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PALENCIA

Rompiendo moldes

La Fiesta Infantil del Puchero revivirá el domingo el inocente juego de las cucañas que atrae a niños y mayores

LUIS GONZÁLEZ

Viernes, 26 de octubre 2007, 02:00

Alar del Rey se apresura a cerrar un abigarrado mes de octubre en actividades sociales y festivas con la celebración de la ya tradicional Fiesta Infantil del Puchero, que este año alcanza su trigésima tercera edición.

Este entrañable evento, que tiene a los más pequeños del municipio alarense y de las localidades

de su entorno como grandes protagonistas, se ha venido celebrando, salvo alguna excepción, el último domingo de cada mes de octubre, y cuenta con el apoyo del Ayuntamiento, de varias entidades y establecimientos y del vecindario en general.

Bajo la coordinación del sacerdote Valentín González Gómez, amparado por la especial ayuda de la peña Gayumbos y de algunas otras personas a nivel particular, la Fiesta del Puchero se ha hecho un hueco singular en el calendario festivo de la villa alarense, algo así como una especie de epílogo otoñal tras las numerosas celebraciones de los meses precedentes.

Como en años anteriores, la Fiesta del Puchero constará de dos partes claramente diferenciadas y tendrá como marco una plazoleta de la localidad, que muy bien pudiera llevar en el futuro el nombre de esta celebración infantil, ya que la mayoría de los vecinos la vincula con esta fiesta dirigida a los niños y en la que también disfrutan los mayores.

En la primera parte de la fiesta, los niños escolarizados en el colegio público Cervantes y ordenados por cursos intentarán romper los pucheros de barro colgados de una gruesa soga, en los que se suelen esconder regalos y alguna sorpresa entre agradable y simpática.

En la segunda mitad, se procederá a una gran rifa con decenas de obsequios y coronada por el regalo estrella, que suele ser una bicicleta de montaña. Al final de la celebración pueden verse caras de gran alegría entre los más sagaces y los que han tenido mayor fortuna, y de cierta circunstancia entre los que han tenido menos suerte, aunque nadie se queda nunca con las manos vacías, porque hay regalos para todos los participantes.

Además, los niños que no están escolarizados en el colegio alarense también tienen su minuto de gloria y pueden acceder a la fiesta como protagonistas, es decir, intentando derribar los pucheros para hacerse con el botín. También pueden probar suerte los padres y los adultos que se decidan a romper el puchero. Estos últimos suelen dar mucho juego a la fiesta por su pericia y forma de luchar por el premio.

Con los ojos tapados y bien desorientados por algún organizador un tanto maniqueo, hay que ver cuanto jolgorio procuran a los espectadores con sus cada vez más alocados bastonazos al aire. Al final, el puchero cae de la soga debido a la fuerza bruta y no precisamente por haber recibido un certero golpe en sí mismo.

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