
Secciones
Servicios
Destacamos
F. APEZTEGUÍA
Martes, 13 de enero 2009, 09:50
Un grupo de investigadores de la Universidad de Cambrigde ha logrado demostrar la relación entre el autismo y la presencia de altos niveles de hormonas masculinas en el el líquido amniótico, que es en el que se baña el feto. Al parecer, cuanta más altos son los niveles de testosterona en las aguas de la 'piscina' materna donde se forma el bebé, el riesgo de que el niño sea autista es mayor. El hallazgo abre la puerta a la posibilidad de diagnosticar este desorden durante el embarazo, como ocurre, por ejemplo, con el síndrome de Down. Pero, si de verdad se logra este avance, ¿debería autorizarse el aborto ante la gestación de un niño autista? ¿En qué casos?
La respuesta a estas preguntas no es fácil. Los mismos autores de la investigación, dada a conocer ayer por periódico británico 'The Guardian', parecen tener serias dudas al respecto al plantear la necesidad de que se resuelvan todas estas incógnitas antes de que los estudios estén más avanzados.
La relación entre el autismo y la existencia de un exceso de testosterona durante el desarrollo fetal comenzó a estudiarse hace cinco o seis años, aunque algunos expertos insisten en que aún no hay nada demostrado. No está probado que altos índices de la hormona sexual masculina desencadenen autismo, un desorden cuya causa última se desconoce.
Desde el punto de vista científico, la pregunta que ahora es: si realmente se demuestra que existe un lazo directo entre este desorden y la testosterona, ¿dónde y cómo se establece la frontera del autismo? En el caso del síndrome de Down es fácil, es la alteración de un cromosoma. Pero, ¿a partir de qué nivel hormonal puedo fijar la aparición del autismo?
Desarreglo
El autismo está considerado como un desorden en el desarrollo de la conducta, que afecta a unos cinco niños de cada mil, generalmente varones. Los críos que lo padecen presentan, entre otros síntomas, escasa aptitud para las relaciones sociales y afectivas y problemas de comunicación. La investigación británica incluyó el seguimiento hasta los ocho años de 235 niños afectados. Los expertos vieron que sus comportamientos estaban vinculadas a un alto niveles de testosterona en el líquido amniótico.
El profesor que la dirigió, Simon Baron-Cohen, cree que existen argumentos para abrir un debate social sobre la posibilidad de interrumpir el embarazo en el supuesto de autismo.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.