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Viviendas de la localidad, con las colinas al fondo./ AGAPITO OJOSNEGROS
VALLADOLID

Tranquilidad en el corazón de Castilla

Aldeayuso regala sosiego desde sus bodegas, balnearios y miradores

AGAPITO OJOSNEGROS

Sábado, 31 de enero 2009, 02:37

La memoria siempre le ha reconocido como Aldeayuso, aldea de abajo, e históricamente se la denominó 'el lugar de Aldeayuso arrabal de Peñafiel'. Este núcleo de población, que en la actualidad es administrado desde el Consistorio peñafielense, en el pasado lo fue por el de Molpeceres, en cuyo término municipal se hallaba circunscrito. Incluso fue conocido como Molpeceres de Yuso, hasta su incorporación definitiva al municipio de Peñafiel, del que se encuentra distanciado por tan sólo cuatro kilómetros de buena carretera.

Enclavado en una zona relativamente rasa, al comienzo del valle que traza el arroyo de San Roque y pegado a la calzada que conduce a Cuéllar, se distingue fácilmente el núcleo de casas de construcción tradicional, del que destaca el alcor calizo que se sitúa a sus espaldas y en el que se aprecian lo que parecen ser unas cuevas a las que el acceso a pie resulta fácil y de agradable paseo.

Estos huecos horadados en lo alto de esta pequeña colina se convierten en improvisados miradores desde los que se pueden obtener inmejorables vistas del valle del Duratón y del pueblo, que descansa a sus pies. Ésa es precisamente una de las bazas principales con las que cuenta esta población, el descanso apacible y sosegado que, de la filosófica mano del movimiento 'slow' -corriente cultural que promueve apaciguar las actividades humanas-, estableció en este rincón de la Ribera del Duero el primer enclave de esta zona enológica donde se dispensan tratamientos corporales inspirados en la doctrina de la desaceleración y el amor por lo pausado. Eso sí, con el vino como principal bálsamo reparador de cuerpo y espíritu, que se prescribe y se dispensa no sólo por vía oral, sino también por vía tópica.

Los vinos que se elaboran en este pequeño núcleo, los de la bodega Valsardo, también han sido los primeros en la Ribera en abrir brecha en el mercado judío tras recibir el certificado Kosher de pureza correspondiente, algo esencial para convertirse en aptos para el consumo por parte de la comunidad judía, y algo que refleja el carácter trascendental de esta bebida para aquellos que profesan esta religión. Todo el proceso, desde que la uva es recogida del viñedo hasta que se coloca en la botella la preceptiva etiqueta Kosher, está rigurosamente controlado por un judío religioso, por un rabino.

De modesta construcción y con espadaña de piedra en la cabecera, en la parte más alta de Aldeyuso, encaramada en la ladera, se encuentra la antigua iglesia parroquial para mayor gloria de los Santos Justo y Pastor. Actualmente el paso del tiempo ha dejado una profunda huella en este templo.

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