorpresa entre los presentes y mirada atenta del rector, Evaristo Abril, ajeno, o quizás no, a lo que venía. En la siguiente proyección expuso el profesor tres apartados sobre los que reflexionar.

El primero incluía una frase dicha por el máximo responsable de la 'desconocida' universidad -no dio nombres-: «Dios nos llama a servirle en el laboratorio, en el quirófano y en el aula». Frase ésta dicha literalmente por el propio Abril en su discurso en la procesión del Santísimo Cristo de la Luz -era la primera vez que un rector hablaba en este acto- el 9 de abril.

El segundo capítulo incluía cómo «en la misma página -de la guía de la UVA- en la que se recogen los teléfonos y direcciones de los directores de área, es decir, de las piedras angulares de los vicerrectorados, aparece una única figura: capellanía universitaria».

Aún quedaba un último punto. «De acuerdo con los documentos escritos de esta universidad, el solemne acto de apertura del curso comienza a las 11.00 horas con una misa en la capilla del Cristo de,..., y ahí no pongo de qué para no dar pistas,...», matizó el catedrático, quien de inmediato quiso dejar claro que no estaba «dando opiniones si no simplemente hechos experimentales de los cuales tenemos que sacar luego el modelo».

Cambiar la realidad

Para entonces ya había captado toda la atención de la mesa presidida por Juan Vicente Herrera y Evaristo Abril. Llegaba la conclusión al ejercicio aplicando el «método inductivo-deductivo». Y vaya si lo hizo el ponente: «Hay una cuestión evidente. Si el modelo no se adecúa a la realidad, o hay que cambiar el modelo o hay que cambiar la realidad. Lo que no se puede hacer es tener esta confrontación entre estas dos cuestiones».

Pero la intervención de Fernando Fernández Polanco albergaba muchas más sorpresas y ya desde el inicio recordó cómo hace 18 años «fuimos la primera universidad en implantar una extraordinaria titulación -Ingeniería Química- y conseguimos jugar en las grandes ligas. Jugamos en la primera división europea o, más bien, tendría que decir que jugábamos, porque con la nueva reforma 'bolonizadora' vamos a jugar en tercera división y allí tendremos que competir con el Béjar o La Carolina -ambos son equipos que militan en esa categoría de fútbol-».

Pidió el catedrático una «reforma más profunda en las ingenierías para adecuarlas al modelo europeo» sin persistir en el «español», aunque «lo nuestro sea mejor que lo de los demás», ironizó.

El profesor mostró su convicción de que «podemos hacer las cosas mucho mejor para salir del pelotón de los torpes en el que está esta Universidad en todos los baremos de investigación. Aquí estamos muy contentos, pero cuando nos comparamos con otros estamos casi fuera de onda», advirtió antes de reclamar el reconocimiento de la «labor investigadora».

«Me he quedado a gusto, ¿no? Creo que con cuarenta años en el oficio,...», concluyó el catedrático antes de recibir un fuerte aplauso.

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