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La proliferación de programas televisivos sobre danza llena los salones de baile de aficionados. / BORJA AGUDO
VIDA Y OCIO

¡Que el ritmo no pare!

La televisión ha puesto de moda el baile y las academias que imparten esta disciplina están recibiendo una avalancha de matriculaciones

ITSASO ÁLVAREZ

Domingo, 12 de abril 2009, 03:16

«La fama cuesta», decía la inolvidable serie de televisión de los años 80 'Fama'. Quizá por eso, Adriana Andrés, Itziar Polancos, Casilda Arrieta y compañía ensayan la coreografía de fin de curso sin descanso en la academia de baile 'Inés e Íñigo' de Bilbao. La mayoría de estas chicas, cuyas edades oscilan entre los doce y los catorce años, han hecho ballet «de pequeñas» y lo dejaron para seguir vinculadas al mundo de la danza, aunque de forma «no tan disciplinada» como la que, entienden, requiere esta especialidad. Les gusta bailar y también los famosos que bailan.

Sin duda todas son muy jóvenes para recordar -quizá ni han oído hablar de ello- al 'Ballet Zoom', ese invento del realizador y productor Valerio Lazarov que revolucionó los programas musicales de la TVE de finales de los setenta. Un ballet de lujo, ultramoderno. Dieciséis bailarines de diferentes nacionalidades y razas amenizaban los mejores momentos musicales de la televisión en el programa 'Aplauso' de José Luis Uribarri (primero lo copresentó y luego lo dirigió), que se emitía desde la discoteca Joy Eslava de Madrid y por donde desfilaron los grupos y solistas más comerciales de la época.

Vinculados a la tele

Luego actuarían en 'Directísimo', en 'Palmarés'... El 'Zoom' se hizo muy popular gracias a aquellas coreografías tan exageradas que marcaba Giorgio Aresu, remarcadas todavía más por los movimientos de cámara tan característicos de Lazarov. Con Aresu, que luego crearía su propia compañía de ballet, conformaban el cuerpo de baile Bob Nico, Charlie Hussey y su hermana Naomi y la china del grupo, Yun Land. Adornaron las 'boogie nights' más 'kitsch' de la cadena pública, e incluso llegaron a grabar algunos temas con sonido bailable, con los que vendieron cientos de discos.

Aquellos bailarines querían la fama y la sudaron ante la cámara. Se ganaron a la audiencia y un nombre. Giorgio Aresu terminó siendo un peso pesado de las televisiones privadas. Últimamente, ha presentado 'realities' como el 'Gran hermano' en la televisión mexicana. Bob Nico -el rubio que daba brincos hasta casi descoyuntarse- es el actual responsable de la dirección artística de la gira que llevan a cabo los concursantes de Cuatro y tiene una agencia de modelos. Charlie Hussey y su hermana dirigen una academia de baile en Madrid y han sido coreógrafos para varios programas de TVE, Telecinco y Antena 3.

«Lo que hacíamos tenía mucho movimiento, lo llamaban 'baile moderno'. Era lo que hoy llaman 'funkie' y 'hip-hop'. Tuvimos tanto éxito que no paramos de hacer galas y giras durante años. Éramos actores, gimnastas, acróbatas...», recuerda Bob Nico. Aquel éxito se asemeja al que han vivido hoy por hoy los concursantes de 'Fama, ¡a bailar!'. Pero no sólo ha sido este. Todos los 'famosos' querían aprender a moverse por la pista con Anne Igartiburu en 'Mira quién baila' (que como 'Fama', es un producto de Endemol-Gestmusic), programa que comenzó tímidamente y acabó grabando seis ediciones.

Cuando creíamos que el baile de fichajes en el fútbol era el único que parecía despertar interés, la televisión ha puesto de moda la danza, ya sea en su variante de bailes de salón o contemporánea. Por cierto, los signos de exclamación también parece que están de moda ('¡Mira quién baila!', 'Fama, ¡a bailar!'). «Me han llamado amigos que tienen escuelas por toda España para decirme que no paran de hacer matrículas, y que les llega gente concienciada del esfuerzo que hay que realizar para llegar a ser alguien en esta profesión», asegura el bailarín Víctor Ullate Roche.

«La mayoría se ven atraídos por la danza 'social' en que hace hincapié estos programas», sostiene Eva López Crevillén, ex bailarina del Ballet Nacional y vicedirectora del Conservatorio Superior de Danza María de Ávila, en Madrid. Hasta Julio Bocca se ha declarado partidario del auge de los programas de baile. Considera que mover el esqueleto en la tele es una «óptima oportunidad para jóvenes promesas de la danza y de hacer entrar a la gente a este mundo», y compara sus 'shows' con recitales de rock, «pues ambos buscan la participación activa del público». Sólo Nacho Duato se muestra reticente. «Si volviera a nacer no sería bailarín, sino cantante o músico», ha asegurado días atrás.

Triunfan fuera

Están por llegar otros dos espacios que animan a seguir el ritmo a lo 'Billy Elliot'. 'Díselo bailando', que presentará Carlos Sobera, en el que distintos colectivos (familiares, amigos...) tendrán que preparar una coreografía original y divertida para sorprender a una persona querida y decirle, bailando, lo que no se puede expresar con palabras. Y '¡Quiero bailar!', una especie de 'Operación Triunfo' del baile, en el que catorce aspirantes competirán por convertirse en el mejor bailarín español. Además, el programa servirá de plataforma para elegir a la pareja que represente a España en Eurodance 2009, el Eurovisión del baile.

Rara es la compañía de danza en el mundo que no tiene un bailarín español; dicen en el mundillo que «tienen algo especial». «En todas las compañías en las que he estado hablan maravillas de los bailarines españoles. El producto está cada vez mejor preparado. Y esto sin hablar del flamenco, que es algo único», apunta el bailarín madrileño Goyo Montero. Sin embargo, la producción de la danza en España se considere casi siempre una práctica altruista y no como algo rentable, denuncian los coreógrafos. No como lo es para el Royal Opera House o en Stuttgart y Berlín.

Además, faltan compañías estables de ballet en teatros como el Real, el Liceo de Barcelona o La Maestranza, que sin embargo, no tienen reparos en contratar por un corto periodo a formaciones extranjeras, como la de la Ópera de París, pagando a cambio sumas de dinero que les permitirían costear los suyos propios al menos durante seis meses. Según el anuario de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), hay un millón y medio de espectadores de danza en España. Pero faltan compañías estables de ballet en teatros. «Lo que yo quiero es pasármelo bien», dice una de las niñas de la academia 'Inés e Íñigo' de Bilbao. Y todas sus compañeras asienten al unísono, antes de voler a la sala de ensayo a buen paso. ¡Que el ritmo no pare!

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